«El científico uruguayo no tiene la opción de ir a la industria»

1
3004

La Cámara de Comercio y la Facultad de Ciencias crearon la primera incubadora de empresas de ciencia, ECIEN, para empresas basadas en la investigación científica y el uso de tecnologías.

Pablo Geille y Fabrizio Juárez

En Uruguay, las ciencias básicas y la investigación académica siempre han estado un poco alejadas del sector productivo. Este año dos instituciones aparentemente lejanas como la Cámara Nacional de Comercio y la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, se han unido para crear un proyecto sin precedentes en nuestro país.

Se trata de la primera incubadora de empresas de ciencia que se llama ECIEN, un programa de fomento para la creación de empresas que estén basadas en la investigación científica y también en el uso intensivo de tecnologías.

La iniciativa fue impulsada por ambas instituciones y cuenta con el apoyo de la Red Emprender (el antiguo programa Emprender), que financia este tipo de emprendimientos que se va a aplicar durante todo este año. Actualmente se está llevando a cabo el período de presentación de proyectos —para aquellos que están interesados en incubarse y se quieren postular—, y luego se van a elegir ocho de los más prometedores. Para fin de año, la idea es que al menos dos nuevas empresas de ciencias básicas estén funcionando en Uruguay y sobre todo proyectándose también al mundo.

Para conocer esta particular incubadora de empresas conversamos con Pablo Geille, asistente académico del Decano de la Facultad de Ciencias y docente de Física, y con Fabrizio Juárez, coordinador del programa Centro Universidad Empresa de la Cámara de Comercios y Servicios.

 

Alejandro Landoni — ¿Qué es el programa Centro Universidad Empresa?

Fabrizio Juárez — Es un espacio que da la Cámara de Comercio hace tres o cuatro años donde se busca el acercamiento entre el sector académico y el sector empresarial.

Una de las iniciativas fue la Cátedra de Creación y Gestión de empresas que tenemos en la Facultad de Ciencias y hemos desarrollado cursos, como por ejemplo de propiedad intelectual o de exportación de servicios en Facultad de Ingeniería, en Facultad de Ciencias, en la Universidad de la Empresa y seguimos buscando otras actividades.

A.L. — ¿Hace cuánto tiempo que están trabajando?

F.J. — Desde hace unos tres años.

A.L. — Eso es bien interesante porque el sector productivo y la investigación académica suelen estar separadas. Llama la atención esta asociación entre dos instituciones que parecen muy lejanas como son la Cámara de Comercio y Servicios y la Facultad de Ciencias.

¿Cuándo surge la idea de crear una incubadora?

F.J. — Surge al finalizar la primera Cátedra de Creación y Gestión de empresas. La cátedra es una materia que se da en Facultad de Ciencias, abierta a todas las carreras, y que tiene créditos para grado y posgrado. Es la primera materia que se da de tema empresarial en Facultad de Ciencias. La financia la Cámara de Comercio, es el tercer año que la estamos haciendo y es una materia exitosa: el primer año esperábamos 15 inscriptos y tuvimos 50 inscriptos.

Cuando vimos la calidad y la cantidad de proyectos dijimos: “Estos proyectos no pueden quedar sólo en el papel, no pueden ser simplemente planes de negocios”, porque ellos finalizan la materia con un plan de negocios terminado. La materia son 44 horas donde ellos crean su plan de negocios. Ese documento con el que ellos finalizan, no podía quedar sólo en el papel y entonces nos preguntamos cómo le damos salida a estas ideas que estaban generando.

A.L. — Claro, y quisieron dar un paso más.

F.J. — Un paso más… cerrar el círculo.

A.L. — Es interesante la Cátedra. Días atrás vi que la Facultad de Ingeniería y un conjunto de escuelas de la región, firmaron un convenio que incluía el emprendedurismo en distintas materias que ya están dentro de la currícula. No crearon —como hicieron ustedes—, una cátedra particular para fomentar el espíritu emprendedor, sino que lo han insertado como parte de otras materias. Entonces, el Decano de Facultad de Ingeniería días atrás decía que si alguien tiene un proyecto en una materia x que ya existe, había que aplicarle los conceptos de innovación y emprendedurismo allí.

¿Les da resultado esta cátedra? ¿Cómo lo ve usted como asistente académico en Facultad de Ciencias?

Pablo Geille — Ha sido un éxito arrollador. Muchísimo más de lo que nosotros habíamos esperado, realmente muchísimo más.

Fuimos muy cautos porque en Facultad de Ciencias hay una tradición de la investigación académica pura. Es una tradición que es propia de estos países, donde el sector productivo y la industria no están demasiado entremezclados con la ciencia. Si uno va al primer mundo uno va a encontrar todo lo contrario, se encuentra una avidez del mundo industrial, empresarial por aquellos científicos que puedan desarrollar, por ejemplo, un nuevo medicamento que va a tener repercusión a nivel industrial y empresarial enorme. Aquí no es así.

Eso hace que para el científico uruguayo en general, sus opciones sean quedarse haciendo una carrera puramente académica (que los hay y deben de haber), o muchas veces emigrar, pero no tienen la opción que existe en otros lugares del mundo que es ir a la industria, ir al sector productivo, empresarial.

En Facultad de Ciencias esta tradición es usual, a veces “uno nace y muere dentro de la Facultad” asumiendo que el propósito es la carrera académica, sin siquiera conocer que puede existir otra solución que en Uruguay no se presenta con frecuencia, pero que sería deseable que existieran.

Hemos sido muy cautos al comenzar con toda esta movida en este decanato, se trató de impulsar mucho el tema de la solución laboral a los científicos. Lo hemos hecho con mucha cautela. Hemos arrancado esta materia Creación y Gestión de Empresas hace tres años y esperamos un éxito moderado y fue arrollador.

Como decía Fabrizio son tres etapas y tenemos 50 personas de todas las carreras —de Física, de Matemáticas, de Bioquímica, de Biología, de posgrados en Biotecnología—, hay egresados porque esto está abierto a egresados, lo que está detrás de todo esto, el propósito, es insertarlos en el sector productivo. Entonces, no es cuestión de estudiantes avanzados puramente, egresados también. De alguna manera se ha corrido de boca en boca. Hemos hecho un marketing muy grande de esta materia y hemos tenido grupos muy numerosos, muy heterogéneos y con una riqueza enorme.

Como decía Fabrizio, de ahí han salido proyectos. Una cosa que mide el éxito —más allá de la cantidad de gente que asiste—, es que todas las carreras de la facultad han tomado esa materia como una materia opcional válida. Las carreras en general, sobre todo las de grado, contienen una enorme proporción de materias obligatorias y una pequeña proporción de opcionales, donde uno elige entre varias posibilidades. El hecho de que hayan aceptado inmediatamente a esta materia todas las carreras como una materia válida, es “un termómetro” muy claro del éxito que está teniendo en facultad.

Se han despertado muchas cosas. Resulta que había mucha gente que tenía mucha hambre para este tipo de cosas y estaba allí oculta y no las veíamos. Como decía Fabrizio surgieron proyectos muy buenos. La gente que toma esta materia puede tomarla como un ejercicio. Puede decir: “Hago esta materia, es una materia más de mi carrera”, y la evaluación es presentar un plan de negocios y defenderlo como si fuera una tesis. Uno puede hacer eso y decir: “Tengo una materia más que me conduce al título de mi carrera”, pero nos hemos encontrado con gente que luego de hacer eso y luego de “defender” la tesis, nos ha manifestado que querían hacerlo.

A.L. — Ahora, lo querían hacer de verdad.

P.G. — Claro, porque además el plan de negocios fue bueno.

En los exámenes te ponen a prueba de todas aquellas cosas que pudiste no ver o no contemplar. Hemos tenido proyectos muy buenos, muy originales —porque eso es lo lindo de la Facultad de Ciencias— relacionadas con la investigación, diferentes, y ahora muchos lo quieren hacer. Ahí fue cuando dijimos “Tenemos que hacer un programa que nos lleve de ese estado completamente teórico —porque un plan de negocios sigue siendo un documento, un libro—, a abrir una empresa”. Y ahí arrancamos con este nuevo programa.

A.L. — El sector productivo y la investigación académica son sectores que suelen estar muy distanciados. Hemos hecho ciclos en Producción Nacional para discutir esa problemática específica. ¿Por qué consideran que ahora se dio la idea de hacer esto? ¿Por qué cuaja la idea de hacer esta incubadora y es la primera vez que ocurre esto en tantos años de la Universidad de la República y tantos años del país? ¿Qué cambió? ¿El país, el mundo, la universidad?

F.J. — Nosotros tuvimos dos años, tres casi, tratando de generar un público que se pudiera presentar a este programa. Muchas veces pasa que se generan programas que no tienen gente que pueda aspirar a eso porque necesitaban algo previo, un conocimiento previo.

Nosotros empezamos por lo más básico que es la capacitación, fomentamos eso y ahora sí tenemos un público objetivo al cual llegar. Antes quizás no existía. Era demasiado pedirles el salto de ser académicos a ser empresarios… no podíamos todavía. Hoy ya tenemos más de 150 científicos capacitados al respecto.

A.L. — ¿O sea que consideran que se crearon ustedes mismos el mercado?

P.G. — Creo que potencialmente estuvo siempre, pero había que hacer algo. No estaba tan sobre la superficie.

Hay que decir que la unión con la Cámara de Comercio fue muy estratégica, muy feliz: no sé qué hubiera sido de todo esto si no hubiera existido esa alianza estratégica que se dio en un momento en que Facultad de Ciencias estaba volcando esto.

Le cuento el origen muy remoto de esto. Había un programa EBT (Emprendimientos de Base Tecnológica) que financió el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para cuatro facultades, todas del área científico-tecnológico, esto: empezar a buscar si había emprendedores, y se encontraron emprendedores.

Ahí fue que nos contactamos con la Cámara de Comercio y la Cámara de Comercio estaba en el momento en que creaba ese Centro Universidad Empresa, cuando decidió vincularse con la universidad.

Fue una unión muy feliz, estábamos los dos en un momento en el cual empezamos a bucear en ese tema y de esa alianza surgieron muchas cosas que sacaron a la superficie a toda esta gente que ahora tiene ganas de emprender, y eso se materializa en este programa.

A.L. — ¿Cómo va a ser esta incubadora? ¿Qué características va a tener? ¿Dónde va a funcionar?

P.G. — Todo en general se va a hacer dentro de la Facultad de Ciencias.

La incubadora tiene dos grandes líneas que se pueden superponer: una, que los emprendimientos tienen que ser de base completamente científica. Tienen que estar centrados en la investigación o tienen que ser de uso de equipamientos de alta tecnología. Eso significa que existe en Facultad de Ciencias equipamiento de muy alta tecnología, muy costoso, en el sentido de que un emprendedor jamás podría adquirirlo por sí mismo, y Facultad de Ciencias está pronta para recibirlos como incubados cediéndoles con un contrato que está previsto y con una normativa ya hecha — eso fue parte de los grandes frutos de todo este trabajo—, tres años en sus instalaciones utilizando, usufructuando ese equipo para el emprendimiento.

El programa en sí toma a esos emprendedores que ya tienen que tener una idea formada y un grado de avance relativamente importante para poder llegar en un año a la apertura de una empresa, y en una primera mitad les pone un grupo de expertos a su servicio.

Eso es lo que compra el programa con la financiación que el programa Emprender nos ha confiado. Un grupo de expertos en todas las áreas de una empresa: un abogado, un contador, un experto en marketing, un experto en administración de empresas, todos con currículum y líneas completamente volcadas hacia las áreas científica y tecnológica, y toda esa gente se pone a trabajar a la par de los emprendedores para estudiar a fondo la viabilidad del proyecto, para refinar hasta el máximo el plan de negocios inicial con que entran a este programa, eventualmente para buscar inversores, para buscar financiamiento de la empresa hasta llevarlo sí a un estado teórico pero final, pronto para pasar al práctico.

En la segunda mitad, los dos grupos que estén más cerca a abrir la empresa se llevan un tutor especializado en el tema que los va a acompañar en el proceso de apertura de la empresa y en los primeros meses de vida de la empresa.

A.L. — ¿Sólo se pueden presentar los que ya pasaron por la cátedra?

P.G. — No necesariamente.

Eso es un modelo. Es gente que ya tiene un proyecto y que ha manifestado querer hacerlo, es claramente alguien que se puede presentar, pero no existe ninguna restricción porque por ejemplo, en el programa de EBT que mencioné puede haber emprendedores que tuvieron un buen proyecto y nunca lo llevaron a cabo, o puede no haber nada y ser solamente gente que tiene una formación y un talento, o tenía una idea y nadie los sabía y en la secuencia de entrevistas — que van a haber ahora cuando culmine el tiempo del llamado de presentación de proyectos—, si demuestra la suficiente idoneidad y el suficiente grado de avance de su proyecto estará a la par de cualquiera que haya hecho la materia aunque no la haya hecho. Es un llamado completamente abierto.

A.L. — Están pensando en “emprendedores dinámicos”, ese concepto usado por la Red Emprender de emprendedores con gran potencial de crecimiento y de exportación.

F.J. — Exportación sin lugar a dudas, porque el mercado uruguayo es limitado para lo que es ciencia y porque la región generalmente no está muy avanzada en el tema o si está muy avanzada no se autoabastece a ella misma. Entonces, la exportación sí es importante.

Son esencialmente carentes de competencia.

Dinámico… habría que definir lo qué es dinámico en ciencia, por lo general son emprendimientos que tienen un crecimiento mayor quizás en tiempo a un emprendimiento de software, porque se requiere otro nivel de investigación, otra inversión muchas veces, pero sí es exportable y es carente de competencia. Dinámico… deberíamos de definir el concepto. Sí, es dinámico para lo que es ciencia. En un año generar un emprendimiento de ciencia básica, sí es dinámico.

A.L. — De dinámico se desprenden una serie de conceptos como el crecimiento de más de un 20%, etc.

¿Qué costo tiene esta iniciativa para la Cámara de Comercio y la Facultad de Ciencias?

F.J. — El costo total del proyecto son unos US$ 70.000 que se van a invertir, de ese total, un 60% lo financia el programa Emprender y un 40% Facultad de Ciencias y Cámara Nacional de Comercio.

Algo que no comentó Pablo y que es importante es que el programa da la posibilidad a esos dos emprendimientos finales que van a ser empresas, de traer a expertos del exterior. Nos referimos a gente que ya haya hecho ese modelo de negocios y haya sido exitoso y que esa gente pueda hablar un día con el emprendedor que está haciendo eso como en una charla de café y decirle: “Esto me fue bien a mí. En esto la pifié, en esto no…” y eso tiene un valor incalculable. Un gurú del negocio que ya pasó lo mismo que vos en otro lugar del mundo y esté sentado frente a vos, hablándote.

A.L. — Está bueno.

Los incubados ¿cómo pagan la incubación? ¿Se paga de alguna manera o no?

F.J. — La incubación formal en Facultad de Ciencias es firmar un convenio con la facultad y de hecho con la Universidad de la República para hacer el usufructo del equipamiento del laboratorio de alta tecnología por un período de tres años. No necesariamente todos los proyectos que entren en este programa van a incubar porque no necesariamente todos esos proyectos requieren el uso de ese equipamiento. Aquellos que lo hagan, desde ya la facultad está disponible y sí, la retribución es un porcentaje muy pequeño, yo diría que simbólico, de la facturación durante el período de incubación, y además para incubar no se exige que la empresa esté abierta de entrada.

Es un período de tres años, y la única exigencia es que la empresa abra al año. Entonces, una empresa puede abrir al año y tendría que devolver un porcentaje pequeño en los últimos dos años de su estadía en la facultad.

A.L. — Eso está bueno. Porque por ejemplo en Ingenio es al egresar que tienen que dar un porcentaje de la facturación. Acá es, en el principio, que es cuando se va a facturar menos.

F.J. — Cuando se va a facturar menos… y el primer año, es simbólico. Está pensando simplemente para paliar costos de mantenimiento del equipo por el uso que produce desgaste. Algo muy pequeñito.

A.L. — ¿Los que quieran obtener más información a propósito de este tema a dónde se pueden dirigir?

P.G. — Pueden llamar a la Cámara Nacional de Comercio al teléfono 916 12 77 o si no al correo electrónico www.ecien@fcien.edu.uy o en la propia Facultad de Ciencias, llaman a facultad al número central 5258618 y en Asistentes Académicos con mucho gusto los voy a asesorar sobre el programa.

1 Comentario

Dejar respuesta