«Del lado de la Enseñanza es donde les ponemos las piedras»

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El programa “Un gol al futuro” dejó en evidencia las enormes falencias que viven los jóvenes que buscan en el fútbol un medio de vida. Falencias a nivel de la educación, a nivel sanitario y también a nivel de la manera de vivir que tienen estos jóvenes que están trabajando en las distintas instituciones.

Con Juan Autchain, coordinador de Juveniles de Defensor

Uruguay tiene una manera muy especial de sentir el fútbol, y muchas veces la familia, los propios chiquilines y todo un entorno que se ha nucleado en torno al fútbol, ven en el fútbol la posibilidad de que la familia “se salve” o solucione una situación económica difícil.

Sin embargo las cifras parecen indicar algo bastante distinto a esta expectativa. Las autoridades determinaron que el 95% de los jóvenes que inician su carrera en clubes que pertenecen a la Asociación Uruguaya de Fútbol, nunca cumplen su sueño de jugar en Primera División. El doctor Pedro Larroque dijo que el 0,5% de los jugadores, 1 de cada 200 de los que se inician, tienen la suerte de “pegar” el famoso pase al exterior.

En el marco del ciclo “M’hijo el futbolista. La formación de futbolistas juveniles en el Uruguay”, profundizamos sobre esta situación con Juan Autchain, coordinador de las Divisiones Juveniles de Defensor Sporting Club. Autchain fue técnico de la Selección Uruguaya de Fútbol, fue técnico de Defensor con el que salió campeón en el año 1991, fue técnico del Celaya de México. También fue futbolista: jugó en Fénix, en el Monterrey de México, en Vasco Da Gama de Brasil, en Liverpool, en Miramar y también en Defensor, donde también salió campeón en el año 1987.

 

Alejandro Landoni — Defensor tiene la fama de hacer las cosas bien en cuanto a los Juveniles.

¿Cuáles es la política de la institución con respecto a las Divisiones formativas?

Juan Autchain — Más que nada le diría que es la seriedad del trabajo de Defensor. Si bien estamos en un medio con muchos problemas, y tenemos muchas carencias, Defensor se ha caracterizado por tratar de brindarles a los chicos ciertas comodidades, ciertas infraestructuras que otras instituciones no tienen. Eso lo ha llevado a estar un pasito más adelante que otros.

Junto con Danubio y Nacional, ahora hay otras instituciones, que se están arrimando que son las que desde hace algún tiempo están intentando hacer las cosas con metodología y seriedad.

Creo que por ahí pasa un poquito el éxito de Defensor con respecto a la formación de chicos, lógicamente con muchas cosas para mejorar y para seguir creciendo.

Intentamos darle a los chiquilines las tres patas que consideramos fundamentales que son: la parte técnica, la parte física y la parte intelectual. Sin esas tres patas se cae la mesa.

A.L. — Desde afuera del ambiente del fútbol, da la sensación que la parte intelectual es uno de los grandes diferenciales.

J.A. — No es fácil porque estamos dentro de un contexto donde el abandono escolar es muy importante. Chicos de 16 o 17 años que van dejando los estudios… es importante.

El fútbol no escapa a eso y más teniendo en cuenta que una gran mayoría de los futbolistas provienen de los extractos bajos de la sociedad, son de barrios más apartados donde todavía se practica el fútbol en la calle. De ahí salen muchos chicos, aunque ahora también eso está cambiando, por suerte se están extrayendo jugadores de las distintas capas sociales, pero a esa franja es a la que hay que intentar apuntarle.

No es fácil, es una lucha permanente con los chicos y muchas veces hasta con los familiares que muchas veces piensan que por ya jugar en una Cuarta, Quinta o Sexta División, van a llegar y ya van a ser el pase que “salve” a toda la familia.

Muchas veces nos encontramos con padres que nos dicen: “Fulanito no va a ir más al Liceo porque se va a dedicar sólo al fútbol”. Ahí comienza toda una retórica…

A.L. — ¿Y se da al revés? Porque eso es lo que uno escucha siempre. ¿Se da algún padre que diga: “Fulanito no viene más al fútbol porque prefiero que siga estudiando?

J.A. — Sí, se da y hay muchos padres que les exigen y que están encima permanentemente. En eso somos bastante abiertos con respecto a algunas faltas, a horarios y a ese tipo de cosas, porque consideramos que chocamos con los Institutos de Enseñanza permanentemente porque no comprenden la problemática y esperemos que con este proyecto se entienda por todas las partes cómo es la cosa.

A.L. — Usted definió algunos actores importantes: los chiquilines, la familia, el club y los Centros de Educación.

En Defensor ¿se entrena durante todo el año en el mismo horario? Le pregunto porque el cambio de horario, los “mata” a los chiquilines con el Liceo.

J.A. — Nosotros tenemos estipulado que los entrenamientos son de tarde, por suerte porque tenemos en varias categorías chicos que van a Colegios Privados y estos colegios son de mañana hasta determinada hora de la tarde (alargan un poco los horarios).

Nuestro trabajo es siempre por la tarde, pero se choca permanentemente. Le planteo un caso común. Los jugadores de una Selección Juvenil, están más de 20 días afuera; los institutos lógicamente llevando una carta de parte de la AUF, no tienen las faltas, pero a los profesores no les interesa eso, les interesa si hicieron los escritos o no, entonces cuando llega fin de mes la mayoría de las notas las tienen en 3, 2, 1, porque en determinada materia no hicieron por ejemplo dos escritos y no participaron en clase durante el mes.

Entonces el chico tiene que ponerse a rueda intentando — porque el instituto no le brinda nada, no le da por ejemplo apuntes atrasados, etc. —; cuando se está poniendo más o menos a rueda, ahora en setiembre u octubre tiene el Campeonato Mundial que le exigen otros 20 o 30 días afuera. Cuando vuelve, — ya terminando el año electivo —, otra vez está con 2 en la mayoría de las materias. Entonces, llega fin de año y va a examen. Es muy difícil poder salvar todos los exámenes entrenando normalmente, entonces, queda repetidor.

Al año siguiente, el chico con todo su entusiasmo y con toda la base del año pasado, piensa que se ha atrasado un año pero que este lo hará “de taquito”. Va al mismo instituto y al ir le dicen que como él es repetidor, el horario de la mañana es sólo para los que no repiten y deberá irse al horario de la tarde, o sino tiene que ir al instituto que está en el Cerro, o en Colón.

A.L. — Y le complicaron la vida.

J.A. — Con el atleta de elite, con aquellos que están representando al país en una Selección son los que permanentemente chocan, entonces ¿cómo terminan esos chicos?…abandonando.

Salvo aquellos que son muy perseverantes, que tienen muchas ganas y mucho apoyo familiar, terminan salvando los años, a veces con un pequeño retraso, pero por lo menos terminando Ciclo Básico que es a lo que se apunta en una primera etapa.

A.L. — ¿Y Defensor qué es lo que hace como institución frente a esa problemática? ¿Se puede atender de alguna forma?

J.A. — Nosotros tenemos en este caso el psicólogo de la institución que es Diego Morales, que está permanentemente visitando los liceos y tratando con los directores de entablar un diálogo, pero es un choque permanente, incluso pasa con algún instituto con la materia de Educación Física. Es decir, uno sabe lo qué es la Educación Física de un liceo, y no tiene nada que ver con la parte física que hace un futbolista; siendo generoso es un 10% de lo que hace un futbolista normalmente en una institución.

A.L. — Y no lo exoneran.

J.A. — A veces encuentra institutos que no lo exoneran. Entonces, uno se pregunta dónde está el quid del asunto.

Este nuevo proyecto de “Un gol al futuro” es muy bienvenido porque nunca antes un gobierno se había interesado en ese tema. En la organización, desde su presidente Arzuaga, hasta todos los integrantes, son gente de fútbol, gente que sabe cuál es la problemática y esperemos que sea el primer paso para intentar que los chicos tengan una base.

Como este caso que le estoy presentando, le puedo presentar otro chico que es de la Facultad de Agronomía. Dentro del curriculum de la Facultad de Agronomía tiene una semana donde tiene que ir al campo, entonces el chico está en una disyuntiva entre perderse el partido, que es un partido importante, que tiene que jugar, o va al campo. Si decide jugar el partido, cuando va a Facultad, esa materia lo limita porque puede hacer el primer semestre pero después no puede seguir y tampoco se le da ningún tipo de solución, es a rajatabla.

En ese tipo de cosas se choca, porque el chico tiene toda la buena voluntad, tiene la capacidad, hace dos cosas a la vez y del lado de la Enseñanza es donde le ponemos las piedras, y a veces eso es insalvable.

A.L. — En Defensor están jugando unos 120 jóvenes en las Divisiones Formativas y un 10% son del Interior. ¿Cuál es el régimen con un muchacho del Interior? ¿Qué le da el club a ese muchacho que viene a jugar al fútbol a Montevideo?

J.A. — Tenemos dos tipos: los que tienen familiares en Montevideo; muchos de ellos van a la casa de un familiar y se le ayuda con un viático para su manutención y para los viajes a los entrenamientos, y el otro tipo, el chico que no tiene familiares aquí; para ellos Defensor tiene una casa y un apartamento donde están los chicos con una persona mayor. En este caso, son dos señoras que les cocinan, los atienden y arreglan la casa.

Se les exige estudiar.

A.L. — ¿El que no estudia, no juega?

J.A. — No, el que no estudia no puede estar en la Casa de Defensor porque no queremos ser los responsables de un “no estudio”. Si el chico está en la casa y el padre no lo quiere mandar a estudiar, bueno será problema del padre o en este caso, del familiar que lo tiene a su cargo.

Cuando está a cargo de la institución, se le exige que estudie. Aquellos que tienen algún problema o les gusta algún otro tipo de cosas, tenemos convenios con Escuelas EUCI y algún otro convenio donde pueden ir a aprender algún otro oficio.

Hoy tenemos algunos haciendo Refrigeración y algún otro tipo de oficio.

A.L. — ¿En las escuelas Don Bosco?

J.A. — Con Don Bosco tuvimos e hicimos cursos de Computación. Habíamos hecho algún convenio con la Intendencia donde se hicieron cursos de Computación y se armaron cursos de Inglés.

Siempre estamos tratando de aportarles a los chicos las herramientas para que ellos puedan estudiar.

A.L. — ¿Defensor les paga a los Juveniles?

J.A. — Les da viáticos para moverse, para los ómnibus.

A.L. — ¿Es un viático mínimo?

J.A. — Sí, es mínimo hasta que van llegando a las primeras etapas del profesionalismo — cuando ya están alrededor de los 19 años —, ya firman un primer contrato que no es un “gran contrato”, pero les da para moverse mejor.

A.L. — Ese es todo un tema. Conversando con un preparador físico de un club profesional que trabaja con Cuarta y Quinta, me decía que los muchachos que llegan a Cuarta uno ve como que tienen chance de llegar a Primera División. Para él lo más importante era “prepararles la cabeza”, más allá de la parte técnica, de la parte deportiva. Me decía que lo más importante es “El manejo de las expectativas”.

Antes los jugadores estaban varios años jugando en Primera División, hoy en Defensor hay un montón, como Tabaré Viudez que tiene 19 años y juega en uno de los mejores cuadros del mundo. El otro día creo que transfirieron a Cabrera.

J.A. — A Pírez al Chelsea con 15 años…

A.L. — ¿Cómo se trabaja esa parte? Porque prácticamente con 15 años es un adolescente, casi un niño, que pasa de ganar viáticos a de repente tener un contrato que le permite jugar en Europa.

¿Cómo se maneja la expectativa del muchacho, de la familia y el tema de los contratistas?

J.A. — No es fácil. Se trata de hablar, tenemos el apoyo del psicólogo, los profes también y sobre todo la familia es lo principal en esto. Si la familia está bien ubicada, normalmente las cosas salen bien. Si a veces la familia es la que se desubica, es donde se empiezan a complicar las cosas porque son muy chicos y es ahí donde viene el desfasaje.

A.L. — ¿Qué quiere decir que la familia se desubica? ¿Cuál puede ser un caso para tener una idea de qué cosas pueden llegar a pasar?

J.A. — Por ejemplo, que la familia empieza a verse como una familia con un gran poder adquisitivo y empieza a viajar a Europa como quien viaja al Interior del país.

Hay una serie de temas que desubican al jugador y hacen que a la larga la película no termine bien, porque el pase a Europa es el primer paso de una escalera larga, después de ahí hay que empezar a subir y muchos piensan que ya con ese primer paso ya está todo arreglado.

Por suerte, en Europa se manejan contratos de varios años. Es obligación cumplirlos y eso hace que igual se puedan “salvar” sin lograr una carrera medianamente “potable”.

A.L. — ¿Y el tema de los contratistas cómo entra?

Este muchacho que le mencionaba anteriormente, con el que fui a conversar para tener más elementos para este ciclo, me decía: “Vos vas a un partido de Cuarta, mirás la tribuna y ves más contratistas que familiares”. ¿Cómo se arregla eso?

J.A. — Es como todo. Contratistas hay buenos, malos, regulares y hay arribistas como también hay técnicos y coordinadores de todo tipo.

Hay gente muy compenetrada con el jugador, que lo apoya y que trata de llevarlo adelante y lo aconseja. Hay otros que están pura y exclusivamente para su negocio… hay de todo, pero se hay casos en que los chicos de Séptima División ya tienen su representante.

A.L. — Séptima División… ¿estamos hablando de cuántos años?

J.A. — Catorce años. Todos aquellos que “pintan” con un cierto perfil de buen jugador, ya tienen su representante.

A.L. — Eso es brutal para los clubes, porque hay una competencia enorme en la captación. Los clubes tienen gente para captar esos chiquilines y los contratistas también los tienen, y ahí se da justamente a veces un choque bastante fuerte.

J.A. — Sí, esto ha cambiado en cuestión de cinco años notoriamente.

Antes, muchas veces los contratistas los tomaban de las Selecciones Nacionales. Eran chicos de 17 años, como estaban en la Selección les hablaban y empezaban a representarlos.

Ahora, cuando vienen al club, salvo excepciones en que los trae algún ojeador que tiene Defensor o algún amigo que lo recomienda, ya prácticamente vienen traídos por los representantes que andan recorriendo todo el Interior o están en Montevideo, y llegan a arreglos con los padres… es todo un tema.

A.L. — Le pregunto sobre ese 95% que no llega a la Primera División.

Imagino que debe ser difícil para usted cuando llega la hora de decirle a un chiquilín que de repente no va quedar para el año que viene.

Uno se imagina como un embudo donde empiezan muchos pero sólo llega el 5%.

J.A. — Es lo peor. El “cuello de botella” que se hace cuando tienen que dar el salto a Primera, porque los jugadores de Primera División en el caso de Defensor son muy jóvenes, 20 a 23 años, y alguna excepción que tienen más, 25 o 26 años como Amado, De Souza o Martín Silva. Hay un “cuello de botella” que se hace que hace que se haga difícil tanto en Defensor como en casi todos los equipos que trabajan en Divisiones Menores.

Es la parte más fea de todo esto. A veces son chicos que vienen de Séptima División o de la Escuelita. A veces en la Escuelita empiezan a los 10 u 11 años y hacen todo un proceso donde llegan a los 15, 16 o 17 para que en algún momento se le tenga que decir que no sigue en el club.

A.L. — Además, deben querer mucho al club.

J.A. — Exacto, entonces en primera instancia tienen un resentimiento hacia el club que es lógico, como que el club comienza a ser visto por ese futbolista como que: “Me dejó de lado”.

Después con los años eso se va calmando y cada uno se va ubicando y diciendo “Me daba o no me daba”. “Capaz que fue mi culpa porque no me exigí tanto”. Es decir que eso va cambiando.

La manera cómo se maneja es sentándose con todos los técnicos, con todos los profes y hacer las evaluaciones correspondientes tanto en la parte física y en la parte técnica, y al llegar a fin de año se dice: “Fulano queda, este no”.

A.L. — Usted me dijo que se basan en tres aspectos: la parte técnica, la parte física y la parte intelectual. ¿Influye la parte de tener una disciplina hacia el deporte y brindarle dedicación a él?

¿Cómo se toman esas decisiones en Defensor? ¿Influye que vaya la gente a estudiar o que vaya a entrenar? ¿Que estén dedicados al fútbol más allá del estudio?

J.A. — Sí, lógicamente que nos interesan las dos cosas, pero nosotros aquel chico que es “problemático”, o que falta, llega tarde a los entrenamientos o siempre tiene la excusa, normalmente no sigue en el club.

A.L. — ¿Por más buen jugador que sea?

J.A. — Por más buen jugador que sea. Porque las experiencias indican que a la larga, aquel que no pone todo de sí, termina no llegando. Incluso poniendo todo de sí es muy difícil llegar.

Si no pone todo de sí, tiene “un techo muy bajo”.

Nos ha pasado que en oportunidades hemos dicho frente a determinados jugadores: “Va a llegar”; “Va a cambiar cuando madure”, pero son raras las excepciones que cambian.

Entonces, es nuestra política que aquel que no tiene el objetivo claro de qué es lo que quiere termina contagiando a algún otro y termina siempre arrastrando para el lado de hacer un poquito menos, en vez de hacer un poquito más.

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