«Las áreas de mayor diversidad ya fueron muy reducidas por los cultivos»

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El excepcional avance de la producción agroforestal, — en particular la soja y la forestación —, han transformado 2:500.000 de hectáreas de praderas naturales en cultivos.

Alejandro Brazeiro, Lic. en Ciencias Biológicas

Los especialistas en medio ambiente entienden que el cambio de uso y cobertura del suelo es el componente más importante del cambio global y es el principal responsable de la actual crisis de biodiversidad del ámbito terrestre.

En Uruguay, el excepcional avance de la producción agroforestal de los últimos 20 años, — en particular la soja y la forestación —, han transformado 2:500.000 de hectáreas de praderas naturales en cultivos. Esto trajo aparejado la afectación de una cuarta parte del área de mayor biodiversidad que tiene nuestro país.

Estos efectos, según los especialistas, ya no tiene marcha atrás.Un informe sobre los impactos del cambio en el uso del suelo sobre la biodiversidad en el Uruguay, elaborado por expertos de la Facultad de Ciencias, sostiene que en virtud de las presiones económicas para expandir la frontera agroforestal — e incluso, por aumentar estas fronteras —, es urgente gestionar medidas para la conservación del ecosistema de pradera en nuestro país y también en la región.

Para profundizar en estos temas, en particular conocer cómo la soja y la forestación afectan la biodiversidad de nuestro país, conversamos con el licenciado en Ciencias Biológicas Alejandro Brazeiro, uno de los panelistas en la tertulia “Los cambios en la producción agrícola nacional” que se realizará el próximo jueves a partir de las 18 horas, organizada por el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República.Brazeiro tiene un doctorado en Ecología de la Universidad Católica de Chile, está especializado en el área de Biodiversidad y Ecología de Conservación, es investigador del Sistema Nacional de Investigadores; aquí en Uruguay es docente de tres programas de posgrado en la Universidad de la República; publicó más de 50 artículos — 30 de ellos en revistas arbitradas —; y es miembro de la Red Temática de Medio Ambiente.
Alejandro Landoni — ¿Cómo nos podría explicar de forma sencilla y sintética de qué hablamos cuando hablamos de biodiversidad? 

Alejandro Brazeiro — En realidad no es tan sencillo de definir pero para hacerlo simple digamos que la biodiversidad es la expresión de la vida y se expresa en diferentes niveles de organización.Normalmente uno lo asocia con la cantidad de especies, y efectivamente ese es un nivel de la biodiversidad: los lugares donde hay más especies son lugares donde hay más biodiversidad. Pero también se puede hablar de biodiversidad a escala de paisaje: no es lo mismo un paisaje únicamente de praderas que un ambiente donde hay praderas, ríos, bosques, humedales.

También hay otro nivel inferior donde se expresa la biodiversidad que es a nivel genético. Por ejemplo: una población de carpinchos de una región geográfica pueden tener una información genética totalmente distinta de otra población. También a ese nivel esa variabilidad genética se expresa con diferentes morfologías, tamaños, colores de los organismos… ahí se refleja la diversidad genética. 

A.L. — ¿Cómo afectan a esta biodiversidad los cultivos de soja y de forestación que han crecido enormemente en el Uruguay? ¿Cómo ha sido este crecimiento de los cultivos? 

A.B. — No recuerdo de memoria, pero por ejemplo, la soja prácticamente se multiplicó por diez; en los ’80 o ’90 había unas 400.000 hectáreas aproximadamente, y ahora se multiplicó por diez desde esos años hasta la actualidad. La actividad forestal también creció enormemente.Eso genera un fenómeno que a nivel mundial se conoce como cambio de uso de suelo. Es la sustitución de ecosistemas naturales por ambientes artificiales.Si está acostumbrado a ver el Discovery Channel, cuando ve ese tipo de cambios en el ambiente selvático o tropical le choca o le llama la atención y ve que ahí hay un impacto ambiental claro.Pierdo selvas tropicales y las cambio por cultivos.

Cuando se da ese fenómeno, donde se cambian praderas por cultivos, uno no lo nota como un cambio o un impacto ambiental, pero sin embargo lo es, es el mismo fenómeno: estamos cambiando un ecosistema natural por uno artificial. Eso está pasando en forma muy acelerada aquí en toda la región y también en Uruguay. 

A.L. — En cuanto a la forestación, ¿tiene algo que ver que se planten eucaliptos básicamente? ¿Es un tema de monocultivo o es un tema del cambio de un ecosistema natural por un ambiente artificial? 

A.B. — Hay dos cosas: está cambiando un ambiente de pradera — que es donde se plantan los eucaliptos—, donde hay una historia, una evolución del suelo, la vegetación con los organismos, por un ambiente totalmente distinto con especies que no han evolucionado en la zona como los eucaliptos que son de origen australiano, y entonces eso genera que un montón de especies obviamente podrían ser? desplazadas; pierden su hábitat natural. Eso a nivel de biodiversidad. Más allá de que los eucaliptos pueden tener otro tipo de efectos ambientales a nivel de suelo o uso de agua, u otros a nivel social. Pero básicamente, a nivel de biodiversidad es la pérdida del hábitat natural para las especies. 

A.L. — Sé que tiene un mapa de lo que se denominan “puntos calientes” de diversidad de tetrápodos (mamíferos, aves, reptiles, anfibios) —; ¿puede decirnos algún número de cuantas especies habitan en la pradera y cuántos se pierden, cuántos se desplazan cuando aparece el cultivo de soja o la forestación? 

A.B. — Ese un dato que todavía no tenemos claro. En realidad, lo que podemos decir fehacientemente es que la biodiversidad a nivel de ambientes está sufriendo pérdidas importantes. Al perder praderas naturales y bosques y cambiarlas por ambientes artificiales, ahí estamos perdiendo diversidad a nivel de ecosistema.A nivel de especies es muy plausible que se den impactos, por eso hablamos de potenciales impactos porque —incluso a nivel mundial —, todavía no está bien evaluado cuántas especies se pierden porque se requieren estudios bastante prolongados y en Uruguay no tenemos monitoreo de largo plazo de las especies, pero sí estuvimos haciendo, en el caso de los vertebrados tetrápodos (vertebrados terrestres: anfibios, aves, mamíferos, reptiles); los organismos más conocidos en general y son los organismos más grandes que normalmente son los que tienen más problemas de conservación; lo que hicimos fue generar mapas de distribución de esas especies e identificar en cada una de esas seis grandes regiones del país, estos llamados “puntos calientes”, las áreas de mayor valor para la conservación; son los lugares de mayor biodiversidad; mayor cantidad de especies y mayor cantidad de especies amenazadas (especies que están muy propensas a extinguirse porque tienen áreas de extensión muy restringidas.

Esos puntos a nivel mundial se toman como áreas de prioridad de conservación. Por ejemplo, los sistemas nacionales de áreas protegidas se orientan hacia esos lugares, o por ejemplo a nivel internacional los recursos globales hacia la conservación vendrían a ser los “puntos calientes” de conservación. Por ejemplo: en las áreas de las selvas tropicales, lugares de alta diversidad; mucha cantidad de especies endémicas — especies que sólo viven ahí en el mundo, y en otra parte no existen —; se da mucha plata a nivel mundial hacia esos lugares.

Lo que hicimos fue identificar en Uruguay cuáles son esos lugares que deberían de ser prioridad para la conservación y sobreponerlo con el mapa de uso de suelos actual, y ahí detectamos por ejemplo que en una región del suroeste del Uruguay, las áreas de mayor diversidad hoy por hoy ya fueron muy reducidas por los cultivos básicamente.

Algo similar ocurre también en una región de alta diversidad en el norte del país — en los departamentos de Tacuarembó y Rivera —, más que nada asociado a los cultivos forestales; esa zona hoy por hoy ya está muy amenazada porque la gran cantidad de especies que hay en esos lugares cada vez tiene menos hábitat naturales donde reproducirse, alimentarse, desarrollarse.Es muy probable que muchas especies ya se estén perdiendo o se estén reduciendo, aumentando aún más su probabilidad de extinción. 

A.L. — ¿Estas son constataciones que ustedes hacen en la práctica? ¿Son estudios teóricos o son estudios de campo? 

A.B. — Hasta esta etapa son estudios teóricos, pero se basan en información que está obtenida históricamente por estudios de campo. Nos basamos en distribución de las especies basadas en 50.000 registros de especies en el país.Juntamos información de las colecciones científicas de los herbarios, de los principales museos del país, y así mapeamos los registros de las especies en el territorio. En base a eso se hicieron mapas potenciales de distribución de las especies con especialistas de cada grupo. Así se pudo detectar y hacer mapas de diversidad que se construyen con datos históricos, pero que muchos de ellos se corroboran con datos actuales, o sea que esos mapas son muy sólidos. El mapeo de los suelos se hace a través del análisis de imágenes satelitales. Este fue un trabajo que hicimos en el 2007; a partir de imágenes de todo el país y se clasifica el uso del suelo. Para hacer eso se va al terreno y se verifica en varios puntos que la clasificación que uno hace con el satélite se corrobore con lo que está en el terreno, y así se puede estimar dónde hay praderas naturales, dónde hay cultivos, dónde hay forestación; dónde hay ciudades, y estimar el porcentaje de ambientes naturales que quedan remanentes para las especies.

La gran pregunta ahora es si efectivamente esos lugares, que ahora están dominados por medios artificiales, por cultivos y por explotaciones, son desiertos biológicos; que sabemos que no.Algunas especies doblegan a esos ambientes y viven allí, pero principalmente son las especies muy generalistas que no dependen de un hábitat natural muy particular. No son especies especialistas que requieren bosque nativo, intocado… esas lo más probable es que no puedan desarrollarse en ambientes antropizados.Ahora básicamente los siguientes pasos que queremos dar y estamos comenzando a hacer es con datos del terreno, —como tenemos las especies potenciales de esos terrenos —, ver cuáles son las especies observables hoy por hoy y con esos datos estimar las especies que ya estarían perdiendo en esas regiones del país. 

A.L. — ¿Qué institución está haciendo esos estudios?

A.B. —La Facultad de Ciencias y algunas cosas las hemos hecho en contacto con la Facultad de Agronomía, más que nada apoyando toda la parte de vegetación de bosques; y algunos proyectos también los hicimos en vinculación con la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama).

De hecho, algunos de estos estudios de diversidad y distribución que usamos para identificar todos estos sitios de principal o mayor poder de concentración, los hemos presentado ante la Comisión Asesora de Áreas Protegidas para que se tomen en consideración argumentos, ahora que justamente estamos armando el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país; para que esta información se tome en cuenta y que pueda lograr un sistema que sea lo más eficiente y que apunte a los lugares de máxima prioridad. 

A.L. — La tertulia “Los cambios en la producción agrícola nacional” que se realizará el próximo jueves a partir de las 18 horas, organizada por el Espacio Interdisciplinario de la Universidad de la República (Rodó 1843), es la inauguración de los Cafés y Tertulias del Espacio Interdisciplinario.

Participará Brazeiro y entre siete u ocho panelistas de primer nivel que hablarán sobre los cambios en la producción agrícola nacional.Le preguntaba por ese mapa — sé que usted participó en ese trabajo junto con otros especialistas —, de la biodiversidad en Uruguay, que se hizo en agosto del año pasado y por el cual se establecieron 32 cuadrículas que estarían englobando el 96.5% de las 544 especies de tetrápodos en nuestro país.¿Qué viene a ser esto? 

A.B. — Este fue un proyecto que financió el Programa de Desarrollo Tecnológico del Uruguay que ejecutamos con la Facultad de Ciencias, la Facultad de Agronomía y la Dinama. Básicamente este proyecto apuntaba a generar información sobre biodiversidad y hacer una propuesta de un conjunto de áreas de alto valor en biodiversidad de tal forma de ser lo más eficiente posible. La idea es que el Sistema de Áreas Protegidas conserve la mayor cantidad de especies por peso invertido.

Esa es la idea… la mayor eficiencia.Aparte la idea es que el sistema sea más representativo de toda diversidad y regiones del país. Básicamente lo que hicimos fue generar una enorme base de datos de biodiversidad de vertebrados y leñosa (de arbustos y árboles) del país y esa información mapearla en función de una grilla que dividía al país en 302 cuadrículas.

Esa información se mapeó, luego se hicieron mapas de distribución potencial de las especies y a partir de esa información, con el apoyo de especialistas de cada grupo se evaluó en qué medida las diferentes cuadrículas se asemejaban en función de la composición de las especies. Así se generaron zonas o bioregiones dentro del país definidas por un conjunto de especies propias del lugar.Encontramos seis grandes bioregiones del país, definidas por un conjunto de especies en particular.Tengo que decir que si quiero conservar una muestra representativa de toda la biodiversidad del país voy a tener por lo menos áreas protegidas en cada una de estas seis regiones.

El siguiente paso fue — dentro de cada bioregión —, identificar los sitios de mayor prioridad para la conservación; de mayor relevancia. Entonces, dentro de cada bioregión lo que hicimos fue estudiar las cuadrículas con mayor número de especies y con mayor cantidad de especies amenazadas, y allí detectamos o pudimos valorar en forma diferente las diferentes cuadriculas de cada región y finalmente lo que hicimos fue evaluar el uso del suelo y determinar el grado de naturalidad en cada una de las cuadrículas. Luego, cruzando la información de la relevancia ecológica — sitios de alta diversidad y especies amenazadas y que además consideramos sitios de alta naturalidad —; determinamos dentro de la región donde era recomendable hacer un área protegida; un área de gran valor ecológico y alto grado de natural, lo que facilita que la concertación se pueda llevar adelante.

El siguiente paso fue que a partir de esa información generamos una propuesta concreta que se basó, por un lado, en una meta que de alguna manera el país ha asumido -al ser firmante del Convenio de Diversidad Biológica-, de generar en el 2010 un sistema de conservación que proteja al menos el 10% de su territorio. Esto para Uruguay, que recién está dando los primeros pasos, muy desafiante y es difícil de llegar, pero la meta es importante porque nos obligan a trabajar en esa dirección.

A.L. — ¿Pero es la meta para el año que viene del Sistema Nacional de Áreas Protegidas? 

A.B. — Exactamente.Es decir, si queremos llegar a un 10% deberíamos tener de esas 300 cuadrículas que componen al país, por lo menos unas 30 áreas protegidas en 30 cuadriculas. Lo que hicimos fue elegir cuadrículas, las de mayor prioridad son las de mayor naturalidad, en forma de abarcar todas las regiones del país. De tal forma que las regiones más grandes tuvieran una cantidad de áreas proporcionales a su tamaño como áreas que recomendamos incorporar al Sistema de Áreas Protegidas.

Así se generó una propuesta que abarca 32 áreas de alto valor ecológico y de alto grado de naturalidad y que son representativas de las diferentes regiones del país, y que además toman en cuenta las áreas que ya el Sistema Nacional de Áreas Protegidas venía llevando gestiones adelante. Hay varias áreas que ya están muy encaminadas e incluso algunas de ellas ya se han incorporado al Sistema Nacional de Áreas Protegidas como Esteros de Farrapos, Cabo Polonio o Quebrada de los Cuervos.

Por lo menos es un mapa que da una ruta hacia dónde deberíamos avanzar.

A.L. — ¿Cuánto tiempo estuvieron haciendo ese mapa? 

A.B. — Fue un proyecto de dos años. 

A.L. — ¿Cuánta gente trabajó? 

A.B. — Quince personas aproximadamente: ecólogos, geógrafos, zoólogos, especialistas de cada grupo y botánicos.

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