«En un territorio relativamente pequeño tenemos una muestra de bastante biodiversidad»

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El licenciado en Ciencias Biológicas Alejandro Brazeiro es uno de los integrantes del núcleo interdisciplinario sobre Biodiversidad y Sociedad de la Universidad de la República.

En el Año Internacional de la diversidad biológica, Producción Nacional comienza hoy un ciclo sobre cambio global desarrollado con los especialistas del espacio interdisciplinario sobre Biodiversidad y Sociedad de la Universidad de la República.

El cambio global, el tema específico del cambio climático, la eficiencia energética y las energías renovables van a tener un gran protagonismo en esta temporada de Producción Nacional no sólo en la radio, sino también en nuestro programa de televisión y en nuestra página web.

En esta primera entrega del ciclo conversamos con el licenciado en Ciencias Biológicas Alejandro Brazeiro, uno de los integrantes del núcleo interdisciplinario sobre Biodiversidad y Sociedad de la Universidad de la República.

Brazeiro es doctor en Ecología de la Universidad de Católica de Chile y está especializado en el área de la Biodiversidad y Ecología de la Conservación; es investigador del Sistema Nacional de Investigadores; tiene más de 50 artículos publicados —30 de ellos en revistas arbitradas sobre estos temas—, y es miembro de la Red Temática de Medio Ambiente.

 

Alejandro Landoni — ¿Qué es el núcleo interdisciplinario sobre Biodiversidad y Sociedad?

Alejandro Brazeiro — Este núcleo responde a una iniciativa de la Universidad de la República de generar grupos de investigación y centros de investigación interdisciplinarios, porque había un déficit en ese sentido en la universidad.

En ese llamado, con un grupo de colegas ecólogos, biólogos, agrónomos, antropólogos, generamos una propuesta que salió favorecida para armar un grupo que apunta de investigar en el área de la vinculación entre la ecología mostrando la biodiversidad (los cambios de la diversidad) y los aspectos sociales para evaluar en qué medida la biodiversidad genera servicios ecosistémicos; recursos y valores a las comunidades y en qué medida se asocia la biodiversidad con el bienestar social. Esa es un poco la vinculación.

Hay una relación muy loca, porque por un lado el hombre afecta a la diversidad, a la naturaleza y por otro lado depende de ella, porque saca recursos, bienes y servicios.

La idea es estudiar desde la ecología, desde las áreas más sociales de la antropología y hasta de la economía esa vinculación entre esos dos mundos que hasta ahora en general están bastante separados.

A.L. — Esta buena esa visión desde distintas disciplinas para encarar un problema que es de todos. ¿Cómo nos define este tema del cambio global?

A.B. — Una aclaración primero. Generalmente el cambio global se confunde con el cambio climático. Generalmente se dice que el cambio global es el calentamiento, el derretimiento de los polos, y el aumento del nivel del mar y sin embargo, el cambio climático es uno de los componentes del cambio global. El cambio global es un término que describe una situación muchísimo más amplia que tiene que ver con la crisis ambiental que sufre el planeta hoy en día, sobre lo que hay un consenso amplio. Entonces, incluye una serie de alteraciones de los diferentes aspectos del ambiente que se dan a una escala planetaria y normalmente se distinguen como varios componentes, uno de ellos —y el más famoso sin lugar a dudas—, es el cambio climático. El clima está cambiando. Pero hay otros componentes, como por ejemplo la crisis de la biodiversidad. Hoy por hoy no hay dudas de que el planeta está sufriendo una sexta extinción masiva de especies.

A.L. — Se habla de que se están extinguiendo entre 18.000 y 55.000 mil especies…

A.B. — Anualmente. Si estimamos la tasa de extinción de especies usando el registro a fósil en las etapas pre-hombre (cuando el hombre aún no estaba en la tierra), normalmente se extinguen entre una o dos especies anualmente.

A.L. — ¿Una o dos… contra 18.000 a 55.000 por año?

A.B. — Exactamente. Por eso se habla de una crisis de la biodiversidad. Se están perdiendo especies a un ritmo más acelerado de las cuales se están descubriendo. Es decir, que un día se van a extinguir especies sin que las lleguemos a conocer.

A.L. — ¿Por qué es importante defender la biodiversidad? ¿Cuál es la finalidad de su defensa?

A.B. — Creo que hay dos grandes razones: 1) porque nos conviene, aunque muchas veces no nos damos cuenta por qué y 2) porque “debemos” por otro tipo de motivos.

Nos conviene porque por un lado las sociedades humanas dependemos de la biodiversidad, de la naturaleza, porque sacamos alimentos, bienes para construir nuestras casas, para hacer nuestra ropa y al mismo tiempo es la biodiversidad, la naturaleza, donde se generan las condiciones de vida. Por ejemplo, el oxígeno se fue desarrollando con la aparición de algas que comienzan a hacer fotosíntesis y generan oxígeno para el planeta y así otro montón de procesos geobioquímicos que determinan que tengamos determinada temperatura, determinada cantidad de oxígeno que hace que las condiciones para la vida estén presentes.

Se hicieron unos experimentos en Estados Unidos para tratar de generar un ecosistema totalmente artificial. Se propusieron tratar de generar condiciones para que la gente viva generando oxígeno en forma artificial; un suelo para que produzcan…

Uno de los objetivos era ver si era factible generar como un planeta artificial a microescala, y por ahora los costos de generar todas las condiciones para la vida son millonarios. Todos esos costos la naturaleza los da gratis y es una forma de estimar indirectamente todos los servicios que brinda la naturaleza.

A.L. — ¿Cuáles son las principales amenazas de la biodiversidad?

A.B. — A nivel terrestre sin lugar a dudas lo que más amenaza la conservación de la biodiversidad es el cambio del suelo. Estamos cambiando ecosistemas naturales (bosques, praderas, humedales), por agriculturas, forestaciones exóticas, ciudades u obras de infraestructura. Entonces, estamos perdiendo hábitat de ecosistemas naturales. A medida que eso pasa, muchas especies no encuentran sus hábitats naturales y van extinguiéndose.

A.L. — El año pasado cuando estuvo en Producción Nacional presentó unos estudios que se realizaron en la Universidad de la República a propósito de cómo el uso del suelo está afectando en el Uruguay la biodiversidad. En aquella oportunidad hablamos del tema de la soja, de la forestación y de otros elementos de la agricultura.

A.B. — En general, es la intensificación agrícola.

Los “productos estrella”, que en los últimos 10 o 20 años han aumentando la superficie plantada de forma exponencial son la soja y la plantación de eucaliptus y pinos para la exportación.

Ahí se ve cómo la economía se vincula, porque por ejemplo, la soja se expande en gran medida porque hay una presión del mercado internacional por la plantación de soja y los beneficios económicos de plantar soja son enormes en comparación, por ejemplo, con una producción ganadera extensiva, entonces cada vez más la gente prefiere plantar soja y eso genera que se pierdan hectáreas y hectáreas de praderas naturales o humedales y que algunas especies pierdan sus hábitat.

A.L. — ¿La pradera natural es de este lugar del planeta? Antes de las vacas imagino que lo que se vería en lo que hoy es el campo uruguayo en la Banda Oriental, sería bastante distinto.

A.B. — La pradera es como el bioma el ambiente propio que se desarrolla en esta región de acuerdo al clima. La zona de la Provincia de Buenos Aires (Argentina); todo Uruguay y un poco el sur de Brasil es toda una zona que se conoce como el área de las praderas del Río de la Plata. Es una bioma de pampas que normalmente se da en pampa.

Muy probablemente la fisonomía de las praderas antes de que se introdujera el ganado, era muy distinta a la que vemos hoy. Nadie sabe bien cómo era pero lo que he leído de algunos historiadores o viajeros de algunos siglos atrás que describían lo qué veían al pasar por el Río de la Plata, hablaban de pastizales inmensos de un tamaño mucho mayor a los pastos cortos que vemos ahora con nuestras vacas y con una presencia por ejemplo de venados y fauna mucho mayor de la que hoy se ve. Sin dudas, el ganado ha alterado la estructura y la fisonomía de las praderas del Uruguay y de la región.

A.L. — Otra de las grandes amenazas es la extensión de las urbanizaciones.

A.B. — Eso es real. En el caso de Uruguay que es un país tan centralizado, ese no es nuestro problema.

La pérdida del ambiente natural se da especialmente por la agricultura.

A.L. — El grupo interdisciplinario que tiene la Universidad de la República sobre Biodiversidad y Sociedad tiene un componente ético como uno de sus principales objetivos. ¿Podría explicarnos esta idea?

A.B. — Cuando hablábamos de por qué vale la pena invertir dinero o esfuerzos en conservar la biodiversidad habíamos dicho que una de las razones es porque nos conviene, porque dependemos para vivir, nos da recursos, bienes, sacamos pesca, alimentos… hay muchos servicios como la evolución del clima que dependen de la biodiversidad.

Por un lado nos conviene y por otro lado hay un tema de responsabilidad y de ética. La diversidad de especies que han estado en el planeta por mucho tiempo antes de que el hombre existiera; tenemos un compromiso con las generaciones futuras de tratar de mantener a estas especies vivas en el planeta.

Por ejemplo, en el curso para hablar de estos temas uso una foto de una pintura de Van Gogh que es sobre un árbol. Esa pintura que se inspiró en un árbol real puede salir varios millones de dólares y nació de la inspiración en la naturaleza (un árbol real). Entonces, cuánto vale ese árbol real.

A.L. — Seguramente muy poco.

A.B. — Muy poco… todo pasa por el mercado.

Creemos que gran parte del respeto y de valorar la biodiversidad pasa por un cambio de ética. La ética es algo dinámico. Hace un siglo atrás, la esclavitud era algo normal y hoy como la ética ha cambiado, eso es una aberración. Seguramente en cincuenta años o menos tiempo el dañar la biodiversidad o destruir los ecosistemas sea visto como una aberración igual que la esclavitud.

A.L. — ¡Ojalá!

Quedé impactado con la cifra que dio. Más o menos sabemos que todos los años se extinguen entre 18.000 y 55.000 especies actualmente en el planeta, pero lo que me impactó fue cuando dijo que antes de que el hombre habitara el planeta se extinguían una o dos especies.

A.B. — Exactamente. Incluso, en el plantea han habido extinciones masivas en etapas pre-hombre. Se conocen cinco grandes eventos de extinción y tomándolas en cuenta —a veces se extinguieron prácticamente la mitad de la biodiversidad del planeta—; la tasa normal era una o dos especies anuales y hoy la tasa es brutalmente enorme.

A.L. — Sobre extinciones sabemos la Era del Hielo o la de los dinosaurios que fueron las más taquilleras, pero ¿cuáles fueron las cinco?

A.B. — Tienen que ver con etapas. La de magnitud más enorme fue en el Período Pérmico, más o menos hace unos 200 millones de años, donde se sabe que se extinguió la mitad la fauna marina. La mitad de las especies en la escala geológica, en tiempos muy rápidos.

A.L. — ¿Y se sabe por qué fue?

A.B. — No soy paleontólogo, no lo sé. Probablemente deben de haber varias hipótesis al respecto pero es muy difícil trabajar con los sucesos del pasado. Por ejemplo, en la aparición de los dinosaurios se habla de algunas teoría que tienen que ver con asteroides que chocaron sobre la tierra. Hay muchas hipótesis.

A.L. — ¿Cuál es la biodiversidad en el Uruguay? ¿Es un país que tiene riqueza a nivel de la biodiversidad?

¿Qué estrategias se están siguiendo para conservar la biodiversidad en Uruguay?

A.B. — Uruguay no es un país mega diverso. No tiene una diversidad enorme como por ejemplo las áreas más tropicales como Colombia, Indonesia o Brasil. Sin embargo, es un país que tiene una biodiversidad considerable en términos de especies y esto está asociado a que Uruguay se encuentra en una región biogeográfica medio de transición. Si bien estamos en una región pampeana, estamos considerados como una región asociada a los bosques panadés, una región más bien brasileña donde los bosques son más importantes.

Después, tenemos muy pocas especies endémicas, propias de Uruguay, pero eso hace que tengamos muchas especies de la región. Tenemos muchas especies que compartimos con Brasil —más tropicales o subtropicales—; muchas especies que compartimos con áreas más bien secas de Argentina, más chaqueña. Entonces, en un territorio relativamente pequeño tenemos una muestra de bastante biodiversidad.

Es interesante que si comparamos Uruguay a nivel mundial —por ejemplo con Europa mucho más, e incluso a nivel regional—; tiene un estado de conservación relativamente bueno todavía, aunque no tan bueno como pensamos. Por ejemplo, el eslogan de “Uruguay Natural”… Todo bien, pero no estamos “tan natural”. Buena parte del territorio del país ha sido transformado y se ha perdido lo natural por lo artificial. Son las cosas que se están haciendo.

Creo que hay dos o tres sucesos bien importantes que ahora se están llevando adelante en Uruguay y que apuntan a la conservación de la biodiversidad y tengo mucha fe que puedan tener efectos significativos en la conservación. Uno es la creación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP). Hasta hace dos años Uruguay era el único país de la región que no tenía su sistema y por suerte hoy por hoy tenemos una ley, un reglamento y hay una voluntad política muy importante a nivel del Ministerio de Medio Ambiente.

A.L. — Permanentemente estamos escuchando que tal o cual área —los esteros de Farrapos, la laguna de Rocha, los humedales del Santa Lucía—; en distintos puntos del país están poniendo áreas de protección de la biodiversidad.

A.B. — Eso viene avanzando muy bien. En la Universidad estamos trabajando mucho con el Ministerio de Medio Ambiente aportando información y de hecho formamos parte de la Comisión Nacional Asesora de Áreas Protegidas. Podemos opinar y así influir en cómo se arma este Sistema de Áreas Protegidas.

Otro aspecto importante que tiene mucho que ver es una ley nueva; la Ley de Ordenamiento Territorial.

A.L. — De 2008.

A.B. — De 2008. Es la DINOT, la Dirección Nacional de Ordenamiento Territorial, la que ejecuta esta ley, como otra herramienta que permite ordenar el espacio; los usos productivos y las áreas de conservación.

La ley contempla una definición de tipos de suelos que son “áreas rurales naturales”, que cada departamento definirá cuáles son y posiblemente las áreas más naturales, con mayor biodiversidad puedan declararse como áreas rurales naturales, que no es un área protegida, pero es un área donde se puede producir pero en forma sostenible, procurando que no se afecte la biodiversidad.

El tercer elemento que también es importante y que un poco lo lleva adelante el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca es un programa bastante importante que se llama Producción Responsable y que apunta a trabajar los predios productivos logrando sistemas de producción lo más amigables con el ambiente y con la biodiversidad. O sea, no sólo alcanza con conservar dentro de las áreas protegidas, sino que también hay que hacerlo afuera, si no es como encarcelar a la biodiversidad y abandonar el resto del territorio.

A.L. — Claro, que es indudablemente la mayor parte del territorio.

El asunto es cuántas de todas estas políticas que se están llevando adelante después llegan a las personas que tienen la gestión concreta o que tienen intereses (porque son los dueños de la tierra o están trabajando allí), para llevar adelante eso que la política dice, en la gestión concreta del terreno.

A.B. — Ese es el gran tema, el gran problema.

 

Foto: Sistema Nacional de Áreas Protegidas (www.snap.gub.uy)

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