«Podemos convertirnos en un lugar muy codiciado por el europeo»

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La Organización para la Conservación de los Cetáceos promociona en Europa La Ruta de las Ballenas Francas, un circuito que apunta al turismo responsable y sostenible.

Rodrigo García, coordinador de OCC

El pasado viernes los montevideanos pudimos observar una ballena en la entrada del Puerto de Montevideo, próxima a la Escollera Sarandí. Para los que la vimos fue realmente una suerte, porque se estima que hay solamente unas 8.000 de estas ballenas en todo el Hemisferio Sur y tan sólo unas 300 en el Hemisferio Norte.

Entre agosto y noviembre las costas uruguayas reciben a las ballenas francas australes y año a año aumenta el número de personas que quieren avistarlas. Para esta temporada, nuestras costas cuentan con nueve Plataformas Costeras que han sido colocadas para mirar las ballenas y también para avistar aves marinas. Además, desde los Puertos de La Paloma y de Punta del Este se ofrecen excursiones embarcadas para la búsqueda de avistamientos de estos cetáceos.

Las autoridades afirman que Uruguay está siguiendo los procedimientos compatibles con las prácticas conservacionistas manteniendo un código estricto de conducta que permita un avistamiento seguro para las personas y también para estas ballenas que están en vías de extinción. Rodrigo García, biólogo y coordinador de la Organización para la Conservación de los Cetáceos de Uruguay, explicó cómo están buscando promocionar en Europa La Ruta de las Ballenas Francas, un circuito que apunta al turismo responsable y sostenible.
Alejandro Landoni — La última vez que entrevistamos a Rodrigo García fue cuando él y otros integrantes de la Organización para la Conservación de los Cetáceos hicieron un relevamiento aéreo de las ballenas francas. Un relevamiento que empezó en Piriápolis y terminó en Río de Janeiro; 4.000 kilómetros sobrevolando por línea de costa en helicóptero para contar ballenas, y contaron 188. 

Rodrigo García — Hicimos nuestro tramo costero hasta el Chuy y hace tres días volvimos hacerlo también con la Fuerza Naval y fue realmente una experiencia impresionante. 

A.L. — ¿Cuántas vieron en esta oportunidad? 

R.G. — Fueron 25 contra las 32 del año pasado, — pero, el año pasado fue en setiembre, así que pensamos repetirlo en setiembre para ver si hay una razón por la cual en setiembre esté más concentrada la cosa —. Se nos escaparon varias aunque fue un vuelo de seis horas en helicóptero, a baja velocidad (150 km por hora más o menos) y con la puerta abierta, que así es muy fácil divisarlas. Seguro que se nos escaparon varias de ellas, pero vimos dos albinas (ballenas blancas de la especie franca austral) que por año nacen seis en el mundo. Tenemos una en nuestras costas recién nacida y también había una sub adulta, un poco más grande y más grisácea.Hicimos unas tomas y fotografías increíbles justamente para censarlas, y esa ballena montevideana fue el tercer registro que tenemos de ballenas en la capital. 

A.L. — Me imagino que es poco frecuente ver una ballena en el Río de la Plata, por el tema del agua que es más dulce; muy bueno no debe de ser para la ballena. 

R.G. — Observamos la primera aparición de una ballena en costas montevideanas al año siguiente que se hizo el saneamiento en Montevideo, ya que la calidad de agua de la costas estaba en condiciones óptimas. Eso se relacionó a la presencia de la ballena y después se volvió a ver otra vez — esta es la tercera vez que se ve —; es como una promotora de la cuestión para los montevideanos, que a veces les cuesta creer que suceda este espectáculo en las costas, ahí la tuvieron, en plena Escollera a pocos metros. 

A.L. — Y tuvieron la competencia de las cuatro grúas del Puerto que fueron promocionadas justamente como si vinieran las ballenas. Decían que estaban acercándose, que se iban a avistar. Los montevideanos tuvimos la posibilidad de ver esos dos espectáculos en 24 horas. 

R.G. — Sí fue algo increíble, pero también tuvo su riesgo, porque la coalición es frecuente en este tipo de zonas. 

A.L. — Y además estaba prácticamente en el acceso al Puerto. ¿Qué vienen a hacer las ballenas a nuestras costas? 

R.G. — Es época de reproducción; estamos en su época de apareamiento y de nacimiento de sus crías.Lo que hemos visto desde el año ‘95 que venimos trabajando, son grupos de apareamiento; grupos de madre-cría y justamente esa es la importancia que tiene esta área para esta especie que todavía depende de la conservación.Como usted bien dijo, son 8.000 animales y esta área es importante, en todo el Hemisferio Sur, para estas especies. Es un privilegio tener esas áreas; ser parte de estas áreas de reproducción y además, los datos están dando que en esta zona o región el crecimiento poblacional es el doble que en Península Valdés. El crecimiento poblacional es de 14% anual.

A.L. — La Organización para la Conservación de los Cetáceos en Uruguay había anunciado que en el mes de junio iba a hacer una recorrida por tres importantes ciudades europeas para atraer turistas hacia nuestro país, en particular hacia la Ruta de las Ballenas Francas. ¿En qué consiste la Ruta de las Ballenas en las costas uruguayas? 

R.G. — Para empezar es todo un desafío. Es una propuesta de turismo responsable y sostenible; eso es muy nuevo para nuestro país porque involucra un montón de condiciones ambientales, sociales y económicas en las cuales nuestro país está todavía por empezar.Estamos muy acostumbrados al turismo tradicional de “sol y playa” y creo que ninguno de nosotros somos ajenos al estado en que quedan las playas después del verano (residuos, energía que no da a vasto, etcétera).

Este turismo trata de las prácticas ambientales y de códigos de conducta no sólo en el mar sino también en la tierra. Todo lo que se hace antes de llegar al momento del avistaje de las ballenas: qué sucede cuando uno va al hotel; en qué tipo de hotel se aloja — no sólo por el tema del servicio, sino sobre todo por las prácticas ambientales —.

Todo esto respondiendo fundamentalmente a un tema que nos preocupa mucho que es la conservación del hábitat marino costero de la ballena. No podemos estar promocionando un turismo que sea contraproducente a lo que queremos lograr que es la conservación, por eso es que desde el 2002 se viene trabajando bastante en ese sentido con las diferentes autoridades del Ministerio de Turismo, de Medio Ambiente, Prefectura, en las diversas estrategias, como también están los miradores, hay un decreto que regula el avistaje.

Todo esto forma parte de una estrategia que lleva tiempo, porque hay un componente esencial que es el empresarial. Al hotelero, al operador turístico que quiere hacer dinero (obviamente, ese es su fin), tenemos que convencerlo de que lo haga bajo cierta modalidad. Fuera de temporada, — que es sobre todo cuando viene la ballena —, hay que trabajar en muchos temas que tienen que ver con las prácticas ambientales y donde el turista es el factor elemental de esto, porque el mercado emergente en el mundo del turismo hoy está compuesto por este tipo de turistas que tienen un alto poder adquisitivo y que además busca destinos raros, exóticos como Uruguay, que no están siquiera en el mapa.

Si a esto le sumamos esta paz y seguridad que tiene nuestro país en relación a muchos países de Latinoamérica y del mundo, y le sumamos esto de la calidad ambiental y de un servicio adecuado, podemos convertirnos en un lugar muy codiciado por el europeo y por el alemán, que es el más viajero en el mundo.

Eso se vio fundamentalmente con el recorrido por Europa de Cancillería; de Embajadas de Italia, Alemania y España, donde fuimos para presentar este producto, que a las mismas Embajadas les sorprendía. No solamente hablar de turismo sostenible, que ahí ya en las Embajadas nos preguntaban de qué estábamos hablando, pero  también del hecho de que hay ballenas; el 80% de las Embajadas no sabía que había ballenas excepto en Italia donde está el embajador Alberto Breccia, que nos conocía porque cuando hicimos la campaña aquella en el Parlamento, se informó del tema de las ballenas. 

A.L. — ¿Usted dice que los embajadores uruguayos de Alemania, España e Italia no sabían que las ballenas venían a visitar las costas uruguayas?

R.G. — Digamos que el Cuerpo Diplomático en su mayoría no estaba informado; o sabían medio “de rebote”, tenían información a medias; no tenían información adecuada como para poder transmitirla y menos promocionar el tema.Entonces, ese fue también un paso importante, que tuvieran la información adecuada desde la propia Embajada y a partir de ahí la Embajada misma generó un par de conferencias en cada uno de estos países con operadores de turismo con este perfil de buscadores de naturaleza y cultura. 

A.L. — Parece increíble que venga un europeo a ver ballenas hasta el Uruguay, ya que es un viaje largo y costoso para ver un espectáculo de un animal que está en vías del extinción. Se podría pensar que es bravo que la gente se enganche para ver esto porque quizás viene y no ve nada. 

R.G. — No, justamente la propuesta no solamente es la ballena sino que además el que viaja no viene con un objetivo sino que viene como parte de un paquete, que incluye las Cataratas del Iguazú, Buenos Aires o el sur de Brasil, “y de paso cañazo” vienen por Uruguay, donde Colonia es un destino muy común; Montevideo también y Punta del Este en verano.

A este tour o paquete que ya es un clásico se le incluyen estas modalidades regionales. Es decir, que por ejemplo cuando venga un alemán le puedan ofrecer además de ese tour clásico de Cataratas, Colonia, Buenos Aires; la posibilidad de ver ballenas y de ir además a Punta del Diablo o a Cabo Polonio, que en esta época es realmente un paraíso y va más allá del tema del frío ya que a ellos no les preocupa el frío sino que van buscando naturaleza, y por cierto que la pueden encontrar en este momento.

La idea es agregar la ballena como un componente más, como un factor que enriquece cualquier tipo de paquete.Promocionarlo por sí mismo es difícil. Hay 12 o 15 millones de turistas que buscan ballenas en todo el mundo con este objetivo, pero cuando por ejemplo van a Península Valdés hacen escala en Buenos Aires y se quedan un par de noches y de paso van a La Patagonia. Ven ballenas, pero también ven todo ese conjunto que se les ofrece y esa es la idea; La Ruta de la Ballena ofrece un conjunto de complementos que son: las Sierras de Rocha, las lagunas, el Bosque de Ombúes, Cabo Polonio, etcétera.

A.L. — Ustedes tienen una red de colaboradores que les van diciendo dónde se están viendo las ballenas, y toda esa información la publican en su página de Internet… 

R.G. — Exactamente, año a año se van sumando más colaboradores que van diciendo por dónde las ven, con la idea de que todos podamos estar informados y salir a buscarlas.Ahora están en toda la costa, están instaladas en la bahía de Maldonado, donde ya hace tres semanas que se las ve. Hay varios grupos y entre ellas había una albina; en La Paloma también se las están viendo permanentemente, así que hasta fin de octubre esto es normal. La gente nos pregunta a qué hora salen; dónde están… la propuesta es salir a buscarlas desde los puntos estratégicos; desde Piriápolis, con buenos binoculares y buenos abrigos las van a ir encontrando.

Hay que dedicarle tiempo; hay que observar el mar y el soplido clásico de la ballena va a ser la señal para maravillarse de un espectáculo que es todo un privilegio para Uruguay en el mundo.Para todos aquellos que quieran participar y quieran tener más información, la página es www.occ.org.uy.

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