Los cambios del cambio climático

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La variabilidad del clima puede tener efectos sobre todas las actividades humanas pero en particular, para algunas que son fundamentales para la vida económica de nuestro país.

El cambio climático es el mayor desafío ambiental que está enfrentando la humanidad para su supervivencia y para el desarrollo sostenible de las comunidades. La variabilidad del clima puede tener efectos sobre todas las actividades humanas pero en particular, para algunas que son fundamentales para la vida económica de nuestro país, por ejemplo: la ganadería, la agricultura, la generación de energía y también sobre el turismo.

Estos conceptos están en la resolución del Poder Ejecutivo que creó el Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático y sirven para comenzar a profundizar sobre qué significa cambio climático. En esta segunda entrega del ciclo «Cambio Global: la crisis de la biodiversidad y el cambio climático en el Uruguay» conversamos con Marcelo Barreiro, docente responsable de la Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera -la primera licenciatura interdisciplinaria que nuclea a la Facultad de Ciencias con la Facultad de Ingeniería-; es profesor agregado al Instituto de Física de la Facultad de Ciencias; es representante de esta facultad en este Sistema Nacional de Respuesta al Cambio Climático y coordina el proyecto “Predicción climática de la temperatura de superficie durante mayo-agosto en el Uruguay”, una iniciativa que se está ejecutando en este momento y Madeleine Renom, docente de la Unidad de Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias; es licenciada en Ciencias Meteorológicas; es doctora en Ciencias de la Atmósfera y realizó una tesis sobre “Eventos extremos de temperatura en el Uruguay”.

Alejandro Landoni – Barreiro ya nos visitó el año pasado y estuvo hablando sobre el cambio climático.

Recuerdo que nos decía: “El tiempo cambió en la tierra”. Pero cuando se refieren al cambio climático sobre la tierra, ¿a qué se refieren concretamente? ¿A la acción humana sobre la variación del clima?

Marcelo Barreiro – Sí, el término de cambio climático hoy en día se refiere específicamente a la acción humana sobre el clima. Todos aquellos cambios en el clima que han ocurrido como consecuencia directa o indirecta de la acción humana (industrias, etc.). Todas aquellas acciones que emiten dióxido de carbono, en particular a la atmósfera, o que tienen algún tipo de influencia sobre la composición química de la atmósfera sobre todo punto de vista.

A.L. – ¿Se puede decir que ocurre desde la revolución industrial para acá?

M.B. – Sí, digamos que el efecto antropogénico empezó alrededor de 1750 con la primera revolución industrial, pero la cantidad de gases de efecto invernadero que se emitieron en la atmósfera en los primeros 200 años desde 1750 hasta 1950 fueron relativamente pocos y en los últimos 50 o 100 años ha habido una explosión de la cantidad de emisiones a la atmósfera. Se puede decir que empezó en la revolución industrial, pero realmente las consecuencias de la acción humana son de los últimos 100 años.

A.L. – En Uruguay estamos viviendo algunos fenómenos que se pueden catalogar de extremos. Este año las inundaciones nos han tenido a mal traer. También existió un fenómeno de lluvias puntualmente intensas. Recuerdo que un día llovió en media hora lo que llueve de promedio mensual en un mes o en medio mes. Eso ha generado todo tipo de problemas en distintos puntos del país.

El año pasado en esta misma época del año había una tremenda sequía que incluso aumentó hasta el déficit fiscal, porque se tuvo que importar combustible para generar energía porque las represas estaban literalmente secas. Recuerdo una fotografía de la represa del Palmar, del lugar donde tendría que estar cayendo el agua que se mostraba un lecho absolutamente seco y agrietado. Una foto como creo nunca se había visto en el Uruguay.

¿Esas son evidencias del cambio climático estos dos fenómenos?

Madeleine Renom – Esos son fenómenos extremos, pero cuando los quiere relacionar a lo qué es cambio climático, no puede ver un evento sólo, porque estos eventos extremos de inundaciones o sequías en nuestro país o en nuestra región han sucedido desde hace muchos años independientemente del cambio climático antropogénico.

Entonces el estudio de eventos extremos no sólo a nivel local, sino a nivel mundial para asociarlo con el cambio climático más allá del aumento de las temperaturas medias uno espera un mayor aumento en las variabilidades -o sea, mayor frecuencia y/o intensidad de estos eventos extremos-, y para eso hay que agarrar una serie lo suficientemente larga, por lo menos, como decía Marcelo de los últimos 50 años.

Lo que vemos es cómo ha venido la tendencia; si han aumentando estos eventos extremos en frecuencia, o tal vez, siguen estando separados en el mismo espacio de tiempo pero cada vez son más intensos. Eso es lo que uno asocia de los eventos extremos al cambio climático, pero un evento no hace al cambio climático.

A.L. – Ustedes tienen una tesis particularmente con el tema de las temperaturas. Recordemos en Uruguay el temporal de agosto de 2005… No sé a nivel de la temperatura qué fue lo que concluyó su investigación.

M.R. – Quiero aclarar que a veces hay distintas maneras de definir evento extremo. Desde el punto de vista científico y meteorológico uno lo define en función de las variables atmosféricas. Después el evento se puede considerar extremo tal vez por el impacto que ha tenido en la sociedad, en la economía de los lugares. Tal vez, atmosféricamente o climáticamente, no fue “tan” extremo, pero el impacto que tiene (por dónde se ubicó), es muy importante. Entonces, son como distintas clasificaciones.

En cuanto a lo que son las temperaturas…

A.L. – Eso lo debe de decir por algo en particular.

M.R. – No, lo que pasa es que el 23 de agosto cuando ocurrió la tormenta, lo único que tuvo de distinto desde el punto de vista meteorológico, fue que estuvo ubicado muy cerca de la costa y generó esos vientos en lugares donde hay población. Muchas veces estos ciclones semi tropicales son comunes y siempre en estas zonas; el tema es que a veces el centro está mucho más sobre el océano.

El evento en sí, como “extraño” -que no diría que es “extremo” (que son cosas distintas)-, es que estuvo muy cerca de la costa, pero el impacto social y económico que tuvo fue muy grande.

A.L. – Incluso con muertos.

M.R. – Claro, con muertos. Pero no porque el evento haya sido extremo atmosféricamente en sí mismo.

A.L. – ¿Qué evento extremo atmosféricamente nos pueden contar que ocurrieron en los últimos años que hayan observado en ese marco? Porque si me saca el 23 de agosto, realmente empiezo a tener otra definición de lo qué es un evento extremo.

M.R. – Han surgido tornados: el de San José y hace unos días el de Florida.

M.B. – Creo que es bueno tomar en cuenta que la memoria es muy engañosa. Nos acordamos de lo que ocurrió en los últimos años, etc.

Pasándolo a un punto de vista futbolero, estoy seguro de que hay un cuadro grande que quiero olvidar en los últimos años y me quiero acordar únicamente de hoy. Así funciona la memoria.

Entonces, la mejor forma de evitar ese tipo de cosas es teniendo una serie de datos largos. El primer paso que tenemos que hacer es recolectar los datos y el segundo es ponerlos a disposición de los científicos que se ocupan del tema.

En nuestro país hay un gran debe de las dos cosas: la recolección de datos y el traspaso a científicos que usan esos datos para poder estudiar variabilidad de cambio climático.

Entonces, muchas veces tendemos a extrapolar por ejemplo lo que pasa en otras regiones del mundo y dice: “Si eso pasó allá, lo más probable es que pase en Uruguay también”, pero diferentes regiones climáticas tienen diferentes comportamientos.

La única forma de saber realmente qué es lo qué pasa en el Uruguay es teniendo los datos de Uruguay y es muy complicado ¯mi colega creo que es la más indicada para decir algo al respecto¯, conseguir datos climáticos de calidad a nivel de Uruguay.

A.L. – ¿A partir de cuándo hay datos? ¿Todavía siguen faltando datos?

M.R. – No, el trabajo éste con las temperaturas máximas y mínimas diarias, hay ciertas estaciones que comienzan en 1908, lo cual a nivel no sólo local sino a nivel mundial, la gente está desesperada por esos datos, porque es importante tener un siglo de datos diarios -con muchos cortes, con muchas ausencias y carencias-. Pero el tema es conseguir esa información; la digitalización; un buen control de calidad para después comenzar recién a analizar.

En este momento estoy abocada en otro proyecto a hacer esto mismo pero con precipitación diaria. ¿Cómo estudio los eventos extremos de precipitación, – o sea, cómo se han comportado-, si no tengo una base de datos diaria de por lo menos 30 o 40 años, que es lo que requiere el evento extremo? Es imposible.

El puntapié es un poquito más para atrás en los eventos extremos.

En cuanto a lo que él decía del evento extremo y que ahora uno se acuerda de las inundaciones de primavera y de la seca; ya nos olvidamos del invierno frío del 2007 que también fue importante. Eso es lo que tratamos en ciencia, de demostrar que en 30 o 40 años… Tal vez si se da una charla puede ser que sobre todo la gente de campo se acuerde porque lo sufrió y diga “Sí, la seca de tal año nos mató en el 42%27”, pero esos son eventos extremos que vienen sucediendo.

Lo más destacable en cuanto a las temperaturas extremas es que en los últimos 55 años los inviernos tienden a ser más cálidos, no porque las temperaturas máximas sean más altas, sino porque las temperaturas mínimas no son tan bajas, y los veranos tienden a ser más fríos porque las temperaturas máximas ya no son tan altas.

Ya a principios de siglo fácilmente se alcanzaban temperaturas de 40° o 42° en distintas estaciones y hoy por hoy en los últimos 15 años de mi serie que iba hasta el año 2005, el promedio eran 35°. Por eso el invierno de 2007 que es “un” evento, no me cambia la tendencia de 55 años.

A.L. – ¿Así que en 55 años en el clima uruguayo el invierno tiene las mínimas más altas y los veranos tienen las máximas más bajas?

M.R. – Correcto.

A.L. – ¿Hay evidencias de cambio climático en el Uruguay? ¿Cuáles serían?

M.B. – ¿Evidencias en qué sentido? Porque cambio climático como le comentaba Madelaine ya lo vemos en lo que son las temperaturas diarias. Las temperaturas mínimas ya no son tan frías como antes y las temperaturas máximas son menos cálidas que antes. Eso desde el punto de vista de las temperaturas.

En cuanto a las precipitaciones -que también es la otra variable de gran interés-, si se mira cómo fue evolucionando la media de las precipitaciones en el país en los últimos 100 años, se puede ver que han aumentado alrededor de un 20% más o menos, particularmente en el verano. No es que aumenten durante todo el año uniformemente; aumentan en la estación del verano y algo en la estación de primavera.

Sobre las consecuencias de estos cambios para la agricultura; quizás los cultivos de verano que necesitan de lluvias, la agricultura de secano, se vean favorecidos, porque en el verano Uruguay tiene un déficit hídrico (evapora más de lo que llueve). Quizás con los aumentos de lluvias podamos mejorar esa situación y los cultivos de alguna forma puedan verse favorecidos.

En cuanto a las actividades económicas es difícil de decirlo.

No soy la mejor persona para responder ese tipo de cosas pero me imagino que hay una leve tendencia también en cuanto eventos extremos de precipitación que tienden a ocurrir un poquito más frecuente hoy en día que 250 años atrás. Desde el punto de vista del campo se puede pensar que si hay muchos eventos extremos de precipitación -que llueva mucho, muy intensamente durante períodos de tiempo corto-, la erosión aumenta por ejemplo.

Si por otro lado uno va a la ciudad, el sistema de saneamiento tiene que dar. Las últimas lluvias (que no hay porqué asociarlas al cambio climático pero fue un evento muy fuerte); las calles quedaron inundadas. Si uno tiende a tener estos eventos extremos más a menudo y hay una leve tendencia para que esto ocurra, quizás el saneamiento, las bocas de tormenta de la ciudad haya que rediseñarlas de alguna forma.

A.L. – Claro.

M.R. – Pero eso sería más manejo que evidencia del cambio… porque muchas veces se tienden a atribuir muchos temas o problemas que son más de manejo y gestión, al cambio climático, como si el cambio climático fuera un gran “diablo que es el culpable de todo”.

Esto está, pero tal vez haya que acomodar el manejo, la gestión…

M.B. – Y la adaptación. Es la famosa adaptación de cambio climático que en este país se han empezado a hacer algunas cosas al respecto.

A.L. – Días atrás un jerarca de la Intendencia me decía que había quedado impresionado de la cantidad de desagües que habían tenido que hacer en la reconstrucción de Avenida Garzón, muchos más que antes; con el encarecimiento que eso tenía para la obra, justamente en virtud de esas lluvias que caen tan abundantes y en tan poco tiempo, que lograron inundar lugares que hacía años que no se inundaban en el Uruguay.

M.B. – Es bueno que haya dicho “como hace años que no ocurría“; quiere decir que no son nuevas.

Eso es bueno que lo mencione porque ahí está la distinción entre lo que sería el cambio (o sea “que nunca hubiera ocurrido”); contra lo que es una variabilidad (que ocurre cada tanto).

Quizás ahora empiezan a ocurrir más frecuentemente, pero antes también existían.

A.L. – Algo ya pronosticaron pero ¿cómo se imaginan el clima uruguayo dentro de algunos años ¿Esta curva de mayores precipitaciones puntualmente intensas, el tema de las temperaturas diarias de las cuales estuvimos hablando en función de las estaciones, se va a mantener en el tiempo?

¿De aquí al año 2100 cómo ven el clima del Uruguay? ¿Trabajan en esas cosas? ¿Se trabaja en proyecciones?

M.R. – Sí, pero quiero aclarar una cosa previa que es lo que un poco empezó a mencionar Marcelo de lo qué es la variabilidad climática. Esa variabilidad climática es lo que hace que un año sea distinto a otro y eso es natural, o que 10 o 15 o 20 años sean distintos a los siguientes 10, 15 o 20 años, y eso es independiente del cambio climático.

Entonces, estas proyecciones que se hacen de cambios, para las cuales se utilizan modelos numéricos que son de grandes centros internacionales son al 2100; porque algunas otras proyecciones que son del 2010 al 2030 ya miden más variabilidad decadal o interdecadal que cambio climático.

A.L. – ¿Variabilidad inter décadas?

M.R. – Ahí está, de 10, 15 o 20 años que eso también a veces condiciona obras… uno lo hace pensando que 10, 15 o 20 años es mucho y por ahí entra en otra fase de la variabilidad y su diseño ya no sirve porque cambiaron las reglas de juego.

En esas proyecciones a futuro, esos modelos que son como fotos -no son pronósticos-, de cómo sería todo el sistema a fin del siglo XXI, de distintos escenarios socio-económicos y cómo va a ser la emisión de estos gases de acá; todas las decisiones políticas; todas estas reuniones del protocolo de Kioto, reunión de Copenhague; cómo se desarrolla todo eso.

O sea que ya el imput trae un error, porque en realidad no sabemos, no manejamos esas proyecciones sociales y económicas. La crisis económica que hubo ahora que debe de haber disminuido de alguna manera algún cierto tipo de emisiones (tal vez), no se puede ver tan fácilmente.

Y esas proyecciones tienen sus errores y esas son a escala global. Algunos dicen un aumento de 3° pero siempre hay que contar el más-menos que está arrojando ese modelo. ¿Cuál es el error que tiene asociado eso?

M.B. – Quizás sea bueno explicar qué es un modelo. Cuando hablamos de un modelo climático numérico es tomar por ejemplo el océano; escribir las ecuaciones de momento; cómo se mueven las corrientes -que en definitiva es aplicar la segunda ley de Newton que aprendimos en el liceo que decía que “fuerza igual masa por aceleración”-. Es aplicar eso para las masas de agua. Esa ecuación nos da cómo se mueven las corrientes.

Luego, hacemos lo mismo para la atmósfera: aplicamos fuerza, igual masa por aceleración para la atmosfera, nos da la evolución de la atmósfera.

Luego acoplamos las dos cosas más un modelo numérico de continente que nos diga “la vegetación va a crecer; va a disminuir; va a haber pasto; va a haber árboles o lo que fuere”. Entonces, acoplamos esos tres modelos y eso en definitiva es un modelo climático.

Es un modelo en el cual se resuelven las ecuaciones numéricas que representan la atmósfera, el océano, la tierra, los hielos; todo acoplado y eso da una solución. Esos modelos son realmente incompletos, porque nuestra comprensión de cómo funciona la atmósfera, de cómo funciona el océano, de cómo funciona el continente, la biosfera… es toda incompleta. Está mejorando continuamente. Entonces, las proyecciones que salgan usando esos modelos van a tener errores e incertidumbres muy grandes en unas cosas más y en unas cosas menos.

Cuando hacemos una proyección de cambio climático tenemos que suponer una determinada cantidad de emisión de gases de efecto invernadero cada 100 años. Eso es una suposición. Suponemos que vamos a emitir tantos gases de efecto invernadero por año y eso va incrementando a una determinada razón. Eso tiene la incertidumbre de no saber.

La otra incertidumbre entra porque los modelos son imperfectos. Vamos a tener dos incertidumbres entonces, tenemos algo con una incertidumbre bastante grande.

A.L. – Claro.

M.B. – La forma de reducir la incertidumbres es usar varios escenarios de cambio climático y usar varios modelos de cambios climático, que cada uno tiene sus particulares deficiencias, entonces cuando hacemos el promedio de todo eso nos da un número más o menos con una banda de error.

Eso es lo que decía Madeleine, que si uno tiende por ejemplo a duplicar el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera con respecto a la época preindustrial, -alrededor de 288 partes por millón y hoy estamos en cerca de 400 partes por millón-, si duplicamos 288, o sea, cerca de 570, va a dar un calentamiento de alrededor de 3°; más menos 1,5° que es la banda de error que refería.

Pese a las incertidumbres eso es lo que nosotros conocemos hoy en día y es lo mejor que podemos hacer, y creo que es bastante bueno. No es cualquier cosa. Se conoce bastante el océano, se conoce bastante de la atmósfera, los hielos, los continentes, pero todavía estamos trabajando en mejorar esa comprensión.

A.L. – Con tanta incertidumbre me me dejó preocupado con ese número final. Da la sensación de que “No le voy a decir cualquier cosa… pero”.

M.B. – Es la forma en que la ciencia avanza, pero una cosa que es interesante es que desde que se hacen estos informes de IPCC (Panel Intergubernamental de Cambio Climático), ese número final de 3° más menos 1,5° más o menos, no ha cambiado tanto.

Han cambiado los modelos; han mejorado. Han cambiado los escenarios un poco, pero ese número tiende a mantenerse o sea que eso le da cierta “robustez” al resultado.

A.L. – ¿Con más 3° qué pasa? Por ejemplo, ¿se deshielan los bloques de hielo de Groenlandia, de la Antártida? ¿Cambia drásticamente el clima en el planeta o no?

M.B. – El “drásticamente” es muy complicado decirlo. Pero lo que sí es bueno decir es que este 3° es un nivel global. No todas las regiones se van a calentar igual. Unas se van a calentar más y otras se van a calentar menos.

Nuestro país probablemente esté un poquito por debajo de ese número, por lo menos las proyecciones tienden a decir eso, y los países del hemisferio norte que tienen masas continentales muy grandes, tienden a calentarse un poco más, eso por las distintas formas en que un continente se calienta y el océano se calienta.

A nivel del Uruguay es una gran incógnita porque así como tenemos un número de 3° más menos 1,5° que ha sido bastante estable, cuando vamos a nivel regional y queremos saber qué es lo que va a pasar a nivel de departamento o al menos a nivel de ciudad, las incertidumbres crecen y crecen.

Entonces, sí se puede decir que se va a calentar claramente la temperatura, de eso no hay ninguna duda, y eso sigue la tendencia que hubo durante el siglo XX y los modelos también proyectan que va a haber un aumento en las precipitaciones durante el verano.

Así como hubo un aumento durante el siglo XX, va a haber un aumento mayor durante el siglo XXI.

M.R. – Se mantienen las tendencias.

M.B. – Se mantienen las tendencias del siglo XX hacia el siglo XXI. Más que eso, es muy difícil decir.

Eso es en cuanto a medias. Despuésencuentra elementos extremos y se pregunta: ¿cómo van a cambiar los elementos extremos? Yo trabajo con los modelos todo el día; a eso me dedico y no quiero tirarlos abajo, pero los modelos no son capaces de representar la evolución de los eventos extremos durante el siglo XX. Por lo tanto si no son capaces de representar lo qué pasó durante el siglo XX, no tenemos ninguna certeza de que lo que vayan a proyectar para el futuro tenga alguna razón de ser.

Los modelos son herramientas fantásticas pero tienen sus debilidades y hay que reconocerlas, por lo tanto, la mejor manera de complementar los modelos es las observaciones. ¿Qué ha pasado durante el siglo XX? Agarrar las observaciones, agarrar el modelo y batir para que salga lo mejor posible.

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