Delicias Criollas: innovación para valorarizar las tradiciones

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La cooperativa Delicias Criollas, un emprendimiento conformado por mujeres de todo el país, desarrolla recetas caseras con tecnologías que garantizan la calidad.

Nancy Cabrera y Carmen Martínez, de Delicias Criollas

Las mujeres rurales tienen una problemática específica. Muchos especialistas e incluso ellas mismas denuncian aislamiento e invisibilidad, entre otras cosas. Para mejorar los niveles de participación y capacitación de las mujeres rurales es que en 1994 se creó la Asociación de Mujeres Rurales del Uruguay, que realizó y realiza un árduo trabajo con el objetivo de unir a mujeres de todo el país para intercambiar experiencias y generar actividades de distinto tipo.

Entre estas iniciativas surgió en el año 2004 la cooperativa Delicias Criollas, un emprendimiento productivo que hoy está conformado por 15 grupos de mujeres de 11 departamentos que desarrollan distintas líneas de productos regionales y que incorporan viejas recetas caseras —de las abuelas, por ejemplo—, con nuevas tecnologías que garantizan la calidad.

Esta tarde, con Nancy Cabrera y Carmen “Negrita” Martínez, presidenta e integrante respectivamente de la cooperativa Delicias Criollas, conoceremos más en profundidad cómo funciona esta cooperativa y para comenzar escucharemos el audio de un video institucional de Delicias Criollas, donde las propias emprendedoras presentan su emprendimiento:

 

— “Todas teníamos algo en especial que hacíamos, que nos quedaba rico y lo dábamos a probar a nuestras familias y ellos nos decían ‘esto sí que está rico, podés hacerlo’. Viene un poco de generación en generación, transmitida de nuestras abuelas”…

— “de la vecina, de la abuela, de la tía”.

— “Después vimos que en un mercado como el de hoy, eso no alcanzaba y había que ponerle tecnología… adelantos”.

– “Compartir la experiencia en estas etapas de la cooperativa con técnicos jóvenes, ha sido estupenda”

— “A mí me aporta seguridad, confianza. Saber que lo que estoy haciendo está bien hecho.”

— “Pensábamos… mirá si en los supermercados te piden millones de frascos… ¡qué hacemos! Era como no tener mucha idea. Después que empezás a estar en este mundo, decís ‘bueno… se podía’. Nos asustaba mucho más de lo que debíamos?”

 

Alejandro Landoni — Uruguay está altamente urbanizado, sólo el 6% de la población vive en el medio rural.

Esta cooperativa está trabajando desde el año 2004 y logró reunir a 150 mujeres rurales de 11 departamentos. Es una cifra interesante e incluso tienen un premio internacional de Holanda, fueron seleccionadas entre cientos de proyectos presentados de todo el mundo, para un trabajo que se llama “Innovando desde lo tradicional. Una oportunidad de expansión de negocio” y buscan hacer productos light o reducidos en azúcar, nativos y hortalizas envasadas al natural.

¿Cómo fue el proceso de formar la cooperativa que hoy agrupa a 150 mujeres rurales?

Nancy Cabrera — La cooperativa nace en el seno de la Asociación de Mujeres Rurales. Empezaron a darse etapas en la asociación, en las cuales se hacían distintas capacitaciones a nivel productivo y cuando llegaba en momento de comercializar, como la Asociación de Mujeres Rurales es una asociación civil, eso no permitía encarar el mundo comercial, así que había que buscar una forma.En principio, hubo una mujer que hace muchos años preguntó por qué no podíamos ser la Conaprole de las mermeladas. Así, buscando el camino, se llegó a hacer una cooperativa. La cooperativa es una herramienta económica, y trata de dar autonomía económica para las mujeres. Todos los procesos que se viven en la asociación y en la cooperativa son complejos, lentos. Hay que tener mucha paciencia y ser muy perseverantes. Todo cuesta mucho.

A.L. — Retomando lo que usted mencionaba de dar autonomía económica a las mujeres repasé una entrevista que realicé hace muchos años a Mercedes Antía que obtuvo un premio como mujer rural emprendedora, que sostenía que las mujeres rurales viven a veces en forma aislada y que trabajan mucho —a la par de sus maridos—, pero su trabajo es invisible.

También decía, que aunque muchas veces las mujeres tengan emprendimientos propios dentro del emprendimiento familiar, a veces es el marido el que maneja el dinero.

¿Esta situación se sigue dando?

Carmen “Negrita” Martínez — Por suerte ha evolucionado. Esto ha cambiado mucho, porque antes eso era así. Vivo en un medio rural, nací y me crié viendo esas cosas.

A.L. — ¿Dónde vive?

C.M. — En San Gregorio de Polanco. Nací y me crié en el campo, porque mis padres trabajaban en el campo, y se veía muchísimo a la mujer que tenía su emprendimiento y que trabajaba todo el tiempo pero que jamás en la vida veía el dinero. Lo recogía su esposo y estaba aportando también a la casa, pero sin independencia económica, sin una valoración como mujer.

Esto es lo que se ha ido logrando con el correr de los años con la asociación, con la cooperativa. Sobre todo el empoderamiento, el crecimiento de la mujer. No sólo el aspecto económico, también el aspecto social. El que se la reconozca. Eso ha cambiado mucho… por suerte.

N.C. — Se ha luchado mucho para que cambie.

Igual creemos que hay realidades difíciles y diversas, pero forman parte de la cooperativa que es un emprendimiento comercial, donde siempre y en cada instancia se atiende en cada taller esos aspectos en los cuales se pueda valorizar el trabajo que hacen las mujeres.

El trabajo productivo “extra” como las mermeladas, los alfajores que hace “la Negrita”, pero además el otro trabajo que también se hace en el predio y que a veces tampoco se reconoce. Trabajamos mucho para que eso sea tenido en cuenta y que la familia y el medio valorice el trabajo de esas mujeres.

A.L. — En la cooperativa Delicias Criollas, a parte de la autonomía económica que buscan y la parte de las ventas, ¿se trata de dar una red de apoyo social? ¿Se hablan estos temas?

C.M. — Sí, por supuesto. Se apunta mucho hacia ese trabajo. Además, hemos tenido capacitación, talleres de género para poder lograr todas esas cosas.

N.C. – Además, se trata de que en cualquier instancia de capacitación, aunque sea para mejorar la mermelada, la perspectiva de género esté siempre presente, que sea una cosa transversal en todas las instancias en las que nos reunimos y estamos.

A.L. — Seguimos escuchando otra parte del audio del video institucional de Delicias Criollas donde podemos escuchar distintos testimonios de algunas de las integrantes de la cooperativa:

 

— ”Delicias Criollas para mí es una ventana que se nos abre para poder abrirnos a nuevos mercados.”

— “Para mí, significa mucho. Ampliar lo que ya veníamos haciendo, sintiendo que somos un grupo más grande que hoy por hoy es parte del existir de nosotros. Hoy vivimos y peleamos por lo que es Delicias Criollas”.

— “Nosotras soñamos con que la cooperativa tenga muchas más mujeres, muchos más productos, que sea empresa líder en el mercado, que exportemos… Ah, nosotras…. ¡soñar a lo grande!”

— “Que a través de esos productos se conozca más el campo. No sólo que estén en el mercado acá interno, sino que esté abierto a otros países.”

— “Que siga creciendo, porque hoy por hoy yo no le veo el techo a Delicias Criollas”.

— “Esperamos ser muchas más”.

– “Y sobre todo que aquellas mujeres que quieran quedarse en sus lugares, puedan. Que sirva la cooperativa para que alguien la ayude a seguir viviendo en esos lugares. Especialmente eso”.

 

Esta parte del video habla de los sueños y del trabajo enorme que tienen por delante. Nancy Cabrera decía que hace muchos años una mujer preguntó “por qué no podemos ser la Conaprole de las mermeladas” .

¿Cuáles son los productos “estrella” que tiene la cooperativa actualmente?

N.C. — Tenemos más de 60 productos. Tenemos líneas de almíbares, de mermelada, de jaleas, de hortalizas en vinagre, licores, panificados. Es una línea muy amplia y tenemos algo bien interesante que son diferentes packings atractivos para regalos empresariales, Se hacen distintas presentaciones con cajas para poder llevarse en los aviones por ejemplo, en canastos. Son propuestas muy interesantes y variadas.

A.L. — Me llamó la atención en el packaging que tienen, donde se puede apreciar un fenómeno de diseño gráfico de cajas y de canastas bien interesante.

¿Cómo surge esa necesidad? Muchas veces sabemos mucho de nuestros productos, de las mermeladas, conservas… pero esa otra parte es más difícil.

N.C. — En el año 2008 empezamos a hacer un plan de negocios para el cual nos apoyó la Cámara de Comercio. Formó parte de ese análisis, de detenernos y revisar nuestro anterior funcionamiento, de por ejemplo, cambiar la imagen. Como ve ahora el diseño de logo es una cosa muy sencilla y acorde a estos tiempos.

A.L. — Es un trazo como un dibujo.

N.C. — Infantil.

A.L. — Un trazo con una línea recta que podría simbolizar una mesa y donde se ve una manzana con un cabo y una hojita, un corazón en el medio y una olla a la derecha. Abajo de ellos dice con una tipografía bien sencilla “Delicias Criollas” y con un trazo como escrito a mano, dice: Homenaje a nuestra tierra, en blanco y negro.

N.C. — Cuando la diseñadora trajo esta nueva imagen y la presentó a las integrantes de la cooperativa, fue muy shockeante porque nos parecía muy pobre esa imagen… un tracito infantil, pero a medida que fue pasando el tiempo nos fuimos encariñando con esa imagen y además, hemos ido escuchando a gente distinta que en realidad era a eso a lo que se apostaba… que la gente viera eso así sencillo y a través de eso se diera cuenta de lo qué éramos.

Eso creo que se logró. La gente lo ve y dice “¡Qué precioso!”

Hace poco, una chica brasilera que se casó con un uruguayo y que la encontramos y nos dijo “¿Saben que el souvenir de mi casamiento fueron los frasquitos chiquitos de ustedes? Vi eso y dije: ‘esta cosa tan tierna y tan cálida me encantó’”. Entonces, a la gente que de afuera le significara eso… se cumplió el objetivo.

A.L. — Esto también habla de la permanente incorporación de visiones de otros con el propósito de mejorar el emprendimiento.

Ustedes también han incorporado tecnología a las antiguas recetas familiares de las abuelas

C.M. — Claro. Están los ingenieros químicos en alimentos que trabajan con todos los grupos,… las pailas porque sería imposible mezclar mermeladas en ollas como hacían nuestras abuelas.

A.L. — ¿En qué las preparan?

N.C. — Preparamos una línea llamada “masiva”, que es son las mermeladas que más se venden (durazno, frutilla e higo), las hacemos en una paila que es una especie de olla grandísima que tiene un revolvedor.

A.L. — Es más industrial.

N.C. — Claro, pero igual pelamos las frutas a mano. Se hace todo el trabajo, lo que se obvia es que ponemos mucha más cantidad y el revolvedor revuelve, no somos nosotras las que tenemos que hacerlo. Eso para las mermeladas “masivas”. Las otras más especificas se siguen haciendo en olla.

También, que los ingenieros controlen todos los procesos, porque hoy en día se maneja mucho, no ya el control del frasco —que saquen un frasco de la góndola de un supermercado y miren cómo está—, sino el control de los procesos, que se vaya viendo a través de todo el proceso de elaboración que se cumplen todos los requisitos, toda la especificación. Eso es el control.

Tenemos manuales de buenas prácticas de manufactura, tenemos todos los controles que garanticen que los productos son de excelente calidad.

A.L. — ¿Dónde se hacen las mermeladas? La cooperativa tiene mujeres repartidas en 11 departamentos.

¿Cómo es la comunicación interna? ¿Cómo se asegura una calidad única? ¿Dónde centralizan las cocinas?

N.C. — En cada localidad hay una cocina. En Tomás Gomensoro hay cocina, en San Gregorio de Polanco, en Flores, Castillo, Dolores, Fraile Muerto en Cerro Largo, Quebrada de los Cuervos en Treinta y Tres, en Aiguá en Maldonado, en Colonia Wilson, en San José, Juanicó, Rincón del Colorado, en Punta Espinillo, en Montevideo.

A.L. — ¿Todas las cocinas son grandes?

N.C. — No, son acorde a lo nuestro. Hemos tenido grandes dificultades. Especialmente, eso pasó en Montevideo. Como que no estaban preparadas “las cabezas” de las oficinas de la Intendencia para habilitar pequeños lugares.

Trabajamos mucho para lograrlo y por suerte se pudo articular bien. Costó, pero habilitaron lugares pequeños que cumplen todas las reglas como los azulejos, las mesas de acero inoxidable, la luz, etc.

Que aceptaran que eran pequeños lugares.

Por ejemplo, había un emprendimiento lácteo y nos decían: “Si quieren hacer yogures tienen que tener un galpón para el yoghurt y otro galpón para el dulce de leche”. Aceptar que en el mismo galpón un día se hacía dulce de leche, otro día se hacía yoghurt y otro día se hacía el queso… se podía articular y armar.

Esas fueron grandes conquistas… que habilitaran pequeños lugares.

A.L. — Los certificados bromatológicos para vender de un departamento a otro es un trámite “kafkiano”.

N.C. — Eso es algo que nos ha llevado años de lucha y seguimos igual.

“La guerra de las patentes” en la Bromatología, es igual.

A.L. — ¿Cómo aseguran la calidad uniforme del producto?

N.C. — Se mide. Por ejemplo, las mermeladas se miden. Se utiliza un aparatito que se llama refractrómetro entonces la concentración de los óleos solubles del azúcar es la misma.

Ahora igual hemos tratado de especializar. En Colonia Wilson hay productores de frutilla, entonces el grupo hace mermeladas de frutilla en Colonia Wilson.

En Castillos hacen licor de butiá porque tienen butiá. Tratamos de regionalizar las cosas y nos ayuda a bajar los costos.

A.L. — ¿Si hay una persona que quiere hacer mermelada de frutilla en otro lado del país que no sea Colonia Wilson?

N.C. — Eso lo tenemos centralizado. A nivel central en la cooperativa se compran los frascos en Montevideo, porque los importadores están acá. Tenemos convenio con ALUR entonces le compramos azúcar a ALUR y luego les enviamos frascos, botellas, azúcar a los distintos lugares.

Nos organizamos y hacemos como el pedido el año. Si a las mujeres de Cerro Largo se les da por hacer mermelada de frutilla… no, porque la mermelada de frutilla se hace en Colonia Wilson. Está armado porque si no es imposible.

A.L. — Hay una planificación. ¿Qué volúmenes están manejando?

N.C. — Depende. Hemos crecido siempre.

El primer año que empezamos a hacer la producción masiva por el plan de negocios nos decían “No pueden salir a ofrecer lo que no tienen”. “No pueden ir a una gran superficie a ofrecer una mermelada porque si les preguntan cuántos frascos tienen, ustedes no pueden responder: El año que viene podríamos hacer tantos frascos”. No. “Ustedes cuando les preguntan cuántos frascos tienen, tienen que decir: “Tenemos tantos miles de frascos”.

Está bueno, porque siempre era complicado el encarar a las grandes superficies para poder conseguir las ventas. Todo ese mundo que a uno le parecía de “Mirá si te piden y no tenés”, … en realidad, no es tanto.

Después a partir de esa vez que hicimos un volumen más importante, ajustamos las mermeladas y sabemos que de tal mermelada tenemos que hacer más y de otra un poco menos. Lo vamos manejando mejor.

A.L. — ¿Cuál es el volumen que manejan ahora?

C.M.— Depende de las variedades.

N.C. — Hacemos cuatro mil frascos de una mermelada, cinco mil de otra. Hablo de las mermeladas “masivas”. De las otras hacemos menos.

A.L. — Tienen muchos proyectos nuevos. En el audio del video institucional hablaban de que “No hay techo”. Eso está bueno, porque en Uruguay, los empresarios a veces no piensan de esa manera.

Ustedes ya ganaron un premio internacional para desarrollar una línea de productos light, uno de productos nativos y otro de hortalizas envasadas al natural.

N.C. — Claro. Una de las cosas que nos piden aquí en el país, es que hayan mermeladas light pero sin aditivos. Lo nuestro es la pulpa de la fruta, el azúcar y nada más. El azúcar, funciona como conservante y según nuestra regulación bromatológica tenemos que tener un determinado nivel de azúcar que no se puede bajar porque si no, no habilitan el producto. Entonces, el desafío de poder hacer una mermelada baja en calorías pero sin agregarle conservantes, es un gran desafío.

Parte del premio es poder trabajar en esa nueva línea de productos. Es un desafío interesante.

A.L. — ¿En el ánimo de ustedes está la exportación?

N.C. — Está. Lo que pasa es que nosotras llegamos en una coyuntura horrible en esto de la exportación.

Cuando hicimos el plan de negocios estaba todo como muy armado y estalló la crisis y se nos complicó mucho.

Hemos participado en la feria de Hannover en Alemania que es una feria de alimentación de las más importantes del mundo. Fue nuestra compañera que se encarga de realizar las ventas y no había manera de ajustar los costos… el dólar. Era todo muy difícil.

Igual pensamos que por ahí es por donde vamos a tener que al fin poder lograrlo. Hemos concretado pequeñas cosas como en alguna feria en Chile o en Brasil,… pequeñas cosas, pero no lo que quisiéramos hacer de volúmenes para exportar, pero por ahora en esta coyuntura no estamos pudiendo.

Estamos viendo ampliar el mercado interno, en el cual por suerte estamos teniendo siempre posibilidades.

A.L. — Los que quieran comprar de Delicias Criollas, ¿dónde lo pueden hacer?

N.C. — Nuestro local está en el Mercado de los Artesanos, en San José y Yaguarón, por un convenio con la Asociación de Artesanos, y allí están todos los productos. También en las grandes superficies como Tienda Inglesa, Disco, Géant, Devoto y en algunos pequeños lugares.

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