«Salir de los discursos y pasar a la acción directa»

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Aprovechando el buen momento que atraviesan los cultivos de granos, OPP, la Intendencia de Canelones y la Cooperativa Molino Santa Rosa pretenden expandir la cadena del trigo en el departamento.

Con el Ing. Agr. Enrique Baraibar, Coordinador de la Dirección de Proyectos de Desarrollo (DIPRODE) de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) y el Ing. Agr. Luis Aldabe, Director de Desarrollo Productivo de la Intendencia Municipal de Canelones
Entrevista emitida el viernes 15/08/2008 en Producción Nacional – 1410 AM LIBRE

Aprovechando el buen momento que atraviesan los cultivos de granos la Oficina de Planeamiento y Presupuesto a través de DIPRODE, la Intendencia de Canelones y la Cooperativa Molino Santa Rosa trabajan en la implementación de programas para la expansión de la cadena del trigo en el departamento. Una iniciativa que apunta al desarrollo de los pequeños agricultores de la zona, que este año proyectan multiplicar su producción.

 

Alejandro Landoni – En el marco de una estrategia de diversificación productiva, la Intendencia de Canelones implementó una cadena en base al trigo en la zona de Santa Rosa, donde está ubicado el Molino Santa Rosa. Este emprendimiento es la única empresa recuperada por sus trabajadores, en las cuales la cooperativa que la gestiona se ha hecho propietaria de los medios de producción.

¿Qué se ha hecho? Se ha salido en busca de pequeños agricultores, -que por su tamaño no son capaces por ejemplo, de acceder a un crédito bancario-, y les han otorgado microcréditos.

Hasta el momento se han dado, -según información de la Dirección de Proyectos de Desarrollo (DIPRODE)-, un promedio de 2.200 dólares a 80 pequeños productores de la zona. Ese dinero se distribuyó para que éstos pudieran comprar insumos para plantar el trigo.

Por su parte, la Intendencia de Canelones brindó asesoramiento, capacitación, ayudó con maquinaria y también realiza estrictos controles para que esos microcréditos se utilizaran para el fin productivo que tenían.

Según las autoridades, esta estrategia permitió en dos años multiplicar prácticamente por seis, la cantidad de hectáreas de trigo que se plantaron en la zona de Santa Rosa. Para este año se esperan unas 3 mil hectáreas plantadas de trigo para la zona.

Toda esa producción, la compra el Molino Santa Rosa que en esencia no aumenta la cantidad de toneladas de trigo que compra por año, sino que prioriza la producción de estos pequeños agricultores.

¿Cuál fue el papel que tuvo el Programa Nacional de Microfinanzas para el Desarrollo en este marco?

Enrique Baráibar – Cumplir con los objetivos del Programa y con el sustento de lo que es la DIPRODE. Básicamente coordinar y de alguna manera, también armar un cluster en una red de instituciones que cuando existe un proyecto o un grupo, como en este caso de empresarios agrícolas que quieren iniciar un emprendimiento, muchas veces se precisa más de una voluntad y varios intereses que se encadenen.

Para este caso, pusimos base en la Cooperativa de Trabajadores del Molino Santa Rosa que ya la conocíamos. Sabíamos cómo se formó, pero además las innumerables actividades de mejoramiento de calidad que realizaron tanto en la parte industrial como en la parte comercial.

Lo que hicimos fue una selección de los financiadores que llamamos de «Primer Piso», -en este caso fue COSSAC, la Cooperativa de Ahorro y Crédito-; dedicada al consumo básicamente, pero que incipientemente está trabajando en el tema de microcrédito productivo.

El Programa lo que le ofreció, tanto a la Intendencia como al Ministerio de Ganadería -que también está trabajando en el cultivo- y a la Cooperativa, fue la asistencia técnica. Es decir, que no hubiera problemas de falta de Asistentes de Campo, Asistentes Financieros para que el productor no sólo recibiera el financiamiento sino que supiera cuáles eran los objetivos.

Es ahí donde se arma la red de instituciones interesadas en que esto suceda. Estamos viendo que es la única forma de que realmente las cosas pasen como le convienen sobre todo al microempresario: me refiero a que existan varias voluntades, que aporten lo mejor que tiene y que las iniciativas se concreten en el corto plazo.

Es decir, salir de los discursos y pasar a la acción directa.

En este caso fue un éxito.

A.L. – Justamente, existen muchos programas que pretenden ayudar a los pequeños empresarios, pero que es difícil bajarlos a tierra. En este caso usted dice, que esto fue precisamente salir del discurso y pasar directamente a la práctica.

E.B. – Básicamente DIPRODE cuenta con financiamiento y con técnicos que tanto en la parte de formulación, maduración, y luego seguimiento y evaluación de los proyectos, lo que hacemos es viabilizarlos. Es decir, nosotros decimos que si podemos liderar la complementación es mejor que liderar siempre todos los proyectos.

Entonces uno de los roles fundamentales es incentivar por la vía del financiamiento sobre todo de la parte técnica, asesoramiento, gestoría.

Le digo la verdad: después el dinero financiero aparece y aparecen las instituciones como en este caso la Cooperativa, pero también apareció la Corporación para el Desarrollo financiando a la Cooperativa como un «Segundo Piso» financiero. La verdad es que fue multi institucional para algo que una vez que se hace, se evalúa y seguramente la iniciativa persista en el tiempo y sea sostenible.

A.L. – Cuando yo decía que el Programa Nacional de Microfinanzas era el que había dado el dinero, -en realidad lo decía para hacer más simple la explicación-; lo que hay es una institución financiera, en este caso COSSAC, que es la que efectivamente le da el dinero al agricultor. Un dinero que recibe a su vez del Programa Nacional de Microfinanzas y de la Corporación Nacional para el Desarrollo.

¿Qué significa Banca de «Segundo Piso» o Banca de «Primer Piso»?

E.B. – Básicamente los objetivos primarios eran que el productor agrícola tuviera los insumos financieros y no financieros necesarios para usar su tierra que hoy es mucho más rentable que venderla. Ni hablemos de lo que significa poder arraigarse y trabajar la tierra tanto él como su familia.

Pero básicamente, para que eso suceda hay que vencer algunas cuestiones formales: una de ellas es que estos pequeños productores han tenido que operar en el sistema financiero con su Cédula de Identidad y su proyecto (con su correspondiente aval técnico).

Esto solamente se puede hacer con un aparato financiero de «Primer Piso» que no esté regulado por el Banco Central, ya que no tiene las restricciones que le impone la regulación del Central.

Regulaciones que cuidan las finanzas, el Sistema Financiero de nuestro país pero, que en algunos casos hacen inviable la llegada a este tipo de financiamientos.

En este caso, las herramientas de la Cooperativa de Ahorro y Crédito fueron fundamentales. Pero la Cooperativa a su vez tiene que salir de su operatoria clásica y necesita fondos. Ahí está la Corporación Nacional para el Desarrollo con su rol de «Segundo Piso» que le abre una línea a este «Primer Piso» cooperativo para que llegue con el financiamiento al productor.

El rol del Programa, es darle fortalecimiento a la Cooperativa con Oficiales de Crédito, con sus manuales, con sus reglamentos, que pueda contratar Técnicos Agrónomos para que le den el asesoramiento específico por el cultivo, que se relacionen con la empresa de Seguros. En fin, lo que hace el Programa, con lo que se llama la Cooperación no Reembolsable, es facilitar que sea efectivo y que no se transforme sólo en un crédito sino que sea un financiamiento y dé sostenibilidad al productor. Lo que esperamos es que el agricultor siga toda la zafra, es decir, todos los años pueda cultivar en este caso el trigo.

A.L. – ¿Hay alguna estimación de qué beneficio económico saca la ciudad de Santa Rosa -que tiene 3.500 habitantes- en función de esta cadena del trigo? O sea, ¿cuánto de este dinero vuelve a la ciudad?

E.B. – No lo tenemos cuantificado simplemente porque en este caso vamos a esperar que termine la zafra y se comercialice. Lo que interesa es lo siguiente: como usted bien decía al comienzo, el Molino ya estaba comprando a otros Molinos y productores. Acá lo que se está señalando es el verdadero desarrollo local ya que los microempresarios trabajan en su predio y gastan no es solamente en lo que se genera por el cultivo sino que en todo lo que tiene que ver con los gastos de la familia y las actividades como estudiar, divertirse y todo lo que un ser humano debe hacer.

Por lo tanto, seguramente esté generando un nivel de actividad superior al que hubiera tenido si no se hubiera dado este desarrollo en la cadena del trigo.

A.L. – Continuamos hablando de cómo las autoridades han implementado esta cadena de trigo y también del chícharo en la zona de Santa Rosa, una pequeña ciudad de 3.500 habitantes donde desde la década del 20, el principal impulsor de la actividad productiva, económica e incluso social de toda esa zona es el Molino Santa Rosa.

Ya hace más de 12 años que está funcionando el Molino Santa Rosa. Comenzaron a trabajar en abril del año 1999 y en el año 2004 compraron el medio de producción.

Recién veíamos desde la óptica de DIPRODE a través de las microfinanzas cómo lograron crear esta cadena, ahora lo vamos a ver desde el punto de vista de la Intendencia de Canelones.

Ustedes tenían una estrategia de diversificación productiva. ¿Se inscribe en lo que se está realizando en esa zona?

Luis Aldabe – Sí, Canelones es el centro de la granja nacional, con las principales producciones intensivas de frutales, de hortalizas, de aves, para carne, para huevos, con su lechería. Nosotros pensamos que además de cumplir con ese cometido de producir alimentos para el mercado interno y en algunos casos que se acceda a la exportación, era bueno también diversificar la producción en otras cadenas productivas que hoy están pasando por un buen momento (como es la cadena de los granos y la cadena de la carne). El trabajo que se desarrolla es a los efectos de mejorar el ingreso de la agricultura familiar que es la mayor parte de la agricultura en Canelones.

Aprovechando la oportunidad del buen momento que pasan los granos, y en función de que hay una industria en el departamento que tiene como materia prima el trigo, en convenio con el Molino Santa Rosa, impulsamos planes de producción de trigo por parte de pequeños y medianos agricultores del departamento.

A.L. – ¿Cómo podría definirnos cuán pequeños son esos agricultores?

L.A. – Hay una escala mínima que está en el orden de las 5 hectáreas, que son necesarias a los efectos de que se pueda realizar la cosecha y el traslado en un flete económico hasta el Molino. No obstante eso, pueden dos productores juntarse y llegar a esa unidad mínima.

Después van en unidades crecientes de acuerdo a las posibilidades de los agricultores, pero lo más frecuente va desde las 10, 20 y 30 hectáreas.

Hay alguna plantación de trigo que cede a esos tamaños, que contribuyen también de buena forma al aporte de granos para el Programa, pero son menos.

A.L. – O sea, que de a 5, de a 10, de a 20 hectáreas ¿juntaron cuántas este año?

L.A. – Lo que es importante es visualizar la evolución del Programa. El año pasado se plantaron alrededor de 1.500 hectáreas y la situación previa era del orden de las 500 hectáreas en el 2006.

La siembra del 2007 fue de 1.500 hectáreas y para este año superan las 3.500 hectáreas.

Estamos cerrando la información de los números en estos días, porque la siembra de trigo se comenzó con las variedades más tempranas en mayo y las de las variedades más tardías se están realizando en estos días.

Los Programas tienen el efecto de que van contagiando a los agricultores en el conocimiento, en la experiencia y también en el entusiasmo.

Hoy el cultivo es una opción interesante para integrar a estos sistemas de producción de pequeña agricultura, donde muchas veces al trigo sucede una pradera y en esa pradera se engordan terneros y se desarrolla otro cultivo agrícola.

Entonces, en la medida en que se van poniendo en marcha en un sistema de producción de diferentes rubros, todos ellos contribuyen al ingreso. Se va generando un efecto de rueda multiplicadora que va mejorando las posibilidades de trabajo de las familias agricultoras.

A.L. – ¿Cuál fue el trabajo que hizo la Intendencia con los agricultores para saber que esos 2.200 dólares en promedio que recibieron, se destinaran efectivamente a la plantación de trigo y no se usaran para otra cosa?

L.A. – Esto tiene un seguimiento importante porque nosotros el año pasado habíamos detectado que una de las limitantes para los productores más pequeños había sido la falta de financiación para el cultivo.

Los productores que están agrupados en la Sociedad de Fomento Rural o en las cooperativas nos habían manifestado que muchos no habían podido participar por esta limitante.

Entonces, a lo que había sido el trabajo de convocatoria, de organización del plan, de la asistencia técnica, de apoyo para el servicio de maquinaria agrícola para la preparación de suelos, posteriormente para las actividades de laboreo y para la cosecha, había que sumar el encontrar una fuente de financiación para ello.

Lo planteamos en el Programa de las Microfinanzas de DIPRODE y por ahí tuvimos el apoyo. El Programa implica que los agricultores para participar, estén organizados en una Sociedad de Fomento y tengan su aval y la Intendencia también haga un seguimiento de su trabajo.

A.L – ¿En qué consiste ese seguimiento?

L.A. – Principalmente en el apoyo técnico. La preparación del plan actúa de esta manera: la Sociedad de Fomento convoca a los agricultores y estos se inscriben e inscriben el área con la cual piensan participar. A esto se le hace un seguimiento, se visita los predios para ver si los suelos son aptos y ahí se define la necesidad que tienen, especialmente los pequeños agricultores, para la preparación de suelos que es donde la Intendencia participa con su equipo de maquinaria, apoyos técnicos o con insumos. Los técnicos de la Intendencia le hacemos el seguimiento de esta etapa de preparación del suelo.

Una vez que se cumplió con esta etapa y por lo tanto hay seguridad de que los agricultores van a plantar su cultivo, acceden a la fuente de financiación. Se convocaron reuniones, se explicó en qué consistía el crédito. Ahí concurrieron los funcionarios de COSSAC que es la institución que está participando de la financiación y después cada agricultor firmó su contrato.

A.L. – Los contratos se firmaron en la misma Sociedad de Fomento, no se tuvieron que trasladar.

L.A. – Sí, porque justamente la realidad es que la función, -del pequeño agricultor y el agricultor en general-, es trabajar en su predio que es donde está su tierra, entonces cuando menos se mueva más fácil va a ser su tarea. Desde la Intendencia hemos puesto mucho hincapié en eso y encontramos en el Programa de Microfinanzas y en los funcionarios de COSSAC, una gran disposición siempre a trabajar de esta manera y por lo tanto contribuir a que los agricultores pudieran realizar los trámites con mucha facilidad.

A.L. – Usted manejó el hecho de que la Intendencia aportó máquinas para los agricultores. ¿Cómo es eso?

L.A. – La Intendencia tiene un Programa de Apoyo con maquinaria agrícola a los pequeños agricultores. Este es uno de los Programas centrales de nuestra dirección, porque es una de las carencias importantes que tienen los pequeños productores.

Es maquinaria para preparación del suelo.

Nosotros lo hacemos de dos maneras: una a través de los equipos propios de la Intendencia que realizan el trabajo y por eso cobran la tarea. Por otro lado está previsto el aporte de los insumos como el combustible a los efectos de que los agricultores tengan a un contratista de la zona para que les haga el trabajo a todos y de esta manera logran un precio menor para su trabajo.

A.L. – Se logra una cierta escala.

L.A. – Claro, logramos escala por un lado y un precio conveniente por el otro. El hecho de la escala es bien importante aún cuando sea un contratista porque estos contratistas en su tarea siempre privilegian un trabajo de cierto tamaño.

Entonces con los agricultores lo que conseguimos es justamente dar un tamaño que hace que la demanda sea de consideración para los contratistas de la zona.

Por ejemplo, se juntan 50, 60 o 100 hectáreas a laborear y eso se presenta como un trabajo atractivo para cualquier contratista de maquinaria.

A.L. – ¿Hay algún tipo de ecuación que ustedes hayan hecho sobre cuánto dinero están inyectando con esta modalidad en las plantaciones y en las cosechas de trigo? ¿Este dinero vuelve a la zona?

L.A. – La mayor parte del dinero queda en la zona ya que nosotros trabajamos en todos estos Programas con pequeños agricultores. El producto de la venta del trigo por un lado va a ser para pagar el crédito que incluye la compra de los insumos, de las semillas, del fertilizante, de los pesticidas, para pagar la maquinaria. El resto queda en la familia quienes destinan una parte para invertir en el futuro cultivo, (que puede ser un cultivo hortícola, o invertir en terneros o en animales para criar), y otra parte en lo que usa para su sustento. Con esto complementan lo que ellos cultivan y los alimentos que logran en el predio.

O sea que todo lo que es el ingreso en estos planes queda en la zona o queda en el pago de insumos que se compran en la zona (maquinarias, alimentos o necesidades que cubren comprando en la zona), también la ganancia la reinvierten en cultivos.

A.L. – Los cooperativistas del Molino Santa Rosa sostienen que unos 800 mil dólares, que son los que ellos compran en trigo, es lo que adquirirán este año en trigo de la zona.

L.A. – Es una cifra muy interesante. Además cualquier desarrollo rural, cualquier desarrollo en la zona necesita recursos y por tanto estos planes que devuelven a la zona los ingresos que genera son multiplicadores de desarrollo y por lo tanto del bienestar de la gente.

A.L. – El Molino Santa Rosa asegura la compra de todo este trigo que se va a generar en la zona. Para ellos no es comprar más trigo del que compran ahora, sino seleccionar a quién le compran.

L.A. – Y sustituir el trigo que están comprando en otra zona, porque Canelones plantaba muy poco trigo y el trigo que muele el Molino es muchísimo más del que planta actualmente, entonces podemos seguir creciendo en el Programa de producción de trigo y seguir sustituyendo importaciones de otros departamentos.

A.L. – ¿En la Intendencia le aseguran algún tipo de compra de productos al Molino Santa Rosa?

L.A. – La Intendencia tiene un convenio y dentro de él alguno de los productos del Molino Santa Rosa (que usa para sus Comedores), lo obtiene del Molino. Pero lo que la Intendencia consume como tal de estos productos es una cantidad muy reducida.

A.L. – Pero los Comedores de la Intendencia ¿usan la harina de este Molino o no?

L.A. – Dentro de lo que la Intendencia usa y compra, sí. Porque por el propio convenio la Cooperativa está comprometida a aportar a la Intendencia, pero es poco en cuanto al volumen. Creo que el mayor beneficio muto que se obtiene es por toda la actividad que se genera en torno de la producción agropecuaria, a la producción de trigo y después de la molienda en cuanto a que crea más actividades económicas que generan recursos que vuelven a la zona. Toda esta actividad se viabiliza por esa acción articulada entre el sector de la producción agropecuaria, de la producción y la industria. Por ejemplo, el crédito se ve muy facilitado porque la industria Molino Santa Rosa actúa como Agente de Retención de dinero para pagar a la Institución Financiera los créditos de los agricultores.

Firma un contrato con la industria que le va a entregar el trigo y autoriza a la industria a descontar el crédito, eso facilita mucho el negocio de la financiación.

A.L. – Para el año que viene ¿qué perspectivas tienen? Usted decía que fue realmente un éxito en el año 2006 habían 500 hectáreas de trigo plantadas en la zona de Santa Rosa, este año más de 3.500, -más allá del alto precio del trigo que creo que sigue estando a niveles récord-, tiene mucho que ver con esta estrategia que ustedes desarrollaron. ¿Cuál es la apuesta para el año que viene?

L.A. – Nosotros pensamos que va a seguir creciendo el área de trigo porque se va integrando a los sistemas de producción. Las áreas que hoy tienen trigo, seguramente el año que viene tendrán una pradera, sobre esa pradera va a haber una producción de carne o de leche mucho mayor de la que había antiguamente con el campo natural y, otras áreas que son de campo o de rastrojo de algún producto agrícola van a ser laboreadas y van a ser plantadas con trigo. De esa manera se va integrando el rubro a la producción para quedarse en ese sistema que combina una producción agrícola extensiva como el trigo, una pradera para la cría animal para carne o leche o, la producción más intensiva de boniatos, cebolla, zapallo, papas o de otros cultivos.

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