Cooperativa Calmañana: «una gran familia de trabajo»

1
2496

Mujeres de Canelones formaron hace 20 años la cooperativa Calmañana, que además de diferenciarse por ser cooperativa y de mujeres, se dedicaba a la producción de hierbas medicinales. Tras mucha agua bajo el puente, hoy los productos de la cooperativa son reconocidos comercialmente en todo el país, y el emprendimiento, un factor de crecimiento personal para las integrantes.

 

Con Nair Lajuni, integrante de la cooperativa Calmañana.

 

Entrevista emitida el martes 19/05/09 en Producción Nacional — 1410 AM LIBRE

Según la Organización Mundial de la Salud, el 85% de la población mundial depende de las plantas medicinales para su atención primaria de salud. En Uruguay, según un informe del año 2003 que realizó el Laboratorio Gautier — a cargo de Susana Parrillo —, casi la mitad de la población, el 45%, consume hierbas medicinales.

Desde hace unos años en Uruguay, los yuyos no sólo se pueden tomar en tés, en infusiones y en tisanas, sino que también hay algunos Laboratorios que están extrayendo sus principios activos para incorporarlos en los medicamentos.

En el noroeste de Canelones hay un grupo de mujeres rurales que están trabajando desde hace 20 años y que hoy tienen una cooperativa que se llama Calmañana, dedicada a la producción de estas hierbas medicinales y aromáticas. Nair Lajuni, una de las integrantes de la cooperativa, conversó con Producción Nacional sobre el trabajo cooperativo y otras yerbas.

Alejandro Landoni — ¿Dónde está ubicada la cooperativa?

Nair Lajuni — Nuestra cooperativa está situada en el noreste de Canelones, en tres zonas geográficas diferentes. Un grupo está en la zona de Tapia, otro está en la zona de Gardel y el otro está en la zona de Pedernal. Estas son dos zonas que están entre Tala y Migues por la Ruta 80 y la Ruta 12.

A.L. — ¿Cuántas mujeres pertenecen en este momento a la cooperativa?

N.L. — Actualmente, estamos quedando 17 mujeres, aunque en el inicio hubo 24.

A.L. — ¿Cada una tiene su campo o tienen una producción en común?

N.L. — Sí, la producción es en común. Algunos grupos trabajan en algunos predios todas juntas, y después el resto, hay productoras que tienen predios individuales donde trabajan cada una con su familia.

 

En realidad, todas tienen predios. Algunas compañeras se unen para poder plantar y producir en un mismo predio, pero eso lo hacen como decisión propia, para poder estar más acompañadas o para que sea más entretenida la labor y la producción.

A.L. — ¿Son predios que destinan exclusivamente para este tipo de plantas o están dentro de una granja u otro tipo de emprendimiento?

N.L. — Son predios hortícolas donde la familia produce y vive de la producción rural. Cuando se comenzó en el 87’, se comenzó con la idea de formar los grupos; de que la mujer rural pudiera tener algún ingreso y en realidad, esa formación grupal llevó a poder tener algo productivo de ellas.

Nos surgió la idea después de dos o tres años de hacer intentos de producción; llegó la idea de hacer hierbas aromáticas y fue todo un aprendizaje, ya que acá en Uruguay no se conocía lo que eran las hierbas aromáticas y mucho menos orgánicas. Nosotras producimos orgánicos, todo el proceso de producción es sin fertilizantes químicos y estamos certificadas como tal.

A.L. — ¿Están certificadas?

N.L. — Sí, en los inicios se hizo con la Certificadora Nacional. Después hubo un período, en el 2002, en que tuvimos la oportunidad de una exportación, tuvimos que certificar y obtuvimos el certificado internacional, pero actualmente sólo tenemos la nacional.

A.L. — Se que producen más de una decena de variedades, pero ¿cuál es el fuerte de lo que producen?

N.L. — Lo más fuerte es la parte de Aromáticos, que hacemos todo el proceso de producción hasta secado y envasado, que salen a los supermercados con la marca Campo Claro —que es la marca de nuestra cooperativa—. También tenemos en la parte medicinal, que empezamos en el año 2000, donde se hace la producción y secado y se le vende a granel a la Botica del Señor que es una Herboristería y ellos la sacan con su propia marca.
En lo que es Aromático, estamos haciendo unos 15 rubros, salimos al mercado con productos disecados y también una línea fresca, que va con la marca Campo Claro. Nuestro fuerte es: ciboulette, albahaca, cilantro, orégano, tomillo, romero, salvia, menta.

A.L. — En esta época, ¿qué está por salir?

N.L. — Tenemos muchos rubros que son anuales como el ciboulette, el cilantro, la salvia y que están en constante producción, aunque en esta época lo estamos haciendo sobre invernáculos porque el tiempo no está ayudando para nada.

 

Después tenemos los zafrales como el azafrán del país; la albahaca que tiene que esperar su época, y en lo medicinal, el fuerte de la cooperativa es el epilobio, que es lo que se produce más, y la caléndula.

A.L. — El epilobio se recomienda mucho para la próstata.

N.L. — Exactamente, es muy bueno para la próstata. Hay mucha venta de epilobio. No se plantaba en Uruguay, llegó de Alemania: la Herboristería trajo acá unas plantitas y se adaptó perfectamente a la producción.

A.L. — ¿Cómo es el trabajo con esta Herboristería? ¿Ustedes tienen algún tipo de convenio con ellos? ¿Ellos les dan algún tipo de material o de apoyo para la producción de estas hierbas medicinales?

N.L. — No, simplemente se planifica con el director de la Botica, se planifica la producción y él es el que dice más o menos lo que se va a vender; lo que le va a comprar a la cooperativa por año y ahí se planifica con las socias la producción, para que no quede producción sin vender.

A.L. — ¿Arreglan algún precio de antemano?

N.L. — Sí, esto es lo bueno que nosotros hacemos comparando con lo que es la producción hortícola, donde todo el mundo que trabaja en el campo sabe que si planta algún rubro como tomate nunca se sabe el precio porque es precio de mercado, y ni siquiera se sabe a qué precio se va a vender. Lo diferente que tiene la cooperativa, es que desde el momento que cualquier productora pone una semilla en la tierra sabe que la va a vender y a qué precio.

Eso lo tenemos estipulado de antemano tanto para los productos medicinales como los aromáticos.

Ese fue un logro que se obtuvo en la cooperativa y que en realidad es muy importante, porque en los comienzos, en el 96’, nosotras formamos la cooperativa, y ahí toda la familia esperaba con esto un ingreso más en la familia, pero ahora ha llegado a ser uno de los ingresos principales de muchas productoras con sus familias. Se ha aumentado mucho y más la parte medicinal; se ha aumentado mucho el tema de lo que es la producción de hierbas y también se le está dando más importancia a la parte orgánica.

Además, muchas Herboristerías están importando producción nacional, quieren que sea producción de acá.

A.L. — Es importante, ver que con el correr de los años este ingreso que había empezado como algo accesorio hoy se ha transformado en algunos casos una fuente importante de ingresos para la familia. Esto es todo un trabajo de más de 20 años.

N.L. — Exactamente, fue todo un esfuerzo, porque acá no se conocía nada y todo lo que se hizo y se está haciendo hoy en hierbas tanto orgánicas como medicinales fue a base de aciertos y errores.

Nosotras hacemos la producción, el secado —que en su comienzo fue con secaderos solares que incluso, fueron diseñados por las mismas productoras. En sus comienzos una institución nos dio un secadero y de ahí se le fueron haciendo arreglos a base de errores, viendo cómo podía funcionar un poco mejor y se terminó con los diseños que actualmente tiene la cooperativa —17 secaderos con fuente solar—; que son diseños de las productoras.

También hoy contamos con secaderos con fuente de calor, que también es importante para nuestro clima y mucho más ahora.

A.L. — ¿Qué quiere decir “secadero con fuente de calor”?

N.L. — Significa que nosotras al secadero se le agrega una fuente de calor a base de leña, (tipo un horno); entonces se le da fuego y ahí traspasa el calor a la pieza.

A.L. — ¿Cuál ha sido la clave para mantener unido a este grupo?

N.L. — Fueron muchas cosas a lo largo de muchos años. El aprendizaje que hemos tenido de estar unidas, de tener algo en común, de que nuestro grupo pueda tolerar muchas cosas: a las compañeras, la forma de trabajar juntas, de tener un objetivo en común. El objetivo principal era tener un ingreso en el medio rural y también que sus hijos puedan tener una alternativa para poder quedarse en el medio rural.

 

Sabemos que hoy día no es fácil poder sobrevivir en el medio rural, pero con esto, por lo menos les damos la posibilidad de darle la elección a nuestros hijos de que si se quieren quedar en el campo tengan algo para poder trabajar.

 

En algunos casos se ha logrado, ya hay hijas de nuestras compañeras que están trabajando en la cooperativa; otros casos no, pero pudieron tener la elección de hacerlo.

A.L. — Luego de 20 años, ¿se ha ido incorporando ya una segunda generación a la cooperativa?

N.L. — Sí, ya hay hijas de productoras que están trabajando en la cooperativa.

A.L. — ¿Son todas mujeres?

N.L. — Somos todas mujeres.

A.L. — ¿No dejan entrar a los hijos de las productoras?

N.L. — Sí. Cuando se formó eran todas mujeres y seguimos así. O sea, quien toma las decisiones somos las mujeres, aunque en verdad, detrás de cada mujer hay una familia trabajando con ella, —esposos, hijos—. No se ha presentado la posibilidad de que algún hijo quiera trabajar en la cooperativa, por lo general, lo han hecho las hijas mujeres, pero si se hubiera dado sería aceptado. Es una cooperativa de mujeres pero eso no significa que no trabajen hombres.

A.L. — ¿Cómo se organizan internamente? ¿Se ocupan todas de la producción, o hay algunas que se ocupan de la comercialización, de la parte administrativa, o de las cobranzas?

N.L. — Todas las socias empezamos con la parte productiva. Todas tienen la misma oportunidad de producción, pueden plantar todas los mismos rubros, las mismas hierbas.

 

En la parte de producción todas trabajan en lo mismo y después hay tareas más específicas que las repartimos. Por ejemplo, una se ocupa de la parte administrativa, otra de la parte de comercialización… pero todas podemos hacerlo todo. Nos repartimos las tareas para que cada una sienta la obligación de lo que se tiene que hacer, pero somos todas muy abiertas y todas intervenimos.

 

La cooperativa tiene una directiva para el funcionamiento y cuando tenemos oportunidad — una vez por mes —, tratamos de reunirnos todas para que podamos opinar y para escuchar la opinión de todas.

 

Con respecto a la parte de comercialización; la distribución no la hace la cooperativa, la hace una empresa distribuidora que se llama Peral, que nos distribuye los productos. Yo que me ocupo de la parte administrativa y comercialización, pero siempre todas estamos enteradas de todo y las decisiones las tomamos en conjunto.

 

Creo que eso ha sido un poco la base para estar juntas y estar unidas. Todas tenemos las mismas oportunidades de producir, de aprender cosas. Esta cooperativa nos ha dado la posibilidad de un crecimiento personal fabuloso a todas las productoras. Hemos podido viajar por la cooperativa y hemos recibido premios. Todas estas cosas son las que nos impulsan a seguir juntas.

 

Nos damos cuenta de todo lo que hemos logrado y que lo hemos logrado porque estamos juntas y tenemos un mismo objetivo, que es trabajar juntas y saber respetarnos unas a las otras y eso ha sido un poco lo que nos ha mantenido y hoy día ya es como una gran familia.  Nosotras no nos imaginamos sin la cooperativa.

No sé qué sería de nuestra vida si no tuviéramos la cooperativa, ya que se ha conformado como una gran familia de trabajo. En verdad somos amigas, hacemos fiestas, festejamos los cumpleaños de todas… no todo es trabajo.

A.L. — Es importante notar que se han establecido lazos que van más allá de la tarea productiva y son como una gran familia.

N.L. — Los sentimos así. A pesar de que estamos a una distancia considerable, —de un grupo a otro estamos a unos 40 quilómetros—; la distancia no nos ha impedido seguir trabajando juntas y reunirnos. Todo es proponérselo y estar de acuerdo entre todas de poder llevar este emprendimiento adelante.

A.L. — Un oyente le consulta sobre ¿cómo se cura la arañuela en los yuyos orgánicos?

N.L. — Las hierbas aromáticas no son propensas a tener enfermedades o insectos, porque son repelentes. Tratamos de plantar variedades en el mismo predio, por ejemplo que haya caléndula, algo de ciboulette y algo de salvia intercalado un rubro con otro.

Las hierbas aromáticas son muy repelentes para insectos, y algunas atrapan al insecto, entonces, se forma un conjunto para poder ayudar a la biodiversidad de lo que son las plagas.

En caso de que pueda tener algún pulgón o arañuela, es muy fácil, nosotras maceramos hierbas. En un depósito que contenga agua, se agrega variedades de hierbas no fuertes como: romero, ruda, ajíes. Esta mezcla se deja macerar 15 días y esa agua se aplica a las hierbas.

A.L. — ¿Con pulverizador?

N.L. — Sí, eso es muy bueno para ahuyentar a los insectos, pero las hierbas aromáticas y las medicinales no son propensas a tener insectos.

 

1 Comentario