Pesca sustentable de langostino en Punta del Diablo

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En Uruguay las pescaderías artesanales pueden ocasionar daños colaterales por el uso de redes poco adecuadas para determinadas especies.

Biólogo Ángel Segura y Robert Acosta, pescador

Más de la mitad del pescado consumido en el mundo proviene de la pesca artesanal, un tipo de pesca que en general está poco regulada por las autoridades y al mismo tiempo cuentan con poco apoyo. En Uruguay las pescaderías artesanales pueden ocasionar daños colaterales debido a que en muchos casos están usando redes que son poco adecuadas para determinadas especies.

Particularmente durante la pesca del langostino suele ocurrir que en el momento de la captura, dentro de la red entran muchas especies que no tienen que ver con los langostinos y también entran langostinos bebés que no deberían de ser pescados. Según evaluaciones sobre la captura incidental de una pescadería, en particular la más importante de la zona atlántica de nuestro país, se demostró que el 48%, casi la mitad de la captura, estaba compuesta por juveniles de peces y de otra fauna acompañante. Es decir que prácticamente la mitad de lo que pescaban no era lo que querían pescar.

Ante esta realidad y para solucionar este problema, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias se juntó con la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) y con el Museo de Historia Natural y decidieron desarrollar un proyecto piloto con los pescadores de Punta del Diablo. Este plan fue financiado por el Programa de Pequeñas Donaciones de Naciones Unidas y supone implementar una nueva tecnología para este tipo de redes.

Para conocerlo vamos a conversar con el biólogo Ángel Segura, uno de los integrantes del equipo técnico que estuvo trabajando por la Facultad de Ciencias en el proyecto, docente de la Sección Oceanografía; y de alguna forma el promotor de la iniciativa; y con Robert Acosta, vía telefónica desde Punta del Diablo, uno de los pescadores, dueño de la embarcación “Federico”.

 

Alejandro Landoni — Acosta, ¿cómo está Punta del Diablo a esta hora?

Robert Acosta — Ahora está volviendo a la normalidad. Se fue un poco “el loquero” de gente, como le decimos nosotros acá.

A.L. — Se fue la gente de semana de turismo.

R.A. — Está un poco más tranquilo.

A.L. — ¡Cómo ha crecido Punta del Diablo con el turismo! ¿Hace cuántos años que está en la zona?

R.A. — Prácticamente he nacido acá y tengo 35 años. A los dos días de haber nacido en Castillos, vine para acá.

A.L. — Así que vio crecer Punta del Diablo en forma extraordinaria.

R.A. — Sí, demasiado.

A.L. — ¿Alterna la actividad de la pesca con alguna cabañita para alquilar?

R.A. — Sí, luego que murieron mis viejos me independicé y quedó la cabaña grande en la cual vivo con mi hermano y tenemos una casita para cada uno. Una alquila mi hermano para él y otra para mí y mi familia.

A.L. — ¿Qué les da más ganancia en el correr del año, la pesca o el alquiler de la cabaña?

R.A. — Con respecto a la cabaña, la competencia acá es muy grande. Hay complejos que están con muy buen servicio y nosotros tenemos la típica casita de pescador, donde lo que tenemos para ofrecer es la playa y el pescado que nosotros sacamos.

Nosotros le damos un valor agregado al producto que sacamos del mar; trabajamos todo el año de la pesca.

En la zafra del camarón se va al camarón; en zafra de tiburón, al tiburón; en zafra de corvina, corvina. Es la única manera que podemos mantenernos todo el año: procesando a menor escala el pescado porque tenemos un bote chiquito. Es la única manera en que nos podemos mantener todo el año de la pesca.

A.L. — ¿Cómo se pesca el langostino? El langostino se confunde generalmente con el camarón, pero el camarón está en las lagunas y ustedes lo pescan cuando sale, pero el langostino ¿cómo se pesca?

R.A. — Claro, eso lo tendría que explicar Ángel que es el que…

Ángel Segura — Vos también sabés cómo se pesca.

R.A. — El puede dar una contestación un poco más concreta y definida de eso.

Quiero agradecer están en estos momentos en línea con Ángel y a la audiencia explicarle un poco la realidad de esto acá, porque como le decía antes es una locura en verano y ahora el pueblo está…. y lo mismo pasa con el pescado.

A.L. — Ángel, ¿cómo se pesca el langostino?

A.S. — El langostino que hay en Uruguay es una especie particular que es costera y en el arte de pesca, las redes que se usan son redes activas que se van arrastrando por el fondo. Es como pasar un calderín arrastrándolo por el fondo y eso es lo que produce que a veces lleve a otras especies de peces que no son deseadas y generan trabajo extra a bordo de las embarcaciones, porque hay que separarlas del camarón para traer sólo el camarón para vender.

A.L. — Ese pescado que tienen en la red y no es el camarón, ¿ya que lo tienen, no lo pueden vender aparte?

A.S. — Es que en general, son especies que no son comerciales, que son chicas o que tienen otras características, que hacen que su precio sea bajo.

En general, al pescador artesanal se le paga bastante poco la calidad que tiene el producto. Por ejemplo, en Punta del Diablo donde hay turismo se ve a cualquier europeo que llega a la zona y ve esos camarones al precio que están y no lo puede creer, nos dicen “Eso en Europa yo lo puedo ver, pero no lo puedo comprar por el precio al que se vende”. Hay una subvaloración en general de los productos que están sacando y eso lleva a que tengan que alternar con turismo o hacer otras cosas, pero si son pescadores es porque quieren ser pescadores, es su oficio y es un oficio que lentamente se está quedando.

Robert es uno de los pocos jóvenes que quedan en Punta del Diablo esforzándose por pescar y por salir adelante con la pesca, pero cada vez son menos las opciones y cada vez es menor la rentabilidad que tienen y es mayor el esfuerzo que tienen que hacer. Entonces, generar un valor agregado al producto es sumamente importante en este tipo de pesquerías específicas como están haciendo ellos y disminuir el trabajo que tengan que hacer a bordo.

A.L. — ¿Cuántos pescadores hay en la pesca del langostino? ¿Es un tipo de pesca que se realiza todo el año?

A.S. — La pesca del langostino es bien zafral.

Estamos realizando estudios para entender un poco mejor cómo son las migraciones que realiza el langostino en las costas uruguayas, pero en general es zafral y la zafra es bastante corta, de octubre o setiembre a diciembre, y en ese período es que pasa y se puede capturar y pescar. Son pocos meses donde la intervención es fuerte e importante.

A.L. — ¿Hay muchos pescadores de langostinos en la época de zafra?

A.S. — Son casi la totalidad de las barcas que están en Punta del Diablo… ¿no Robert?

R.A. — Sí, y las que están paradas bajan, porque en ese momento es rentable o sea que hacen la zafra del camarón y la suben y esperan otra zafra. Casi siempre de las diez o nueve que van quedando seis o siete pescamos langostinos dándoles trabajo directamente a tres personas por lancha más o menos.

A.S. — Claro, hay que pensar que cada lancha lleva dos marineros por lo menos y además hay asociados, gente que ayuda y que coopera en la bajada de la lancha, en el procesamiento. Si se empieza a sumar las familias que están involucradas en eso con respecto a la cantidad de gente que hay en el pueblo, es una fracción bastante importante de la gente del pueblo que interviene.

A.L. — Robert, ¿y cuando pescan el langostino a quién se lo venden?

R.A. — Nosotros gracias a Dios trabajamos en familia. Tenemos un grupito armado —que Ángel lo conoce bien que son: nuestra tía, nuestros primos, mi mujer, la mujer de mi hermano—; como tratamos de buscarle valor agregado siempre a lo que sacamos; lo procesamos, le sacamos la muy ansiada pulpa del camarón y la congelamos y la vendemos restorán por restorán o casa por casa.

A.L. — ¿Ahí en la zona?

R.A. — Claro, se trata de vender acá o en José Ignacio. Tengo un amigo que tenía un restorán en José Ignacio, ahora no lo tiene más, que me compraba 200 kilos de pulpa.

Le hablo en menor escala porque este año sacamos dos toneladas de camarones, 1.900 kilos. Eso no es nada para un arrastre de un barco que lo saca en media hora de lance.

Con eso nos da para ahorrar unos pesitos y mantenernos en los meses “complicados” que ahora se nos vienen.

A.L. — Este proyecto intenta salvar a los langostinos más chicos que no tienen que ser pescados, y también dejar de pescar otras especies en la captura.

¿Cómo surge esta idea de que la Facultad de Ciencias se involucrara en este tema?

A.S. — En la Facultad de Ciencias este proyecto lo estamos canalizando por una organización civil que es Investigación y Desarrollo, que está dentro de la Facultad de Ciencias y que está conformada por docentes, estudiantes y egresados de la facultad y que ya venía desarrollando tareas en la zona.

Desde el año 2005 estamos en Punta del Diablo trabajando en conjunto en temas relacionados a la pesquería, al monitoreo participativo de la biodiversidad de la zona de peces e invertebrados, y en el 2008, cuando surge el llamado para este proyecto charlamos con algunos de los pescadores que ya conocíamos y ya estábamos en contacto y surgió la idea en conjunto de tratar de ver alguna solución o algún tipo de dispositivo que pudiera ayudar a que se capturaran menos peces o invertebrados en esas redes. Entonces, hablamos y la propuesta “sonó” bien.

Los pescadores de entrada participaron y apoyaron este tipo de iniciativa y concretamos el proyecto para el Fondo de las Pequeñas Donaciones de las Naciones Unidas, y surgió el proyecto. Lo importante de esto es que el proyecto desde el inicio cuenta con la participación activa de los pescadores.

No hay que olvidar que dispositivos de estas características no existen, lo que sí existen son dispositivos para redes de arrastre industriales, pero pesan entre 40 y 50 kilos. Imagínese una persona levantándolo a mano —el trabajo es puramente manual— porque no hay guinches, no hay grúas… levantar 50 kilos era impracticable. Había que pensar una tecnología apropiada y adecuada para este tipo de arte, de pesquería, de red.

Ahí fue que enseguida se sumó gente de la Dinara. Luego de aprobado el proyecto fui a comentarles al Laboratorio de Tecnología Pesquera que está encargado de eso y ellos aceptaron y la Dinara apoyó con horas-hombre de trabajo y también en conjunto con los pescadores diseñamos cómo podrían ser las posibles alternativas para modificar la red ya existente.

A.L. — Robert ¿cómo fue ese encuentro con estos científicos de la universidad cuando le fueron a plantear el tema? ¿Qué pensaron ustedes? Porque muchas veces hay problemas de confianza.

R.A. — Claro. La comunidad es un pueblito y como pueblito surgen roces y a todo eso vino Ángel con su mochilita a plantearnos eso y me acuerdo que al principio estábamos todos de acuerdo pero después que se fue Ángel se empezó a imaginar: “Va a pasar esto…”; “no vamos a pescar más”… entonces con mi tío Jorge —que es “un grande” y fue quien armó las redes y con Dardo; hermano de Jorge— pusimos “pie a tierra” y dijimos que algo viable tenía que tener y que algo a favor nuestro tenía que salir.

Ángel hizo las primeras pruebas acá con Dardo (que es un viejo pescador de acá); yo un poco ignorante miraba de lejos hasta que en un momento nos acercamos más a Ángel y dijimos que íbamos a acompañar este proyecto porque estaba bueno, y es menos trabajo para nosotros porque no tenemos que clasificar tanto el pescado, las crías chicas que vienen a comer el camarón o que vienen a reproducirse ahí, las grandes y las crías chicas las pescamos y las tenemos que apartar y tirar luego al agua… Entonces, fuimos tomando conciencia y la verdad que después vinieron a presentar que se encontraron nuevas especies que se calculaban que habían en otras zonas…

Hay que seguir dándole a este tipo de proyectos porque la verdad es que es totalmente viable y favorable para el sistema.

A.L. — La red nueva que inventaron entre todos ¿quién la hizo?

R.A. — Lamentablemente hoy no lo tenemos porque falleció el año pasado; fue el tío Jorge (el hermano de Dardo) que es un señor con todas las letras. Patrón de altura; patrón de media altura, patrón artesanal. Todo lo que un patrón tenía que tener… todos los galones en pesca, los tenía ese hombre y fue el que junto con Ángel empezaron.

Nosotros ya teníamos un diseño de red porque pescamos con motores chicos (fuera de borda de 25 a 40 o 50 caballos máximo), porque las lanchas no nos permiten llevar un motor más grande; tenemos un tipo de red y se le buscó la alternativa para ponerle algo —ese invento; malla… no sé cómo se llama científicamente— que es lo que clasificaba.

Nosotros veíamos que tenía dos escapes y el tío Jorge con la paciencia que tenía nos explicaba que no y hasta que lo llevamos a la práctica no me di cuenta de la verdad de las palabras de Jorge. Una cosa es lo teórico que Ángel nos podía contar y otra cosa era la práctica; es impresionante cómo se puede sacar un camarón “limpio”, como nosotros le decimos acá, usando ese sistema.

A.L. — ¿Y cuál es el secreto Ángel?

A.S. — Secreto no tiene. El tema es que se basa en comportamientos diferentes que tienen los peces y los camarones.

Al poner una grilla dentro de la red, —hay que pensar que este dispositivo lo queríamos hacer y no podíamos hacerlo de un material súper caro o reinventar toda la red, sino que teníamos que modificar algo que ya estaba hecho—, los peces al sentir esa grilla dentro de la red tienen un escape más radial y al salir para los costados tienen una ventana….

A.L. — Arrancan para el costado, quieren “rajar” para el costado.

A.S. — Ahí está… “rajan” para el costado.

Ahí tienen una ventana abierta que es por donde escapan mientras que el camarón escapa para atrás.

Cuando siente la grilla, tira para atrás y queda enganchado, pero el pescado cuando tiene un escape más radial, más hacia los costados, puede salir por una ventana. Se basa en ese comportamiento.

Después hay matices y detalles que son los que vamos a modificar pero en principio el funcionamiento básico se basa en eso.

A.L. — ¿Cómo han evaluado el funcionamiento de esta red?

A.S. — Al principio hay dos partes: una parte es la diversidad —cuánto se escapa; cuánto sale de peces y de lo que no se quiere capturar—, y cuánto es de producción.

Por el lado de diversidad, el resultado es excelente y fue muy bueno. Se escaparon más del 90% de las rayas, o sea que de cada 10 rayas que hubieran quedado en la red, nueve se salvarían. Es un número bien interesante. En los peces en general, el 70%; eso quiere decir que de 10 peces que hubieran quedado enganchados y hubieran tenido que seleccionarlos a bordo, siete se hubieran escapado, o sea que también es un resultado impresionante y bastante bueno.

A.L. — ¿Se “hubieran escapado” o se escaparon?

A.S. — Lo que pasa es en ese momento y para evaluar, nosotros teníamos que capturarlos igual, porque teníamos que ver cuántos se escapaban y cuántos quedaban para poder comparar, sino no teníamos métrica de comparación.

Después el resultado no fue tan bueno con los camarones desde el punto de vista productivo, porque el 30% se escapó. Ese es un resultado que a nosotros todavía no nos deja conformes y también a los pescadores —Robert, Dardo y todos los que participaron—, que hicieron una evaluación del arte desde su punto de vista, que son quienes lo van a utilizar o no, y tampoco quedaron conformes porque es una cantidad muy grande. Pero ya tenemos ideas de cómo mejorar eso.

Se puede cambiar la inclinación de la grilla, se pueden cambiar los materiales de la grilla y en realidad la idea es seguir con estas iniciativas buscando financiación para poder continuar con este tipo de trabajos. Más en vista de que la zona está siendo propuesta como Área Protegida, entonces el involucramiento de la comunidad local y que los pescadores activamente participen del monitoreo en la diversidad y tener una conciencia del medio, como la tienen y hace años, es importante. Es importante el proceso que se logró y lo qué se logró. No solamente los resultados en sí de lo qué escapa o no.

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