«Este modelo de desarrollo a muchos les duele»

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El director de ALUR confirma que a partir de este año los emprendimientos de Alcoholes del Uruguay estarán equilibrados, y que se espera facturar anualmente cerca de US$ 80 millones.

El director ejecutivo de la empresa estatal responde a la oposición que sus planteos respecto al proyecto “no tienen asidero”, son “ambiguos” y en definitiva “demuestran que a muchos les duele” que el Estado lleve adelante un modelo de desarrollo de cadenas agroindustriales consideradas estratégicas para el país.

El proyecto sucro-alcoholero de ALUR (Alcoholes del Uruguay) está en “el ojo de la tormenta” y se ha vuelto uno de los temas recurrentes de la presente campaña electoral uruguaya. Mientras sus promotores aseguran que este proyecto va a obtener unos US$ 80 millones de rentabilidad por año y va a contribuir a asegurar la independencia energética y alimentaria, la oposición sostiene que en realidad es “un barril sin fondo”.

En base a caña de azúcar y a sorgo dulce el proyecto de ALUR en Bella Unión produce azúcar para el consumo humano; va a producir etanol para mezclarlo con las naftas y también energía eléctrica, para el funcionamiento del propio ingenio y la venta, en caso de excedentes, a UTE. Además, ALUR va a elaborar varios subproductos entre los que se destacan una ración para rumiantes, biofertilizantes y también biogás en base a biomasa. Todo eso es en Bella Unión, porque acá en el sur del país también se está a punto de empezar a producir biodiesel en base a girasol para mezclar con el gasoil.

A pesar de las críticas que el proyecto recibe, en Bella Unión, nosotros mismos constatamos esto, nadie duda de que la zona se haya reactivado. De hecho, desde el año 2006 hasta la fecha, ALUR generó 2.600 puestos de trabajo directos en el sector agrícola e industrial, y se han plantado muchas más hectáreas de caña de azúcar que antes — estaban en un mínimo histórico de 2.800 en el 2005, y ahora están en el entorno de las 8.000 hectáreas plantadas.

Para profundizar en este proyecto, que es el protagonista del programa de Producción Nacional en TV Ciudad de esta semana, conversamos con el director ejecutivo de ALUR, Leonardo de León. 

Alejandro Landoni — ¿Qué importancia estratégica tiene el proyecto de ALUR?  

Leonardo de León — Hoy ALUR ya no es un proyecto, hablaríamos de una empresa del Grupo Ancap que es 90% Ancap y 10% Pdvsa (Petróleos de Venezuela) y que es una empresa que está llevando adelante tres cadenas agro-industriales en el país; de las cuales la más conocida es la de Bella Unión. ALUR está llevando adelante tres cadenas agroindustriales muy importantes: la de Bella Unión en base a la caña de azúcar y el sorgo dulce, donde se han hecho inversiones importantes para transformar lo que era un Ingenio Azucarero en una cadena agroindustrial energética y alimentaria.

Ahí tenemos productos como el azúcar, etanol, energía eléctrica, alimento animal para ganado de carne y leche (en base a caña de azúcar y sorgo dulce); a eso se suman distintos coproductos que estamos agregando como — esto sí, a nivel de proyecto —, que es la producción de biogás y la producción de biofertilizantes (a partir de noviembre próximo). Tenemos otra cadena agroindustrial, una industria de Paysandú que produce alcoholes industriales y alcohol potable para bebidas alcohólicas, que son las bebidas que produce otra empresa de Ancap que es Caba S.A., y la tercera cadena agroindustrial es la que tenemos acá en el sur del país; tenemos ya montadas dos plantas de biodiesel en acuerdo con la aceitera nacional Cousa para la producción de biodiesel, la producción de harinas de oleaginosas como alimento animal y glicerina.

Además se asegura con este acuerdo — esta sinergia que encontramos con la aceitera Cousa que es la más importante que tiene el país —; que la producción de aceite comestible sea viable, que era una de las industrias jaqueadas que tenía el país desde hace muchos años. O sea que estamos hablando de más de diez productos y que tiene un fuerte impacto a nivel de la generación de empleo, la creación de valor sin lugar a dudas…  

A.L. — ¿Se puede hablar de un número general? Hablamos de 2.600 puestos de trabajo en Bella Unión.  

L.d.L. — Se puede hablar, pero sólo vinculados a Bella Unión. Estamos hablando de más de unas 4.000 personas vinculadas a las tres cadenas agroindustriales, estamos hablando de productores, de trabajadores rurales, de trabajadores industriales, de prestadores de servicios, de transportistas de caña, de transportistas de granos aquí en el sur y en Paysandú, de transportistas de azúcar, transportistas de aceite, transporte de biodiesel, de etanol.

Es decir, que hay un entretejido muy importante que se crea alrededor de estas cadenas agroindustriales donde el Estado juega un rol muy importante, porque estamos hablando de cadenas agroindustriales que tienen como eje principal la energía y el alimento. El Estado ha definido que son temas estratégicos y por eso ha decidido hacer una fuerte inversión, pero a su vez, ha definido también una articulación muy fuerte con el sector privado: los productores, los proveedores de servicios, pero también la sinergia con otras industrias del sector privado como Cousa (en un acuerdo muy importante) y Conaprole, muy interesado en esto porque sólo en uno de los productos que tiene ALUR en sus tres cadenas, la producción de alimento animal para ganado de carne, estamos produciendo el 30% de lo que el país compra anualmente en alimento animal como complemento, y eso se va a sustituir. O sea que generan un impacto muy fuerte a nivel laboral, pero también tienen un impacto muy fuerte para el país porque estamos hablando de energéticos; estamos hablando de energía, dos biocombustibles, energía eléctrica, y estamos hablando de alimento para los uruguayos como es el azúcar; que se traduce en alimento humano. Entonces, es un impacto también muy fuerte a nivel país con sustitución de importaciones.

Fíjese que el Uruguay es un país 100% dependiente del petróleo; — casi el 60% de nuestra matriz energética es el petróleo—, y sustituyendo gasoil, sustituyendo petróleo, sustituyendo importaciones de alimento animal, sustituyendo azúcar; todo esto implica una reducción de US$ 65 millones y US$ 70 millones de divisas que históricamente utilizaba el país para importar estos productos.  

A.L. — ¿En qué plazo se va a poder sustituir esa cantidad?  

L.d.L. — A partir del año que viene, cuando estén todas las actividades a pleno — la mayoría de ellas comienzan a desarrollarse ahora —. Ese es el fuerte impacto y por eso cuando se habla de que esto está en “la cresta de la ola”, obviamente acá hay un modelo, detrás de todo esto hay un modelo de país, hay una visión de país, hay una perspectiva estratégica que muestra todo esto que hemos dicho: soberanía energética, soberanía alimentaria, trabajo; seguridades en definitiva. Seguridades laborales, porque estamos hablando de miles de personas que van a estar vinculadas a estas cadenas agroindustriales; pero también seguridad energética, seguridad alimentaria.

Hoy que está tan arriba de la mesa el tema de la inseguridad, esto es seguridad. Repasábamos en estos días y me parece interesante la anécdota: en los primeros años de 1900, José Batlle y Ordóñez planteaba la importancia que tenía comenzar a producir alcoholes con materia prima nacional.  

A.L. — A principios del siglo pasado.

L.d.L. — Exactamente, hace más de 100 años. El Instituto de Química estaba haciendo las primeras pruebas de mezclas de alcohol con gasolinas; Uruguay fue pionero en el desarrollo de los biocombustibles y a su vez toda esa etapa es previa a la creación de Ancap (en 1931), que tiene en su artículo primero el objeto de desarrollar el carburante nacional.

Cuando se repasa lo qué fueron las discusiones; hay un libro que describe los 75 años (que fueron hace tres o cuatro años) de la creación de Ancap, y uno repasa los artículos de prensa y los debates de ese momento y allí se encuentra con que los mismos que cuestionaban la creación de Ancap en esos momentos; los mismos que cuestionaban la producción de ese carburante nacional son los mismos que hoy cuestionan que el Estado esté desarrollando estas cadenas agroindustriales; que el Estado esté jugando un papel tan activo en las inversiones y en el desarrollo de todo eso. Estamos hablando obviamente de aspectos ideológicos de fondo, de visión de país, de desarrollo.  

A.L. — ¿ALUR es el escenario de la confrontación entre dos modelos distintos del Uruguay Productivo?  

L.d.L. — Sí. Nosotros vivimos en la década del 90 y es nomás recorrer Montes en Canelones, Paysandú, el norte del departamento de Salto, cuando vamos Villa Constitución, a Belén y sólo por nombrar esos tres ejemplos en distintas zonas del país; ahí ocurrió un proceso de desindustrialización muy fuerte que afectó directamente a la gente; a las posibilidades de trabajo y entre las desafectaciones o procesos de desindustrialización que hubo, uno fue por ejemplo, el cierre de El Espinillar.

En el mundo todos los países estaban avanzando hacia el desarrollo de las energías renovables y en el Uruguay se cerraban industrias que estaban relacionadas directamente a esas potencialidades, como era tener un Ingenio Azucarero que a su vez producía alcohol y en ese entonces en Brasil había una apuesta muy fuerte a la producción de etanol, el desarrollo de la caña de azúcar, y en el Uruguay se cerraban estas industrias y se cerraron todas las industrias azucareras del país, que hoy en el mundo están relacionadas con la producción de biocombustible.

Hay un modelo de país distinto; acá hay una apuesta al trabajo, a la inclusión social, al desarrollo productivo, a la innovación — porque estamos hablando de que se están incorporando tecnologías —; todo lo que hay disponible a escala comercial en el mundo en todos estos temas de la bioenergía es lo que tiene ALUR, y algunos otros emprendimientos también en el país relacionados agro energía, son tecnologías que hoy están instaladas en el país a través de ALUR. Entonces, también hay un proceso de innovación importante, de otra vez poder crear una masa crítica relacionada a estos temas, porque ese proceso de desindustrialización también llevó a una pérdida de masa crítica en los temas industriales y en el desarrollo de estas cadenas agroindustriales.  

A.L. — Como explicábamos anteriormente la empresa ALUR es 90% del Grupo Ancap, que es 90% Ancap y 10% Pdvsa, y allí hay una gestión de Petróleos de Venezuela para acceder a ¿un 15% más de las acciones?

L.d.L. — Sí, a un 15% más, o sea que quedaría con una participación de un 25% y Ancap un 75%.  

A.L. — ¿Cuánta plata se invirtió en el proyecto de ALUR hasta el momento? Hay muchísimos números sobre la mesa. Germán Riet — que ahora es el presidente de Ancap, pero cuando dijo esto era vicepresidente—; dijo que Ancap había invertido US$ 97 millones en ALUR y se piensa llegar por parte de Ancap a los US$ 103 millones. ¿Cuánto fue la inversión total?  

L.d.L. — Como lo señala el presidente de Ancap, se ha hecho una importante inversión por parte del Estado, pero obviamente tiene sus retornos. En lo que tiene que ver con la parte esencialmente industrial, lo que ha sido la incorporación de tecnologías en Bella Unión, más las de aquí en el sur, más las que se han incorporado en Paysandú; estamos hablando de unos US$ 75 millones en inversiones industriales.

Después tuvimos la adquisición del Complejo Industrial de Bella Unión (ex CALNU) que fueron alrededor de US$ 9 millones el acuerdo entre el Banco de la República y la cooperativa CALNU. A eso hay que sumarle recursos que hemos utilizado para crear algunas herramientas de financiamiento. Hemos creado un fondo — con recursos de Ancap administrados por la propia ALUR— que permite, el financiamiento de toda la producción de toda esta materia prima, tanto la caña como el sorgo grano en la zona de Paysandú.

Eso es un fondo de unos US$ 10 millones que ha permitido financiar las áreas de caña que había en el momento que comenzamos la gestión y aumentarla, ahora estamos en unas 8.000 hectáreas, más las 2.000 que hay todos los años de sorgo granífero en Paysandú. Ese es un fondo retornable que nosotros usamos año a año. Este es el monto que señalaba el presidente de Ancap, que ha destinado Ancap para el desarrollo de todo esto.  

A.L. — ¿Se recupera este dinero? Ustedes sostienen que se va a facturar hasta US$ 80 millones por año, en una fecha que habría que determinar cuál sería, ¿no?  

L.d.L. — A partir de este año se comienzan con todas las producciones. Todos los productos que señalábamos este es el primer año en el que se comienzan a producir, y eso da una facturación anual entorno a los US$ 80 millones a los valores actuales. Obviamente estamos hablando de azúcar, etanol, biodiesel, alimento animal para rumiantes, alcoholes industriales, alcohol potable,… es decir, una diversidad de productos muy importantes.

Estos negocios de ALUR han sido evaluados, analizados. Los proyectos fueron armados por técnicos de Ancap, de ALUR y por dos consultoras internacionales, KPMG y Deloitte. Tienen un retorno muy importante para ALUR y para Ancap en un período de repago que están diseñado a 15 años, pero el equilibrio de estos emprendimientos comienza ahora, a partir del desarrollo de las distintas producciones. Es decir que estamos hablando de una empresa que por un lado va a hacer una facturación muy importante, por otro lado genera una sustitución de importaciones para el país también muy importante, y la creación de empleo directo que es de gran importancia, porque estamos hablando del entorno de 4.000 personas vinculadas.  

A.L. — Cuando usted escucha que dicen que ALUR es “un barril sin fondo” como dijo Pablo Abdala, ex director de Ancap y legislador nacionalista, y también el senador colorado Isaac Alfie, ¿qué siente?  

L.d.L. — Lo primero que habría que decirles es que preguntaran en esa zona donde estamos trabajando nosotros — en Paysandú o en Canelones, en el área metropolitana acá en el sur del país; en Bella Unión— ¸ a la gente de esa zona preguntarles qué ha pasado en años anteriores en relación a las distintas alternativas que se han dado para ahí, y lamentablemente la respuesta ha sido lo que ha pasado por ejemplo en Bella Unión, con una situación social y económica — que lamentablemente nos puso en igual lugar que algunos países de África con los temas de mortalidad infantil —, pero sobre todo con una pérdida de esperanza por parte de la gente muy importante.

Surgen planteos donde nosotros decimos que hay mucha ambigüedad porque por un lado, se planteaba en febrero de este año que había que cerrar ALUR Bella Unión; ahora nos plantean que debe cotizar en Bolsa; en el medio nos dicen que en vez de azúcar, debe producir energía eléctrica y etanol como una idea innovadora, y estamos a punto de iniciar esa producción. Por otro lado también los mismos actores que hoy cuestionan fueron quienes lideraron los procesos de reconversión en esa zona de Bella Unión y han ido también con propuestas innovadoras a Paysandú, a Salto y a Canelones y lo único que han generado es mayor endeudamiento y fundamentalmente la pérdida de esperanza y expectativa de la gente. Por otro lado, el otro día el senador Alfie — en algo que ha sido lo máximo que hemos escuchado en relación a los cuestionamientos que se hacen —, dijo que a la gente de Bella Unión habría que mudarla.

En definitiva, creo que Alfie por un lado, reivindica a uno de sus líderes históricos, Rivera, cuando también movían a la gente de distintas zonas del país y fundamentalmente del norte. También creo que esas palabras tienen que ver con lo que decíamos al principio; cuando uno va por distintas ciudades del país, las políticas que ha habido en relación a estos temas tan esperados por la gente del desarrollo productivo, la inclusión social, etcétera… lo que ocurrió en otros años fue eso, de hecho, se desarrollaron políticas que significaron la mudanza de mucha gente del país.  

A.L. — De León hace mención a una entrevista que le hicieron al senador Isaac Alfie hace pocos días en El Espectador, donde Alfie dijo que ALUR: “Es un costo feroz para el país, que vamos a terminar pagando todos”, agregó: “el dinero que han invertido no tiene retorno” y que “es mucho más fácil decir: Muchachos, hay que hacer algo diferente y si no hay nada que hacer vamos a mudarnos a todos a un lugar donde haya algo que hacer”. El periodista Juan Andrés Elhordoy un poco sorprendido le preguntó: ¿Mudar qué?, e Isaac Alfie le contestó “Mudemos la ciudad, ¿cuántas ciudades se han mudado por la vía de los hechos?”.

Lacalle dice que no han presentado ningún balance y que no ha visto ningún número. “El presidente de la República habló loas de ALUR; que van a facturar US$ 75 millones, pero no hemos visto ningún balance de ALUR y necesitamos verlo”, dijo. 

L.d.L. — Ese es otro tema que llama la atención porque de estas empresas del Grupo Ancap todos los balances se encuentran en la página Web de Ancap, y salvo que haya problemas con Internet son de libre acceso y cualquier ciudadano del Uruguay puede acceder a los mismos. Ese tipo de planteos no tienen asidero. Simplemente este modelo de desarrollo, de creación de cadenas agroindustriales en temas tan estratégicos para el país, en definitiva ha demostrado que a muchos les duele y hay que seguir.

La gente de Bella Unión, de Salto, de Paysandú y ahora en la zona sur del país está muy consustanciada con todos estos temas, con todo el impacto que estas cadenas agroindustriales pueden desarrollar y eso se suma otras políticas que se vienen desarrollando. Días atrás estábamos en Bella Unión con el Director del Hospital de Bella Unión que hoy es un modelo en la zona norte, es un hospital de referencia en la zona norte del país, y veíamos cómo se van concretando acciones que son la base para el desarrollo social y local de una región.

Hoy en Bella Unión hay trabajo; hay un hospital de referencia para la zona; hubo una fuerte inversión en viviendas; el Instituto de Colonización adquiriendo tierras y en estas semanas se comienza un proceso de colonización para familias de trabajadores rurales y pequeños agricultores; la remodelación de la UTU; la instalación por primera vez en la historia del departamento de Artigas de una carrera de nivel terciario (Tecnólogo Agroenergético), que se desarrolla en las instalaciones de la propia ALUR.

Eso en definitiva es lo que se ha planteado en el inicio de este gobierno a desarrollar. Ancap ha sido un instrumento importante para poder comenzar a consolidarlo junto a otros actores del Estado, articulando, y eso me parece que es lo más importante a rescatar en este proceso, que ha sido en algunas zonas muy importante del país que están olvidadas. Ha habido un proceso muy fuerte de articulación del Estado interactuando también con el sector privado, y mostrando que se puede desarrollar e incorporar innovación, y también desarrollando impacto porque muchas veces se habla de que las tecnologías y la innovación pueden desplazar; aquí ha habido un proceso muy importante de incorporación de tecnologías y de innovación pero que ha servido sin lugar a dudas para lograr un efecto desde el punto de vista social y económico muy importante para las distintas zonas.  

A.L. — Los plantadores de caña de azúcar, que son los dueños de la tierra, también protestaron este año e incluso trancaron el camino de acceso al Ingenio, cosa que atrasó cerca de un mes el inicio de la zafra. ¿Eso se inscribe centro de una lógica ideológica o es un tema puntual de los dueños de la tierra de la zona?  

L.d.L. — Lo vemos como un tema puntual. Obviamente, en cualquier proceso de crecimiento hay disputa por intereses, aparece una lucha por intereses que es lógica y que a veces se profundiza y se agudiza, pero me parece que no hay que tomarlo más allá de una situación conflictiva. Ese tipo de situaciones son utilizadas desde el punto de vista político partidario, pero no hay que olvidar que estamos a pocas semanas de una elección nacional y ese tipo de conflictos son utilizados fundamentalmente por un puñado de actores locales con muchos intereses desde el punto de vista político.  

A.L. — ¿Teme que si no gana el Frente Amplio este proyecto pueda ir para atrás?  

L.d.L. — Estamos convencidos que estos procesos se tornan cada vez más irreversibles. En una visita que hizo el actual candidato a la presidencia José Mujica decía que aquí estamos llenando de fierros nuevos a estos complejos industriales a diferencia de lo que hizo Lacalle cuando cerró el Espinillar, que lo vació, regalando casi el último trapiche a un Ingenio Azucarero a Paraguay para que a nadie se le ocurriera reabrir esa planta industrial.

Nosotros creemos que estos procesos que se están dando en primer lugar son importantes para el país, apostamos que se transformen en políticas de Estado y lo más importante es lo que vemos en las distintas zonas, que hay un empoderamiento muy fuerte de las poblaciones locales en defensa de estos modelos de desarrollo de producción, de desarrollo local, que se está haciendo, por lo que consideramos que se van a tornar irreversibles.  

A.L. — Le agradezco a ALUR su disposición para mostrarnos todo el proceso de producción, desde la quema de la caña de azúcar, hasta que sale el azúcar embolsado. Fuimos seis integrantes del equipo de Producción Nacional y TV Ciudad, que en una planta que produce elementos a veces congestiona un poco, pero realmente fue muy interesante ver el proceso por dentro.  

L.d.L. — Fue un gusto recibirlos.

 

Para ver imágenes del rodaje de Producción Nacional en TV Ciudad haga click aquí.

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