Sojización: impactos sociales de la expansión de la soja en Uruguay

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Impulsado por los altos precios internacionales, por la demanda de granos y la llegada de capitales especulativos al sector agrícola, el complejo sojero se está afianzando en nuestro país.

Gabriel Oyhantçabal e Ignacio Narbondo

En apenas siete años las exportaciones de soja pasaron de US$ 1:500.000 a más de US$300:000.000, convirtiéndose en el segundo rubro de exportación de nuestro país. Este crecimiento brutal forma parte de una realidad regional y también de una lógica mundial del mercado que está teniendo serios impactos en la economía uruguaya y también en nuestra sociedad. Impulsado por los altos precios internacionales; por la creciente demanda de granos y también por la llegada de capitales financieros especulativos al sector agrícola, el complejo sojero se está afianzando en nuestro país.

En Uruguay y también en el mundo la producción de soja está concentrada en pocas manos, — principalmente en empresas transnacionales —, y de hecho, lo que hace Uruguay con la soja es exportarla en granos; el 88% se está exportando en grano. Esto es hasta tal punto, que Uruguay sigue importando derivados de soja que necesitan industrializarse.Es decir, que este crecimiento no se ha visto acompasado con mayor productividad o mayores procesamientos industriales en nuestro país.Resulta curioso este dato, cuando se dice que el 75% de los cultivos de verano del Uruguay son de soja.

Estos son algunos de los temas que plantea el libro Radiografía del agronegocio sojero, presentado ayer en Montevideo, y para profundizar en ellos conversamos con Gabriel Oyhantçabal e Ignacio Narbondo, los autores del texto.
Alejandro Landoni — ¿Por qué se está plantando tanta soja en el mundo? ¿Qué es lo que está pasando? 

Ignacio Narbondo — La pregunta da para una vasta explicación pero intentaremos ser sintéticos. Se está produciendo mucho y se siembra mucho, en primer lugar porque la soja está valiendo mucho. A pesar de que últimamente ha habido una baja de los precios, desde hace un tiempo se viene en una escalada bastante importante de los precios de la soja, (de los granos en general, pero de la soja en particular), porque el grano de soja y los derivados de la soja se están demandando mucho a nivel mundial. Sobre todo en los últimos años hemos venido asistiendo a una creciente demanda de soja en particular desde la Unión Europea y China. Esto está asociado fundamentalmente a que la soja se usa como insumo para el complejo de producción de carnes tanto en la Unión Europea como en China. 

A.L. — ¿Es ración animal? 

I.N. — Exactamente. La soja se usa como insumo para la producción de raciones animales que se utilizan en la ganadería intensiva, que es el tipo de ganadería que prevalece en la Unión Europea y en China. Esto también está asociado fundamentalmente a un cambio en la dieta de la población china, en función de los cambios en la sociedad china que se han venido procesando en los últimos años. Los chinos comen cada vez más carne; esto presiona a la demanda de carne y esto a su vez, presiona la demanda de los granos necesarios para producir carne. 

A.L. — ¿La soja se usa por ejemplo para producir biocombustible? 

I.N. — Exactamente. A este factor se suma que últimamente también ha tenido bastante demanda la producción de biocombustible.La soja es uno de los granos que se utiliza como insumo para la producción de biocombustible. 

A.L. — Es interesante decir que eso no pasa en Uruguay donde ALUR tomó para otro lado; para el sorgo dulce y para la caña de azúcar. 

I.N. — Exactamente, hasta ahora eso no ha estado pasando en Uruguay, aunque últimamente por algunos proyectos que se están por poner en marcha, se está incentivando la producción de biodiesel a partir del procesamiento de soja, en particular en Cousa, la aceitera más importante del Uruguay, que en un acuerdo con Ancap y Conaprole va a empezar a procesar soja para hacer biodiesel; venderle el biodiesel a Ancap y el subproducto de ese procesamiento — que es la harina de soja —, se va a vender a Conaprole, y con eso se van a hacer raciones para animales.

Pero eso es bastante reciente y por lo menos en estos próximos años, no va a captar una proporción muy amplia de la producción de soja del Uruguay. 

A.L. — Así que nosotros también vamos a entrar en ese nicho de utilizar la soja para los agrocombustibles.Me llamó mucho la atención en el libro, el tema de la especulación; lo que se llaman “los futuros”: los granos se venden en las Bolsas de Valores, incluso granos que no existen — producción a futuro —; que valen un dineral.

Gabriel Oyhantçabal — Sí, ese es uno de los factores que también viene influyendo decididamente en lo que hace a la rentabilidad del negocio y al alza de precios que está teniendo el mercado de la soja. Particularmente, en la Bolsa de Valores de Chicago (CBOT), que es donde se realiza el mayor volumen de negocio de soja del mundo y es lo que el resto del mundo toma como referencia para los precios, tanto las Bolsas de San Pablo, Buenos Aires, Rosario, reflejan lo que sucede en Chicago.

Esta lógica del “mercado futuro” hace que por ejemplo al día de hoy ya se están vendiendo bonos equivalentes a producción de soja para dentro de dos años por ejemplo, y así para atrás. Eso hace que alguien que va sembrar soja, puede venderla incluso antes de sembrarla y ya sabe que la vende a un “precio x” en el mercado. Entonces, si siembro soja en esta zafra, por ejemplo, en noviembre; puedo ir a Chicago y ofrecer determinada producción de soja, y hay distintos actores que me comprarán un bono y sé que tengo colocada mi producción y a determinado precio. Eso da una gran garantía y seguridad al productor de soja. 

A.L. — Eso está bueno. 

G.O. — Claro, desde el punto de vista del productor y el empresario, sin lugar a dudas. Una de las principales causas de incertidumbre y de riesgo en la producción agropecuaria son los factores climáticos y la imprevisibilidad de la situación de clima. Entonces, usted a priori se garantiza colocar la producción y además colocarla a un “precio x”, ya es un factor positivo.

A esto se suma que en el mercado entran a jugar actores que no están vinculados ni a la producción ni a la industrialización de soja, —gente que no produce, ni la va a consumir —, y son especuladores financieros como cualquier especulador de la Bolsa que compran bonos de soja y especulan con el dinero.Por ejemplo, compran bonos que equivalen a US$ 300 y si a las dos semanas subió a US$ 500, los venden y de esa especulación hacen una diferencia. 

A.L. — Leí en su libro que hay fondos invertidos en estos mercados por US$ 55.000:000.000, lo que es realmente una suma importantísima de dinero. 

I.N. — Claro, esos son fondos que se canalizan de diferentes sectores financieros de Europa y de los países centrales, pero directamente hacia la producción de soja a nivel primario; digamos que financian siembras. Esos capitales financieros en general se asocian con capitales regionales que operativizan toda la logística para la siembra de soja, y a partir de esa combinación de capitales financieros internacionales con empresarios regionales, es que fue surgiendo un tipo empresarial bien particular de esta región que se denominan los “pools de siembra”, que surgieron con fuerza en Argentina y después se fueron expandiendo al resto de la región y que se caracterizan por sembrar a grandes escalas y bajo producciones estandarizadas, cultivos muy rentables.

La vedette de estos últimos años — en Argentina, desde hace 20 años —, viene siendo la soja, y esta rentabilidad fue favoreciendo la emergencia de estos actores. Como decía, surgió en Argentina y hoy están presentes con mucha fuerza aquí en Uruguay, concentrando buena parte de la superficie del suelo. 

A.L. — El 88% del grano de soja que se produce en Uruguay se exporta y se da una situación curiosa: Uruguay continúa importando derivados industrializados de la soja.Es decir que el grano sale de Uruguay sin ningún tipo de valor agregado.En la última temporada se plantaron 550.000 hectáreas de soja en Uruguay, lo que significó las 3/4 partes de los cultivos de verano. Como decíamos al comienzo, la soja está concentrada en muy pocas manos. En 2007, ocho empresas productoras estaban controlando el 37% de toda la soja que había en el país.Son muchísimos los números que se podrían dar, pero estos al menos ofrecen un cierto panorama.

¿Cómo explican ustedes este fenómeno dentro del Uruguay?¿El tema de la soja vino de la mano de estos pools de siembra de Argentina?

G.O. — Sí, en buena medida una de nuestras líneas de análisis es explicar este avance de la soja en Uruguay ligado a la expansión en el mundo y en la región.Es imposible comprender el proceso que llamamos de “sojización”, aislando el análisis del resto del mundo.Por eso es posible incluso decir, — algunos así lo afirman —, que lo que ocurre en cierto sentido es una expansión de la frontera de producción argentina hacia Uruguay y que los principales productores que hoy se embarcan y llevan adelante la producción en nuestro país, son argentinos.Los factores que dinamizan la producción de soja y la hacen un negocio rentable son los mismos que se expresan en el resto del mundo.

De todas maneras, cabe hacer la salvedad de que el área de soja que hay en Uruguay es significativamente menor si la comparamos con los países de la región. Hay un tema de escala y después de zona agroecológica propicia para la producción agrícola, que en el caso de Uruguay es predominantemente el litoral, donde tradicionalmente hubo agricultura.Brasil sembró en la última zafra 22:000.000 de hectáreas; — hay que recordar que Uruguay tiene alrededor de 16:000.000 hectáreas de aptitud agropecuaria; Argentina anda alrededor de las 15:000.000 y Uruguay tiene 500.000; Paraguay está casi en 3:000.000.

Igual en todos los países, lo que uno observa es un crecimiento sostenido de la producción en los últimos años. De 1990 a la actualidad, el área de producción de soja creció en el Cono Sur, no en otro lugar del mundo; y hoy, el Cono Sur es la principal zona productora de granos de soja del mundo. El primer país es Estados Unidos, pero si sumamos a todos los países de la región, es el Cono Sur el principal productor y a su vez, es una de las principales zonas industrializadoras de soja, sobre todo Argentina y Brasil; industrialización que está protagonizada por grandes empresas transnacionales. 

A.L. — Alguna persona que aún no haya leído el libro podría decir: “Fantástico, vino mucha inversión extranjera al Uruguay; se potenciaron muchísimo las exportaciones; se convirtió en el segundo producto de exportación del Uruguay”. Puesto en estos términos, esa persona se preguntaría: ¿De qué se quejan?¿Cuáles han sido los impactos que ha tenido esta explosión de la soja en nuestro país? 

I.N. — De hecho, usted mencionaba esto en un principio. Es cierto, ha habido muchas inversiones, se ha generado mucho crecimiento económico y eso en general, suele ser reivindicado por los apologistas de la sojización como algo positivo: hay crecimiento, entonces hay más desarrollo para la sociedad.

Sin embargo, según las líneas de análisis que nosotros venimos desarrollando y que un poco aparecen en el libro, caracterizamos este proceso como un avance del capitalismo en el campo.Es decir, a partir de los cambios que se han dado por la sojización, lo que tenemos es capitalismo en el campo expresado más cabalmente.Esto significa que se profundizan las consecuencias sociales de este modo de producción. Para resumirlas: en primer lugar, un proceso muy concentrador de la tierra, pero sobre todo concentrador de la producción. Este proceso ha venido de la mano del control de la tierra por parte de los pools de siembra argentinos y de muchos agricultores uruguayos en formato de arrendamientos, pero controlando enormes superficies.

Este avance concentrador supone una contracara que es el desplazamiento de productores pequeños.En los últimos años se han desplazado unos 600 agricultores familiares y además, supone el desplazamiento de otros rubros productivos en Uruguay que generaban mucho más empleo, como por ejemplo la lechería.Además de concentrar la tierra y de desplazar tipos productivos, lo que genera es un ahorro permanente de fuerza de trabajo. 

A.L. — ¿O sea que se dan menos empleos?

I.N. — Exactamente, la racionalidad capitalista en su lógica interna, busca ahorrar costos mediante el ahorro en fuerza de trabajo, que es uno de los costos más importantes.La soja hoy está generando muy poco empleo y cada vez tiende a generar menos; genera alrededor de 3 empleos cada 1.000 hectáreas, cuando la lechería genera 20 empleos cada 1.000 hectáreas, y la leche es uno de los rubros que está siendo desplazado.O sea que se conjugan esos tres factores como grandes impactos: concentración, desplazamiento y poca generación de empleo. 

A.L. — Esta investigación que han hecho nuestros dos invitados de hoy, dio origen al documental “Con la soja al cuello” del cual hemos tomado el siguiente audio, en el cual Javier Risso, un productor hortícola de Cuchilla de Rocha (Sauce – Canelones), habla sobre la expulsión de los pequeños productores: “A veces te llevan a alquilar por la propia necesidad de no haber alternativas. No se te están brindando alternativas de sustituir algún cultivo por otro. Lamentablemente a veces, el productor no quiere alquilar, pero la propia necesidad lo lleva a tener que hacerlo porque tiene que seguir viviendo, y como la tierra no le da… alquila”.La necesidad les hace alquilar la tierra y ustedes hace un rato decían que la soja se produce en su gran mayoría, en tierras que son alquiladas a los productores. 

G.O. —Exactamente. Eso supone agudizar la competencia por fracciones de tierra que están en arrendamiento.Esta situación que relataba Javier, es una situación a la que también se enfrentan los productores lecheros. De la superficie lechera en el Uruguay, hoy más del 50% está bajo arrendamiento. Es decir, productores que no son dueños de la tierra y producen en la tierra que arriendan, muchos de ellos son pequeños productores.Ante la presión sobre tierra no agrícola — antes no estaba destinada a la agricultura —, por parte de los agricultores, aparece la presión sobre estas tierras lecheras y se eleva el precio de la tierra y esto implica condiciones totalmente desventajosas.

Los grandes agricultores están en condiciones de pagar arrendamientos más altos y además, por adelantado. Por ejemplo, pagan tres años por adelantado y ante eso el pequeño productor lechero no tiene cómo competir; se ve obligado a reducir su escala y por tanto a enfrentarse en peores condiciones a la competencia permanente. 

A.L. — Hay unos números brutales de la concentración de la tierra — les daba algún dato solamente —, básicamente que en el año 2007 había ocho empresas productoras que estaban controlando el 37% de toda la soja que hay en nuestro país.¿Cuántos productores de soja hay en Uruguay? 

I.N. — Según los últimos datos, creo que andaba en 750 productores de los cuales la gran mayoría son productores chicos o medianos. Alrededor del 50% de los productores tienen menos de 300 hectáreas, pero controlan sólo el 8% del área —, cuando sólo 11 empresas, las más grandes, los pool de siembra, que son predominantemente argentinos, controlan el 37% del área. Son muchísimos menos, pero controlan muchísima más área.

Concentración de la producción y de la tierra supone concentración de la riqueza, por eso nosotros decimos en síntesis que este proceso es generador del crecimiento económico, de dinamismo, pero los beneficios que genera quedan concentrados en muy pocas manos.Estas empresas además, se asocian a las empresas que exportan la soja; o sea, que la acopian en silos y luego la exportan a través del puerto de Nueva Palmira, fundamentalmente grandes empresas transnacionales. Ahí también se observa una alta concentración: cinco empresas que acopian y exportan controlan el 75% del volumen de soja que se exporta desde Uruguay.

Dos son transnacionales; Cargillla principal transnacional de los negocios agrícolas del mundo, y una francesa que se llama Louis Dreyfus, y después un actor nacional muy importante que se llama Barraca Erro. 

A.L. — En el libro están detalladas todas y cada una de las empresas que participan, con “pelos y señales” de cada una. ¿La soja que está en Uruguay es transgénica? 

G.O. — Sí, prácticamente en su totalidad se siembra semilla transgénica (el 99%). 

A.L. — Que además se compra en dos o tres lados. 

G.O. — Exactamente. También la producción de insumos en general y del servicio? en particular, está bastante concentrada y — ahora no retengo bien las cifras de concentración en la producción de insumos —, pero dos empresas fundamentalmente son las que proveen la mayor parte de insumos para la producción de soja en el Uruguay, entre ellas Barraca Erro, que es de origen nacional pero por ejemplo, comercializa soja de semilleras argentinas que a su vez pagan los royalties, la propiedad intelectual del gen transgénico que tiene la soja, a la empresa transnacional Monsanto,que en última instancia es la propietaria. O sea que por cada kilogramo de soja que se comercializa, una proporción de precio, por más pequeña que sea, está siendo canalizada hacia Monsanto por la vía de la propiedad intelectual. 

A.L. — En el libro hay algunos datos sobre Monsanto: se estima que posee derechos de patente sobre casi el 90% del área sembrada con semillas transgénicas. En el año 2008 tuvo ganancias por US$ 2.230:000.000, un 54% más que en el año anterior.También dicen que dieron agentes químicos para los norteamericanos en la guerra de Vietnam, entre otras cosas que están escritas en el libro. 

I.N. — El prontuario de Monsanto es por demás extenso y estuvo vinculada tanto a procesos de contaminación de poblaciones por la producción de un producto que se llamaba PCB, que era para el refrigerante de las heladeras que luego se demostró su alto poder cancerígeno — y Monsanto era una de las principales productoras —, que luego se fue reconvirtiendo.Después también está vinculada a la producción de herbicidas; en este caso “el agente naranja”’ (el Napalm), utilizado en la guerra de Vietnam y, últimamente con el desarrollo primero del glifosato, el agrotóxico más usado hoy en el mundo y el principal herbicida y luego, con los eventos transgénicos: en primer lugar la soja, pero ya ha incursionado en el negocio del maíz, la colza, algodón. 

A.L. — ¿Qué pasa a nivel medio ambiental en el Uruguay? ¿La soja da problemas medio ambientales? 

G.O. — En un trabajo previo a éste, que salió publicado el año pasado y por el cual también tuvimos el gusto de estar invitados a este programa, analizábamos algunos de los impactos ambientales que conlleva el avance de la soja, y ahí hay dos grandes ámbitos para ver los impactos: por un lado, el tema de la conservación de los suelos en Uruguay; y por otro, el tema de la intensificación en el uso de agrotóxicos.

Con respecto al tema suelos, que ha sido uno de los temas con más trascendencia a nivel de la prensa y a nivel gubernamental, los problemas se han sucedido sobre todo por las modalidades más importantes de la producción de soja en Uruguay que es lo que se denomina “soja continua”; de un verano a otro se siembra siempre soja y el suelo queda descubierto durante el invierno y como la soja desaparece muy rápido del suelo, esto implica que el suelo queda expuesto a la erosión hídrica — la lluvia cuando cae se lleva suelo y ese es suelo que se pierde y no se recupera, o es muy difícil de recuperar y lleva mucho tiempo —. Eso supone un proceso de pérdida de uno de los recursos naturales más importantes con los que cuenta Uruguay.

Eso por un lado, a nivel de suelo también se puede sumar algo que nosotros planteamos en este libro que es “el subsidio ecológico”, que es la extracción de nutrientes sin reposición suficiente, sobre todo de nitrógeno del suelo, asociada la producción de soja.Después, el otro ámbito que mencionaba es el uso intensivo de agrotóxicos.Una de las cosas que mencionábamos era que la producción de soja se da de manera muy estandarizada y con una gran tecnificación, y uno de estos elementos técnicos es el uso intensivo de herbicidas, fungicidas y plaguicidas para controlar los diferentes problemas del cultivo.

De hecho la soja transgénica una de las características que tiene es que es resistente a un herbicida, el glifosato, y eso permite muchas aplicaciones de este herbicida a lo largo del ciclo de cultivo. 

A.L. — También del documental “Con la soja al cuello”, hemos tomado otro audio de la Dra. Mabel Burger, ex directora del Departamento de Toxicología del Hospital de Clínicas, que justamente se refiere a este tema del glifosato. “Los plaguicidas se clasifican de 1 a 4, siendo el 1 el más tóxico de todos. El glifosato comenzó con una categoría 3, luego pasó a una 2 y actualmente la Organización Mundial de la Salud ya lo está poniendo en categoría 1, en virtud fundamentalmente de sus propiedades altamente irritantes que ya se han comprobado.Es un herbicida que se utiliza en el país fundamentalmente en el cultivo de la soja transgénica.

Las normas están hechas; el cumplimento de las mismas es otro tema. Y después, el control de que se cumplan es otro tema también.Nosotros sabemos de aplicaciones áreas de glifosato que se hacen cerca de las viviendas: que se hacen cerca de los pueblos y que han afectado, viviendas, la huerta… han afectado los árboles frutales, por ejemplo, recuerdo casos”. ¿Ustedes comparten que las normas existen, pero que se cumplan es otro tema? 

G.O. — Sí, en cierto sentido es posible constatar esa realidad y muchas veces el propio Ministerio de Ganadería da cuenta de la carencia de recursos humanos para cumplir las normativas tanto en el control del uso de agrotóxicos, porque hay normativas tanto para habilitar los productos como normas de cómo se aplica y en qué condiciones. Pero eso requeriría de un equipo de inspectores de alta presencia y en gran cantidad en todo el territorio que hoy no existen. No se prevé al menos que existan y así como a nivel de suelo también… Incluso el año pasado se sacó un nuevo decreto reglamentario de la Ley de Conservación y Protección de Suelos y Aguas, — una ley del año 1980 —; que el gobierno preocupado por la intensificación de la agricultura y en particular de la soja, interesado en preservar el suelo, sacó un decreto para tratar de ajustar más la ley pero en realidad, la posibilidad de control real a las prácticas nocivas con el suelo también se pone en cuestión, tanto por la falta de recursos humanos como la disponibilidad de recursos para traslados, etc. 

A.L. — Las personas que quieran conseguir el libro, ¿dónde lo pueden hacer? 

I.N. — El libro en este momento está disponible en Redes Amigos de la Tierra, que queda en San José y Santiago de Chile. Es la ONG que nos ha permitido publicar este trabajo y está a un costo de $ 150.

Además está disponible en la página de internet de Redes Amigos de la Tierra para descargar en formato pdf (www.redes.org.uy).

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