«Estábamos convencidos de que iba a haber una apertura mayor, que no la hay»

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Juan Abdala, de la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la Cámara de Comercio, reconoce el debe del sector empresarial en el proceso de innovación industrial.De todas formas, señala que durante este gobierno no hubo mayores diferencias en cuanto a los estímulos al emprendedurismo y a la innovación empresarial, ya que el sistema continuó siendo burocrático y en general lento. De todas formas, Juan Abdala reconoció que se han destinado más fondos para la innovación y que parte del desafío de las gremiales empresariales es cumplir la función de vinculador entre la academia y los sectores productivos.

Juan Abdala, de la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la CNCS

Lamentablemente las empresas uruguayas son muy poco innovadoras. Durante el período 2001-2003, tan solo el 36% de las empresas industriales uruguayas había realizado algún tipo de actividad de innovación, según señala un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística encargado por la Dirección de Innovación, Ciencia y Tecnología (DICYT) del Ministerio de Educación y Cultura.

Cuando uno ve qué actividades se entendían como innovación en el estudio, el porcentaje es realmente calamitoso, porque por ejemplo se había incluido, entre otras muchas cosas, la capacitación de los trabajadores. Es decir, si con este criterio tan amplio el resultado es un 36%, con otro más restrictivo hubiese sido muy insignificante el porcentaje de industrias innovadoras, a pesar de que en el medio del período vino la crisis del año 2002 y para algunos la crisis es una oportunidad que da para innovar así sea achicándose, pero buscando mejores nichos de mercado.

Si las empresas que innovan en Uruguay son pocas, las que ven a la Universidad o a la Academia en general como un lugar para ir a plantearle sus problemas intentando buscar una solución son aún menos, a tal punto que como ya lo han dicho distintos especialistas en este Ciclo sobre Vinculación de entre la Academia y el sector productivo, da la sensación de que unos y otros parecen hablar un lenguaje totalmente distinto.

Para conocer el punto de vista de la Cámara Nacional de Comercio y de Servicios (CNCS) sobre este tema, entrevistamos a Juan Abdala, encargado de la Unidad de Desarrollo Tecnológico de la CNCS.

 

Juan Abdala — Es un placer poder acompañarlos y quiero felicitarlos por encargarse de analizar este proceso de vinculación, que es un desafío que el país tiene que recorrer.

En lo personal, en lo profesional y en lo institucional en la Cámara de Comercio, estamos convencidos de esto, y por eso es que desde hace varios años estamos tratado de generar ese vínculo Academia – Empresas. Con los colegas Judith Sutz y Rodrigo Arocena siempre decimos que hay que fomentar este casamiento, antes se hablaba de un divorcio pero no se puede hablar de un divorcio porque nunca hubo un casamiento. Estamos bien atrás en este proceso.

Alejandro Landoni — Creo que hay una expresión del hoy rector de la Universidad de la República, Rodrigo Arocena, que dice que “El matrimonio entre la empresa y la Academia siempre fue difícil”. Usted dice que nunca se llevó a cabo.

J.A. — Con la esposa del rector decimos que nunca existió.

A.L. — ¿Qué hace esta Unidad de Desarrollo Tecnológico de la Cámara de Comercio?

J.A. — La Cámara de Comercio es una estructura muy grande que tiene muchos roles que cumplir en defensa del libre comercio; de la actividad empresarial. El espacio tecnológico era un espacio que estaba un poco carente, como la encuesta a la que hacías referencia lo manifiesta, dentro del sector empresarial.

Entonces, antes de darle una estructura y una dimensión institucional grande, se trató de convencer a las distintas partes de la Cámara, los estudios económicos, el área de comercio exterior, para que fueran procesando el concepto tecnológico de innovación, y así irlo aplicando en todo lo que tiene que ver a lo que hace a una gremial empresarial.

Lo que básicamente hacemos es tratar de mostrar a los empresarios que hoy una empresa que no incorpora tecnología pierde competitividad. Un concepto básico.

Esto lleva a que hay que enseñarles qué tecnología existe, qué tecnología está al alcance, cómo cambian procesos, cómo la innovación tecnológica y la innovación no tecnológica están presentes y pueden ser en productos o en procesos en la gestión (las técnicas de gestión, lo que llamamos “las tecnologías limpias”).

Todo eso es lo que tratamos de hacer directamente con el empresario: ponerlo en conocimiento de todos los mecanismos e instrumentos que hay a sus órdenes; negociar con el gobierno todos esos instrumentos, las normas. Tuvimos una participación muy activa; tuvimos el honor de representar a todo el sector empresarial en el diseño de la Ley de Innovación y del nuevo Consejo Nacional de Innovación, Ciencia y Tecnología (CONICYT)

A.L. — Actualmente hay una cantidad de subsidios hasta hace pocos años impensables al servicio de la innovación, por ejemplo los Fondos Concursables de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

J.A. — Sí, pero yo no diría “hasta hace pocos años impensables”, porque los subsidios a la innovación ya tienen 12 o 14 años en el país. Hoy tienen una estructura institucional distinta.

A.L. — ¿No da la sensación de que se ha multiplicado la cantidad de dinero para incorporar tecnología en las empresas o buscar innovación en las empresas?

J.A. — Sí, sin duda ha aumentado la cantidad de dinero, pero ya el CYNTEC que era parte del primer préstamo del BID CONICYT del año 1987 u 1988 ya tenía una línea importante para eso. El Programa de Desarrollo Tecnológico (PDT) tenía su programa entero muy importante para esto.

Ahora hay más recursos, hay una estructura institucional diferente para la asignación. Desafortunadamente lo que se buscaba desde el sector empresarial que era mejorar la agilidad en la asignación de recursos y no se ha obtenido, porque no funcionan ágilmente como se pensaba. Por distintos motivos, uno de los frenos a la innovación era que el trámite burocrático-administrativo de estos recursos en manos del aparato gubernamental demoraba las cosas, las decisiones y los empresarios estamos acostumbrados a otra dinámica. Bueno, se creó otra dinámica pero no se acompañó. Tenemos que dar tiempo y esperar que esto funcione.

A.L. — ¿Los tiempos siguen siendo lentos?

J.A. — Son lentos sí. Son lentos y si miramos es muy corto el plazo desde que se pudo poner en marcha la ANII, afortunadamente y gracias en parte a nuestro lobby, — lobby formal y realmente hecho—, los primeros llamados a fondos que hizo la agencia fueron para el sector empresarial. Eso ya marcó una señal importante para nosotros poder transmitir a los empresarios.

Hicimos dentro de la Cámara un evento muy importante con participación de todos los técnicos de la ANII, porque nos parece que ese es un rol bien importante que podemos jugar: ser el nexo, ser el puente en toda esa vinculación que es una acción que lleva mucho tiempo y cuesta mucho dinero. Hoy les comentaba en una reunión que hicimos por la Semana de la Calidad; a la Cámara le cuesta $ 20.000 el evento, y si nosotros pensamos que tenemos más de 100 gremiales asociadas y hacemos un evento para transmitir los instrumentos de innovación para cada una de las gremiales, que sería una cosa razonable, estaríamos hablando de más de 100 eventos por año, dos eventos por semana, y si yo digo en la Cámara que tengo que gastar US$ 2.000 por semana, me dicen: “Encargate”.

Ese es un concepto en el cual estamos atrasados; el centralismo que es bueno para algunas decisiones…

A.L. — ¿El centralismo de la ANII?

J.A. — De la ANII, me refería exactamente a eso. Ese centralismo es muy bueno para algún tipo de decisiones, para ir llegando al concepto de “ventanilla única”, que los distintos instrumentos estén más o menos en el mismo lugar, pero ese centralismo necesita que se transfiera ejecuciones, no responsabilidades, sino que transfiera mecanismos de ejecución como estos a otras entidades.

Nosotros no tenemos ninguna duda de que podemos ser mucho más hábiles que cualquier organismo gubernamental en transmitir estos conceptos hacia el sector empresarial, porque una gremial es la casa de los empresarios, así como la Facultad es la casa de los investigadores. Eso es algo en lo que no hemos podido avanzar.

A.L. — ¿Usted habla de la figura del vinculador?

O sea, la persona o entidad que está en el medio.

J.A. — Exactamente.

A.L. — En este caso entre la ANII y los empresarios.

Yo tuve la oportunidad llenar formularios de la ANII dos años seguidos para presentarse a fondos concursables, y los formularios son un trabajo en sí mismo. Uno cree que va a morir antes de terminar esos formularios, que cada año se vuelven más complejos y ahí se necesita a alguien (que no es el empresario que seguramente no tiene el tiempo), para que se siente a pensar cómo es que hay que poner todas esas cosas que la ANII nos pide.

J.A. — Sí, la ANII y el sistema este. Es muy claro, no podemos apartarnos de que se está en un gobierno socialista. Hay acciones que corresponden a una filosofía y una filosofía de intervención de un gobierno socialista no se va a apartar de eso. Entonces, acciones liberales o si se quiere más abiertas, es muy difícil que aparezcan con un gobierno como este. Entonces, esos procesos nos llevan más tiempo.

A.L. — No le entendí el concepto. Usted dice que estamos frente a un gobierno socialista.

J.A. — Claro, partimos de la base que un gobierno socialista maneja una serie de conceptos sobre que desde el Estado hay que hacer una cantidad de cosas que otro tipo de gobierno más liberal, más abierto, piensa que las puede transferir.

Acá la ANII con buena intención y siguiendo su filosofía, ha adoptado este tipo de mecanismos, y le digo claramente: van los técnicos de la ANII al Interior del país a transmitirles a los empresarios de Paysandú los instrumentos de innovación que hay para las empresas, y es mucho más simple que se apoyen en el Centro Comercial Industrial de Paysandú que es socio de la Cámara de Comercio.

Esa apertura es muy necesaria en estos procesos; es absolutamente necesaria.

A.L. — ¿Usted entiende que esa metodología se elige por una ideología?

J.A. — Estoy convencido, porque es una lógica de intervención.

Lo mismo ocurre por ejemplo, cuando usted hacía referencia a los formularios; uno de los desafíos que tenemos en la Cámara de Comercio es asistir a los empresarios — algo que tiene que ver con tecnología —, en la afiliación o adhesión al plan de gestión de residuos de envases. Lleva tres días llenar un formulario de esos y es por Internet, y posiblemente hay empresas que tienen que adherirse a ese plan que no tienen computadora y si a esas empresas les ponemos computadoras, es posible que no alcance el ancho de banda que tenemos.

Entonces, todos esos procesos es lo que nosotros de alguna manera estamos reclamando. Dennos participación en esos análisis, resolvamos juntos estos problemas que son problemas nacionales, porque estamos más cerca de esas fronteras que otros, y la verdad iluminada no existe, sólo porque tenemos a la ANII que es espectacular.

Había otros grupos empresariales que no la apoyaban como la apoyamos nosotros en la creación y la centralización, pero estábamos convencidos de que iba a haber una apertura mayor que no la hay y creemos y de alguna manera lo estamos viendo, que es necesaria, porque los empresarios vienen a nosotros y nos dicen: “Esto es muy complejo”.

Si es complejo llenar el formulario; más es identificar cuáles son las ventajas que puede dar la Universidad.

Soy absolutamente crítico de la falta de proceso innovador en el Uruguay que tiene mil explicaciones, entre ellas la matriz productiva que tenemos. No tenemos una base industrial fuerte, que llevaría mucho más al proceso innovador. Cualquier país que tenga una base agropecuaria tan fuerte como la que tiene el Uruguay, sus capacidades de innovación van a ser menores, pero sin perjuicio de eso también tenemos muchos debes en cuanto a la innovación de nuestras empresas. Pero también tenemos sectores “punta”. Entonces hay que diseñar los instrumentos justos para ellos.

Parafraseando lo que apareció en titulares estos días, “el traje a medida” del candidato del Frente Amplio; la innovación precisa “el traje a medida”, y el empresario con “el traje a medida”, camina y camina. La muestra es que cuando encuentran el espacio adecuado allí embocan.

A.L. — ¿Cómo se hace ese traje a medida de la innovación para los empresarios?

J.A. — He tenido el honor y la suerte de estudiarlo en varios lugares del mundo desde Nueva Zelanda, hasta Austria, España, Brasil, Argentina, Chile… y, es con la participación de las empresas.

Tengo el concepto que lo estudié y lo tengo claro en mis actividades comerciales y en mi filosofía: la empresa es empresario y trabajador, capital y trabajo, son dos cosas, y no funciona el empresario solo; muchas veces el desencadenante de la innovación va a ser más el empleado que el empresario, muchas veces. Entonces, el hacer participar a ese actor en las decisiones de las políticas de innovación es fundamental.

Una de las iniciativas que tenemos es el Programa de Popularización de Ciencia, Tecnología e Innovación en el sector empresarial.Eso es parte de los desafíos que tenemos.

Hemos hecho los planteos y por urgencias, por esquemas metodológicos, por filosofía, hay espacios que no los estamos recorriendo.

A.L. — La Cámara de Comercio realizó un convenio con la Universidad Católica para estudiar el informalismo en nuestro país. ¿Cómo fue esta vinculación con esta Universidad en particular?

J.A. — Justamente, dentro de los espacios que empezó a recorrer; uno de los conceptos que la Cámara tiene es que tiene que hacer cosas y no necesariamente por sí misma. Entonces, ha ido transfiriendo actividades y buscando los mejores especialistas. En un acuerdo y haciendo uso de los incentivos fiscales de la Reforma Tributaria en cuanto a que los fondos de una empresa contraten con una Universidad, aumentan o se pueden descontar varias veces de los impuestos…. Ahí surgió la posibilidad del convenio.

A.L. — ¿Es el Programa de Donaciones?

J.A. — Claro. El tema del informalismo para los empresarios uruguayos es un problema. Los empresarios honestos, siempre digo, esos son empresarios. El que no es honesto no es empresario, seamos bien categóricos. Allí se hizo un estudio del cual estuvo a cargo el equipo técnico de investigadores de la Universidad Católica.

Uno de los elementos que desde mi espacio de acción fomento es que el uso de las tecnologías es un elemento realmente bueno para acortar esta brecha con el informalismo.

A.L. — ¿Por ejemplo?

J.A. — Por ejemplo y lo conversamos siempre, si pudiéramos llegar al Plan Ceibal para el microempresario, el Estado ganaría mucho más dinero que el que está ganando, porque ese microempresario que muchas veces llega a la informalidad por la complejidad de los trámites.

Es lo que hablábamos hoy, si para un empresario establecido es complejo llenar un formulario para presentar ante la ANII, al señor que tiene un quiosco… además, que en este país muchas veces el empresario no se da cuenta que es un empresario. El señor que tiene un taxímetro es una empresa que vale US$ 70.000 u U$S 80.000 y se le dice “el trabajador del taxímetro”, pero es una empresa.

Ayer veíamos bien cómo las encuestas de DIEA del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, las estadísticas agropecuarias, ahora van a usar una pequeña suerte de mezcla entre teléfono, mina y procesador para en tiempo real…Todo ese tipo de elementos, si nosotros le facilitamos al empresario poder tener en tiempo real el manejo de su stock, el pago de sus impuestos, la inscripción en el BPS… El país ha avanzado y mucho, pero sigue siendo complejo.

Aplicando esas tecnologías muy, muy simples tecnología de información y comunicaciones, algunos tipos de empresarios, por supuesto decimos con algún tipo de subsidios, pero más que con algún subsidio, con algún tipo de gancho.

A.L. — ¿Un gancho de qué tipo?

J.A. — Que le ponemos el procesador, o no le cobramos la conectividad. Para un empresario muy pequeño que está sacando un sueldo por mes de $ 15.000 o $ 20.000, gastar $ 1.000 en conectividad es mucho.

Eso es a lo que nosotros llamamos y a veces aparecen, “políticas antiemprendedurismo”.

A.L. — ¿Eso no se contradice con lo que usted decía en el primer bloque sobre el gobierno socialista que estaba en contra de algún tipo de liberalización de algunas cosas?

¿No volvemos a una especie de paternidad del Estado, que tiene que darle la computadora al Plan Ceibal, pero ahora Usted dice que también se lo tendrían que dar a los pequeños empresarios?

J.A. — No, es justamente transferir el problema.

Hoy el centralismo es que tengo que trasladarme desde mi chacra de Suárez hasta el BPS en Plaza Matriz para hacer un cambio de personal. De la otra manera, es justamente abrir el sistema donde yo desde la chacra de Suárez pueda apretar tres teclas y cambiar un personal por otro o darlo de baja o darlo de alta, o que el proveedor del Mercado Modelo sepa qué stock tiene y consulte por vía electrónica cuánto le puede llevar.

Como también soy funcionario público, lo miro desde un concepto estatal y es un negocio para el Estado la incorporación de tecnología para las empresas. Es como cuando se sistematizaron los peajes, que se recaudó mucho más.

A.L. — Usted dice que lo que se debería hacer sería darle algún gancho a ese pequeño empresario para que accediera a esa tecnología.

J.A. — Por supuesto con capacitación también; para ir dando de baja alguna política antiemprendedurismo.

Lo veo en colegas y en gente más joven, cuánto cuesta “salir del cascarón” de la Universidad que nos protegió a todos. Soy egresado y agradecido a la Universidad de la República sin ninguna duda.

Fíjese que un joven egresado de tecnología o de ciencias, está allí, tiene su gabinete, tiene acceso a Internet, puede publicar, tiene apoyo, profesores que lo ayudan, algún viaje por año a algún congreso por algún proyecto; un Grado 2 muy bajo de $ 6.000 u $ 8.000… todo muy rudimentario, muy “metabolismo basal”, pero de ahí, y salir al medio, tiene que levantar todo eso desde atrás, porque no son los $ 6.000 u $ 8.000 que cobra sino que son esos otros beneficios que está teniendo que lo están reteniendo en ese sistema y no lo hacen salir al mercado.

Esa es una de las que decimos políticas antiemprendedurismo que estamos teniendo, y no estoy criticando que exista eso en la Universidad, sino que tenemos que generar algo muy fuerte para contrarrestar eso, para hacer que el investigador salga de ese cascarón.

Manejamos una cátedra de la Cámara de Comercio Universidad – Empresa en la Cámara de Comercio, justamente para transmitir los conceptos empresariales, para que los jóvenes estudiantes vean cómo crear una empresa, qué beneficios tiene que un científico entienda lo qué es la propiedad intelectual, … todo este tipo de conceptos, porque estamos convencidos de esto.

Acá no hay que ser fundacional, hay que arrancar desde donde se está hacia adelante y si de algo estamos convencidos — y reitero el agradecimiento del tema y la invitación —, que la empresa que no incorpora tecnología pierde competitividad. Eso es seguro.

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