ALUR Biodiesel: «Buen ejemplo de un emprendimiento público-privado»

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La empresa Alcoholes del Uruguay (ALUR) ha instalado en Montevideo dos plantas de biodiesel que van a producir 16.000 toneladas al año de este combustible de origen vegetal.

Ing. Manuel González, Gerente de de Biodiesel de ALUR

Elaborar biocombustibles es un proyecto estratégico para la producción nacional. No sólo se diversifica la matriz energética —nos hacemos menos dependientes del petróleo—, sino que además, se activa la economía, porque se están generando nuevos puestos de trabajo y se están reactivando lugares concretos de distintos sectores de nuestro país, básicamente de zonas rurales.

La ley de agrocombustibles establece que hasta el último día del año 2011 el gasoil debe de ser mezclado con un 2% de biodiesel y a partir de 2012, el porcentaje aumenta al 5%.

Además de elaborar biodiesel aquí en el sur del país, ALUR tiene algunos subproductos como por ejemplo, ración animal y glicerina que se está utilizando en estos momentos para ser quemada en distintas calderas, es decir que también se usa como combustible.

Para conocer cómo ha emprendido ALUR el proyecto Biocombustibles conversamos con el ingeniero Manuel González, Gerente de la Unidad de Negocios de Biodiesel de ALUR, protagonista del programa de Producción Nacional – Una mirada al Medio Ambiente, que se emite esta semana por TV Ciudad.

 

Alejandro Landoni — ALUR ha generado una serie de cadenas agroindustriales en distintas regiones del país. Hoy hablaremos de la elaboración de biodiesel que se hace a través de semillas oleaginosas.

¿En este momento están trabajando con girasol?

Manuel González — Empezamos trabajando con girasol, que es lo que estamos operando en mayor proporción, pero ya hemos hecho producción con soja y en los próximos días también vamos a estar produciendo con canola, un oleaginoso que se produce en invierno en Uruguay.

A.L. — Un oleaginoso que tenía una producción muy limitada en el país.

M.G. — Así es. Es una muy buena oportunidad. En otras partes del mundo es la fuente principal de producción de biodiesel y nosotros estamos apuntando a darlo como una oportunidad más para los productores agrícolas como un cultivo de invierno, y en eso estamos trabajando.

A.L. — ¿Esto permite que la planta trabaje todo el año?

M.G. — Ya estaba previsto que la planta trabajara todo el año, porque se compra en zafra y se almacena durante todo el año. Esto más que nada permite reducir los riesgos agrícolas porque entramos con un cultivo que se planta y cosecha en otra época, o sea que se disminuyen los riesgos que puedan tener que ver con sequía sobre todo, y además, da más oportunidades a los agricultores para tener alternativas no sólo de verano, como la soja y el girasol, sino también de invierno, como puede ser la canola.

Creemos que se complementa por los dos lados. Nos genera también tener un producto muy bueno a nivel de biodiesel, muy bueno a nivel del subproducto que es la harina proteica, y tener menor necesidad de inventario de granos durante todo el año.

A.L. — ¿Cómo se nutren de los granos? ¿Están haciendo una serie de acuerdos con los productores agrícolas?

M.G. — Así es. Trabajamos con la modalidad del llamado “plan de siembra”. A los productores les ofrecemos un plan comercial para cada grano, donde establecemos una modalidad de fijación del precio —que es muy importante para que tengan una referencia transparente—, y les facilitamos una cantidad de insumos y de servicios para que puedan trabajar de la mejor manera posible.

No sólo firmamos un contrato de suministro de granos sino que cuando es necesario, los apoyamos con financiación, con entrega de insumos específicos como semillas, fertilizantes y además tenemos ingenieros agrónomos del staff de ALUR que van siguiendo esos contratos y de alguna forma van apoyando al productor en el desarrollo de esos cultivos.

A.L. — ¿En estos acuerdos que realizan con los agricultores se aseguran los precios?

M.G. — Sí, en algunos casos dependiendo del cultivo. Lo que hacemos es tratar de darles certezas con respecto a cubrir los costos del cultivo. Es decir, hay una proporción que va a precio fijo y otra proporción que va precio de mercado, eso permite que el productor tenga una cobertura ante una disminución imprevista de los precios del grano. El productor tiene mayor certeza de que va a cubrir sus costos si produce con normalidad.

Eso es algo que en el mercado, por lo menos en el girasol, no existía y apuntamos en la creación de este cluster agroindustrial, a respetar y a considerar a los productores y los costos en los que tienen que incurrir y nos interesa que participen del proyecto durante muchísimos años, entonces tratamos de cuidarlos y apoyarlos y no hacer un beneficio extraordinario un año y que al año siguiente no haya más productores trabajando con nosotros.

A.L. — Además de estos acuerdos de los que hablamos, ¿hacen algún tipo de asesoramiento? ¿Algún tipo de seguimiento para ver cómo viene el grano que después le van a vender a ALUR?

M.G. — Sí. Tenemos distintas modalidades de contratos. Sobre todo tratamos de que participen, o hacemos mucha fuerza para que participen, las organizaciones de productores. No sólo trabajamos con productores directamente sino también con cooperativas, sociedades de fomento y ese tipo de organizaciones de productores.

Hacemos un “seguimiento de contrato” donde hay ingenieros agrónomos de ALUR que van visitando los predios del contrato y van evaluando el estado del cultivo. Eso nos permite no sólo monitorear que efectivamente se esté cumpliendo con lo previsto en el contrato, sino también hacer recomendaciones al productor y apoyar a su técnico en las medidas que se consideren necesarias para tener buenos rendimientos.

A.L. — ALUR instaló dos plantas modulares para hacer el biodiesel que después se mezcla con el gasoil. La nueva planta de ALUR está dentro de la aceitera Cousa. Buena parte del proceso para hacer el biodiesel es el mismo que para hacer el aceite comestible. De hecho, hay un momento en el proceso en el que se elige qué se va a hacer con ese “exprimido” de girasol: si lo van a utilizar para hacer el aceite que después consumimos o si se lo van a mandar a esta planta que está dentro de Cousa para hacer el biodiesel.

¿Cómo es este acuerdo de complementariedad con Cousa? ¿Por qué están dentro de la planta de la aceitera?

M.G. — En este caso se dio un fenómeno muy particular y es un buen ejemplo de un emprendimiento conjunto público-privado. Se daba que Cousa tenía una capacidad ociosa en lo que es la molienda de grano en la obtención de aceite —tienen una capacidad de unas 100.000 toneladas y la mitad de eso no lo estaban utilizando—, justo ése era el volumen que nosotros estábamos necesitando para esta primera etapa de producción de biodiesel, entonces nos permitía no tener que invertir en algo que ya existía y a su vez al instalarnos en el predio industrial de Cousa, se ahorraba muchísimo en transporte del aceite y en una cantidad de servicios como energía, vapor, etc. que ellos nos proveen porque ya tienen instalada toda esa capacidad.

Nos permitía rápidamente poder desarrollar este proyecto que fue hecho en un año o año y medio —muy rápido a nivel de desarrollo de un proyecto industrial—, y a su vez tener menores costos y menor inversión.

Se hizo un acuerdo y una serie de contratos con Cousa que permitieron asegurar por un lado la producción industrial del aceite que nosotros necesitamos para la planta de biodiesel, ubicar la planta de biodiesel en el predio de Cousa y asegurar así la producción continua de biodiesel durante todo el año para abastecer a Ancap.

A.L. — ¿Cuánto se invirtió en la planta de ALUR que se construyó dentro de la planta de Cousa?

M.G. — ALUR invirtió unos US$ 6 millones. Podemos decir que el 50% fue en la tecnología de producción de biodiesel y el restante fue en lo que es infraestructura, tanques de almacenamiento, obra civil. Todo eso fue desarrollado a nivel local.

A.L. — La planta puede hacer biodiesel no sólo con granos, sino con materia prima de origen animal.

M.G. — Exactamente. Una de las materias primas con las que puede trabajar esta planta es el cebo vacuno. De hecho, la tecnología se seleccionó por su flexibilidad para trabajar con distintas materias primas y eso nos daba una enorme posibilidad de elegir distintas materias primas en función de costos, calidad o disponibilidad en el mercado.

A.L. — Este biodiesel que hace ALUR se lo vende después a ANCAP que lo mezcla con el gasoil. La ley de agrocombustibles establece que hasta el último día del año 2011 un 2% del total de gasoil debe ser mezclado con biodiesel y a partir de 2012, el porcentaje aumenta al 5%.

¿Me imagino que ALUR tendrá que aumentar su capacidad de producción?

M.G. — Sí. En eso estamos trabajando. Hay que evaluar los proyectos que permitan incrementar la capacidad de producción. Es un desafío muy importante porque estamos hablando de casi triplicar la producción actual.

A.L. — ¿Para llegar a cuánto?

M.G. — Habría que llegar a unas 40.000 o 50.000 toneladas de biodiesel en forma anual. Es bastante.

A.L. — El proceso para hacer biodiesel no sólo sirve para elaborar este combustible sino que también salen dos subproductos: la ración animal (harina proteica) y glicerina, que en estos momentos se está usando como combustible en otras calderas.

M.G. — Así es.

Lo interesante de este proyecto es que no sólo se sustituye la importación de petróleo por un combustible de origen nacional, sino que como consecuencia de la producción, se obtiene lo que se llaman harinas proteicas, de las cuales Uruguay es un franco importador. Uruguay importa más de 200.000 toneladas por año de harinas proteicas siendo uno de los principales insumos de las cadenas agroindustriales como es la producción de carne y la producción de lácteos en Uruguay.

En este proyecto lo que se hace es producirlas localmente y hacer otra sustitución de importaciones y además asegurar una disponibilidad local. Entonces, desde el punto de vista estratégico tiene un componente muy importante: no es sólo combustible sino además, es alimento animal.

También tiene la glicerina que hoy por hoy estamos usando como un combustible en horno de cemento, sustituyendo la quema de fueloil o la quema de coque, que es un derivado del petróleo.

Es decir que hay distintos impactos a nivel de matriz energética y también a nivel de alimentación que son muy interesantes en el proyecto, pero el 100% de nuestros productos sustituyen importación.

A.L. — El proceso comienza cuando aplastan al grano, le sacan el jugo que es lo que después se transforma en la materia prima para hacer el biodiesel o el aceite y toda esa cáscara que queda forma como una especie de “torta”, que es lo que después se utiliza como ración animal (harina proteica). Después esa cáscara la llevan a una forma de cilindro similar a una tiza.

M.G. — Sí, “pellet” es el término que usamos.

A.L. — Y es más sencillo de transportar.

M.G. — Así es. Ese pellet es muy estable y se puede almacenar durante mucho tiempo y es mucho más fácil de transportar y de darle esa alimentación a los animales.

Hemos logrado acuerdos interesantes donde hay productores del área de la lechería en el Uruguay que nos entregan el grano, nosotros le exprimimos o le extraemos el aceite y le devolvemos para sus tambos ese pellet que es alimento para su ganado, para sus vacas. Se da una sinergia muy interesante donde se aprovecha para los dos integrantes de esa cadena, tanto el área agroindustrial como el área agrícola, se aprovechan los subproductos que se originan.

A.L. — Esas tizas se parecen mucho a la madera compensada y están almacenadas en un galpón.¿Cuántas toneladas están haciendo?

M.G. — Sólo de ALUR unas 30.000 toneladas por año es lo que va a salir de este proyecto.

A.L. — Si une el producto principal, los subproductos, el factor industrial y el sector agrícola, ¿tiene un estimativo de cuántos empleos se están generando, de cuánto dinero se está moviendo?

M.G. — Todavía no tenemos ese estudio realizado, pero este proyecto le ha permitido tener a Cousa una actividad continua durante todo el año, ahí ya estamos asegurando la fuente de trabajo de unas 350 personas sólo en el área industrial.

A nivel agrícola en una primera experiencia, tuvimos unos 40 contratos con productores, pero esto se va a incrementar 10 veces al menos. O sea que estamos hablando del entorno de unos 400 productores involucrados.

Realmente se genera un efecto muy importante a nivel de que el área agrícola y el área industrial de creación de fuentes de trabajo y dé la posibilidad de la creación de una cadena que opere en forma continua y dé certeza para los actores para que de alguna forma puedan asegurar sus inversiones. En la medida en que hay una demanda continua de biocombustibles, hay muchos actores de la cadena como son los productores, que pueden asegurar su inversión en maquinaria agrícola, porque saben que van a tener una colocación permanente en la industria.

Eso asegura que haya una renovación, que haya crecimiento en eficiencia y creemos que una de las grandes ventajas estratégicas en esta producción de biocombustibles en forma permanente es asegurar la inversión y la mejora continua, y la creación de este efecto de cluster donde se van creando sinergias y beneficios de los participantes.

 

Acceda aquí a las fotos del rodaje de Producción Nacional – Una mirada al Medio Ambiente, en la planta de Biodiesel de ALUR.

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